La irrupción del coronavirus ha sacudido el tablero de la geoestrategia. Con la necesidad urgente de evitar la propagación de la enfermedad entre sus filas militares, Gobiernos soberanos y alianzas internacionales han detenido sus misiones -si no replegado sus tropas- de los escenarios más calientes. Un caldo de cultivo perfecto para que Estado Islámico, Al Qaeda y sus sucursales se afiancen en regiones de interés vital para España. Los servicios de Información alertan de estos movimientos terroristas.
Por cercanía física y nivel de incertidumbre, África subsahariana es la región que más preocupa. El coronavirus, que ya ha hecho su presencia, amenaza con desbordar las frágiles redes sanitarias en países con una débil presencia del Estado. Mali es el ejemplo paradigmático para los intereses de España. A apenas 1.500 kilómetros de distancia, es uno de los principales focos terroristas en el mundo. Y las consecuencias de la pandemia sólo complican el panorama que se vive en el país africano.
La Unión Europea ya ha suspendido sine die su misión de adiestramiento en Mali y España ha repatriado a un centenar de militares especializados. El objetivo de EUTM Mali, como se conoce a la operación, es dotar al Ejército oficial de las capacidades necesarias para hacer frente a la inestabilidad que se vive en el país. Pese a los avances logrados en los últimos años, la mitad norte del país -por tanto, más próxima a nuestras fronteras- sigue siendo zona franca para los terroristas.
La carestía como aliada terrorista
El temor de los servicios de Información se sostiene en la merma que el coronavirus conlleva para los Estados. Sin ese apoyo, una población hastiada por el hambre y la carestía se arrastra con mayor facilidad hacia entidades que actúan de forma paralela, con sus propias estructuras y capaz de extenderse al margen de los Gobiernos. Las organizaciones yihadistas son el claro ejemplo de ello. En Somalia lo han explotado al máximo: España también tiene destinadas tropas en este país para que la inestabilidad no se extienda hacia el Índico, donde atuneros españoles han sufrido históricamente graves problemas de seguridad.
El think tank estadounidense Council on Foreign Relations resume esta inquietud del siguiente modo: “A medida que el brote de coronavirus comience a extenderse en serio en África, podemos esperar que los llamados grupos terroristas en el continente intenten aprovechar la crisis para desatar la violencia y reclutar miembros”.
¿El motivo? Los escasos recursos que actualmente se dedican a sostener a las fuerzas de seguridad y a la asistencia humanitaria de comunidades sanitarias se desviarían a combatir al coronavirus. "Si esto sucede, podemos esperar que los grupos yihadistas exploten la situación tanto en sus narrativas como en sus operaciones".
Oriente medio y la falta de horizonte
Los servicios de Información extraen un análisis similar de la situación en Oriente medio. La Coalición Internacional contra Daesh y la OTAN, organizaciones de las que España forma parte, también han suspendido sus misiones de adiestramiento en Irak y Afganistán. El Ministerio de Defensa ha ordenado el repliegue de más de 200 militares que participaban en ambas misiones.
El Estado Islámico aún mantiene su fuerza en algunos puntos aislados de Irak, pese a su reciente derrota militar. El objetivo de la misión internacional es que estos puntos no se conecten entre sí y que los yihadistas no erijan de nuevo sus bastiones en la región. La irrupción del coronavirus pone en riesgo algunos de los logros alcanzados en las últimas fechas.
Lo más preocupante, a juicio de los servicios de Información, es la falta de un horizonte definido. Cuanto más se prolongue esta situación, más fuerte será el discurso de las organizaciones terroristas, que ya venden la retirada de las estructuras oficiales como un abandono institucional.
A esta situación hay que añadir los problemas de seguridad que afronta la Unión Europea dentro de sus propias fronteras. Como contó Vozpópuli, el Estado Islámico agita el miedo a nuevos atentados en plena crisis sanitaria. A través de sus boletines oficiales de propaganda llama a sus fieles a perpetrar ataques en plena plena pandemia, explotando la debilidad que atraviesan los Estados.
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