Dos procesos soberanistas abiertos en comunidades claves como Cataluña y el País Vasco serían de una complicada digestión para cualquier Gobierno. Sin embargo, la proposición no de ley presentada este jueves por el PNV en el Parlamento vasco para actualizar el autogobierno de Ajuria Enea no tiene la envergadura del plan secesionista que pilota desde Cataluña Artur Mas. La iniciativa vasca arrancará con la creación de una ponencia que estudiará sin prisas la reforma del Estatuto de Guernica en vigor desde hace 35 años, un trabajo del que desconfía la izquierda abertzale y el potente sindicato LAB. La central ha advertido al PNV que esta vía está condenada al fracaso ya que se ensayó sin éxito con el Plan Ibarretxe, sin conseguir ni el reconocimiento del derecho de autodeterminación ni mayores competencias para el País Vasco.
La izquierda abertzale y el sindicato LAB se han descolgado de la "actualización" del Estatuto de Guernica defendida por el lendakari
Fuentes del PNV admiten que el proyecto que acaba de arrancar en el Parlamento autonómico puede conducir a un sucedáneo light del Plan Ibarretxe, útil para rearmar políticamente al partido en el horizonte lejano de las elecciones autonómicas de 2016, en un momento en el que el lendakari Iñigo Urkullu, más preocupado por la renovación del cupo que por la dormida pulsión soberanista en el País Vasco, se cree obligado a hacer algún gesto hacia su electorado más independentista, sobre todo cuando Artur Mas está levantando desde Cataluña y en solitario unas expectativas tan altas.
El PNV intenta rearmarse políticamente en el horizonte de las próximas elecciones autonómicas
El Plan Ibarretxe, pensado por el exlendakari en 2001 para conducir al País Vasco hacia un estatus de libre asociación con España, enterró durante más de una década la estrategia que defendía para mejorar el autogobierno el sector más moderado del PNV, receptor del legado que dejó escrito en enero de 1998 el anterior jefe del Ejecutivo vasco José Antonio Ardanza. El plan Ardanza descansaba en tres grandes ejes: reducir la espiral de la confrontación entre los nacionalistas y los grandes partidos estatales, desactivar la vinculación entre la violencia y el conflicto político en el País Vasco y abordar entre las principales fuerzas políticas el aumento del autogobierno y la manera de encauzarlo mediante el diálogo sin límites, con la única condición previa del silencio de ETA. La alternativa que abanderó Ibarretxe murió hace ocho años en el Congreso de los Diputados, después de transitar durante un quinquenio por diferentes instancias, incluida la del Tribunal Constitucional.
El Plan Ibarretxe, enterrado en el Congreso hace ocho años, dejó en suspenso durante más de una década la estrategia moderada del exlendakari Ardanza
Lo que acaba de presentar ahora el PNV en el Parlamento vasco es una propuesta de amplio espectro tan genérica que podrá permitir participar en ella a casi todas las fuerzas políticas. La apuesta es tan vaga que se limita a reclamar el uso de la disposición adicional del Estatuto de Guernica que prevé su “actualización”, después de recordar el sesgo “recentralizador” del Estado en las últimas tres décadas.
Muy distinto a lo que ha ocurrido en Cataluña, no solo por la alianza establecida entre CiU y ERC, que no opera en el País Vasco entre el PNV y la izquierda abertzale, sino también por la diferente envoltura política con la que se aprecia desde el Gobierno. Si desde la Generalitat se está utilizando el plan soberanista para disfrazar los ajustes obligados por la crisis y culpar de ellos a Madrid, desde Ajuria Enea se ha establecido entre Iñigo Urkullu y Mariano Rajoy un hilo cordial muy directo que permitirá la revisión del cupo vasco y, según espera el PNV, facilitar una recuperación económica con la que aliviar tasas de paro que rondan el 16%.
En el Gobierno se aprecia distinta envoltura política a la propuesta del PNV y al plan secesionista de Cataluña
La patronal Confebask, que fue mucho más dura contra el plan Ibarretxe de lo que la patronal catalana Fomento lo está siendo con el plan de Artur Mas, atisba ya la salida de la crisis en el País Vasco después de un serio desplome en los últimos años de la industria y los servicios. Según fuentes del PNV, lo último que desea ahora Urkullu es romper este maridaje con los grandes empresarios vascos y poner piedras en el camino de la recuperación con un programa soberanista tan agresivo y, al mismo tiempo, tan desnortado, como el que Mas está agitando en Cataluña. De ahí que el lendakari haya descartado apretar el acelerador de la independencia hasta bien entrado 2015.
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