Un lío. La relación del Gobierno con Argelia sigue muy tensa desde que el 8 de julio Argel rompió de manera unilateral el tratado de amistad con España tras el giro promarroquí de Madrid respecto al Sáhara Occidental. La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, destacó los lazos de Argelia con Rusia como factor determinante para entender la represalia diplomática del país magrebí. El problema es que ex altos cargos socialistas que tuvieron responsabilidades de gobierno consultados por Vozpópuli echan por tierra la tesis rusa.
Estas fuentes zanjan que Putin no está detrás del enfado argelino. Para entender la "compleja situación" del triángulo que conforman Madrid, Rabat y Argel, hay que tener en cuenta el largo tiempo que Argelia lleva sintiéndose aislada y en dificultades frente al ascenso de Marruecos como potencia regional que está haciendo sombra a los intereses geopolíticos de Argelia. Y el Sáhara Occidental es el tablero de una partida de ajedrez de resultado incierto.
El propio equipo de Exteriores se tuvo que desmarcar de Calviño y recordar que Albares nunca ha relacionado a Argelia con Rusia. Y todo tras la dura carta que Argel remitió con destino Madrid señalando al titular de Exteriores español, a quien acusó de "pseudoministro" y "pirómano". Moncloa reitera que trabaja con prudencia para recomponer las relaciones. Madrid ha encapsulado las relaciones con Argelia en un aura de misticismo en aras de solucionar el lío.
El tema ruso es muy menor
Las fuentes consultadas sostienen que "el tema ruso es muy menor" y que "ha sido una gran metedura de pata del Gobierno porque ha indignado a los argelinos". De ahí la dura carta de Argel contra Albares. Cabe recordar que lejos de cerrar el suministro de gas a Europa, como desearía Rusia según la hipótesis lanzada por el Ejecutivo, Argelia simplemente ha cambiado de socio para incrementar sus exportaciones de gas, que ahora tienen destino Roma, territorio UE.
Lo cierto es que Argelia no está dispuesta a dejar pasar la oportunidad de sacar rédito a los cortes de suministro de gas que está provocando Moscú para asfixiar energéticamente a Bruselas, envuelta ahora en un giro energético de 180 grados para buscar nuevos suministradores de hidrocarburos. España, por ejemplo, cerró el mes pasado una "asociación estratégica" con Catar para atar las importaciones de gas procedentes del país árabe, el segundo mayor productor mundial, con vistas a incrementarlas en plena crisis con Argelia.
Una frontera muy tensa
La frontera entre Marruecos y Argelia está cerrada. Ninguno de los dos países está dispuesto a relacionarse en pleno pulso por la hegemonía. Ambos miran con el colmillo goteante al Sáhara, un territorio rico en hidrocarburos, sulfato, hierro y con salida al Atlántico, zona rica de pesca. Precisamente esa salida al océano es interés primordial de Argel, comprimida entre el desierto y el Mediterráneo.
Pero pintan bastos para el gobierno de Abdelmadjid Tebboune, porque Marruecos ha logrado que las principales potencias occidentales reconozcan su propuesta de autonomía para el Sáhara como la más "seria y creíble" para resolver el conflicto entre el Frente Polisario, apoyado por Argel, y Rabat. El gran problema es que esa postura reconoce de facto la soberanía marroquí del Sáhara.
España ha dejado claro que le interesan más las relaciones con Marruecos que con Argelia. Las fuentes consultadas explican que nos unen muchos más lazos, económicos, políticos, de seguridad y defensa y territoriales con Rabat. La guerra en Ucrania amenaza con provocar un movimiento masivo de migrantes hacia Europa y el control de fronteras y de flujos se antoja fundamental. España no puede permitirse una situación si quiera parecida a la crisis del año pasado provocada por Rabat y que puso a Ceuta y Melilla contra la espada y la pared.
Historia de un desencuentro
Según las fuentes consultadas, Argel 'envió' a Brahim Ghali, líder del Frente Polisario a España, con la intención de romper las relaciones entre Madrid y Marruecos, algo que pasó. Pero Moncloa giró precisamente para preservar por encima de todo las relaciones con Rabat. Y ahora Argel "tiene un ataque de celos". Por eso, sostienen,el gobierno argelino está castigando a España.
Argelia considera "injustificable" que el Gobierno de Sánchez haya apoyado el plan de autonomía sobre la excolonia española. Argel y Rabat están inmersos en un conflicto con aras de perdurar y de difícil solución. Por el momento, el viaje del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, a la capital comunitaria y la seria advertencia que hizo después la Comisión Europea a Argel sobre las consecuencias de romper comercialmente con España, es decir, romper con toda la UE, hicieron rectificar a Argelia.
Como ya informó este diario, el bloqueo comercial que denuncian exportadores y empresarios por parte de Argelia y que el Gobierno está aún investigando, deja en el aire 1.068 millones de euros. En los últimos años, el comercio bilateral ha sido deficitario para España, que venía comprando a Argelia una buena parte de todo el gas que vendía. Esta relación destacada con los hidrocarburos ha hecho que las importaciones españolas de Argelia hayan superado curso tras curso a las exportaciones al país magrebí. Aunque las ventas al país africano no representan ni el 1% de las exportaciones españolas totales, la ruptura comercial podría costarle a España 1.068 millones de euros este año.
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