En los últimos años se ha hecho cada vez más común ver en los medios de comunicación que un taxista ha sufrido alguna agresión. El colectivo lleva tiempo demandando mejoras en sus puestos de trabajo. En Barcelona y Zaragoza ya han tomado la iniciativa y han aprobado una de las principales reclamaciones: la instalación de cámaras de seguridad en los vehículos.
Aunque la batalla por la limitación de licencias VTC supone una de las mayores preocupaciones de los taxistas, está pasando más a un segundo plano debido a la escalada de agresiones a los trabajadores. Como no es de extrañar, la mayoría de estos ataques suceden en la noche, cuando hay menos compañeros de servicio y tampoco hay mucha gente en la calle a la que pedir ayuda. El incremento de asaltos, especialmente desde el confinamiento, es la consecuencia de que se haya reducido el número de taxis en el turno de noche, según explica una taxista a Vozpópuli.
El pasado mes de marzo era detenido en Madrid un hombre que había robado a una veintena de conductores, a algunos con violencia. En noviembre de 2023, moría un taxista, tras una discusión de tráfico que ascendió a los golpes con un motorista. Por este suceso, fue celebrado un parón de dos horas en Barcelona para conseguir justicia, ya que el acusado quedó impune tras declarar en el juzgado. El pasado fin de semana tenía lugar en frente del hotel Barceló Raval (Barcelona) un encuentro físico entre el recepcionista del alojamiento y un taxista por el que se ha organizado una protesta este miércoles 17 de abril en el sitio del suceso. Y la lista de agresiones continúa.
En Zaragoza, un hombre recibía una fuerte paliza a principios de noviembre de 2023 durante uno de sus servicios nocturnos. Una pareja se subió a su taxi, la mujer vomitó y, cuando el trabajador les exigió el dinero de la limpieza del vehículo, el hombre pasó al asiento del copilote y le propició múltiples puñetazos en la cabeza, ocasionándole varias hemorragias.
Las estafas también suponen uno de los grandes problemas que afrontan los taxistas en su jornada laboral. Muchos abandonan corriendo el vehículo, otros dicen haber realizado alguna transferencia o bizum, cuando no es así, y, luego, hay casos más extremos. El pasado 26 febrero en Palma, medios locales reportaban que un hombre francés le clavó unas tijeras a un conductor después de que este le reclamase que no había pagado la carrera, cuyo importe superaba los 50 euros.
"Solo queremos sentirnos seguros", comenta un taxista a Vozpópuli. "No es normal que vaya con miedo a mi lugar de trabajo", afea una conductora, quien, además, nos explica que hace un par de años que no trabaja el turno de noche. "Al igual que otras compañeras, he sufrido más de una experiencia que prefiero que no se vuelva a repetir", lamenta esta trabajadora.
Los taxistas demandan seguridad en sus puestos de trabajo
La instalación de un sistema de videovigilancia que esté conectado directamente con la policía ha sido una demanda que proviene principalmente del sector femenino. Las agresiones sexuales es un problema que ha estado presente siempre en sus carreras, llegando a vivir situaciones traumáticas y haciendo que no se sientan seguras en su lugar de trabajo. Desde masturbaciones hasta besos robados o incluso tocamientos indeseados, han afeado sufrir las taxistas.
La agresión que sufrió una taxista de Barcelona a finales de enero ha impulsado que en la Ciudad Condal se apruebe la instalación de estos equipos de seguridad. Dos semanas después de lo ocurrido, el Ayuntamiento de Barcelona aprobó estudiar un protocolo ante las agresiones machistas que pudieran sufrir las conductoras de taxi, especialmente en los turnos de noche.
En el texto insisten en habilitar la instalación de cámaras que ayudarían a detectar a los agresores, ya que, en más de una situación, la taxista no denuncia porque no tiene a quién. Asimismo, también se prevé la creación de un espacio de encuentro permanente entre Guardia Urbana, Mossos d'Esquadra y otros policías de AMB, IMET y el sector taxi. A finales de marzo, la propuesta ha recibido la luz verde por parte de la Autoridad Catalana de Protección de Datos, que han especificado que las grabaciones deberán ser activadas "por la persona conductora en situaciones de peligro".
En Zaragoza la instalación ha sido progresiva desde 2020: en febrero de 2024 cerca del 40% de los taxis de la capital aragonesa disponía de videovigilancia. Aunque, en este caso, son los conductores quienes deben solicitar una licencia individual al Ayuntamiento, que cuesta entre 200 y 300 euros, además de pagar la cámara. La legislación permite a los taxis zaragozanos grabar el interior de los vehículos, aunque algunos para asegurarse una mayor prevención también filman el exterior.
Los taxistas esperan que las cámaras -y la conexión con equipos de seguridad- funcionen como un elemento disuasorio de estos incidentes. "Me asombra que ni el Gobierno ni los ayuntamientos hayan hecho ni dicho nada de las agresiones", se queja un conductor, explicando a Vozpópuli que los únicos avances se han producido gracias a sus constantes reclamaciones.
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