La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, viaja de urgencia este miércoles a Argel para negociar con la autoridades argelinas ante el inminente cierre del gasoducto Magreb-Europa (GME) que pasa por Marruecos y que el país norteafricano quiere dejar de utilizar el 31 de octubre, fecha en la que terminar el contrato que garantiza el suministro a través de la infraestructura, según informa el diario El País. Rabat está ayudando a España a las negociaciones, ya que tampoco es partidaria de que se termine la concesión de la infraestructura.
La nueva ruptura de relaciones entre Argelia y Marruecos, que se produjo el pasado 24 de agosto, ha dificultado los acuerdos entre ambos países y puede acabar afectando también a España debido al gasoducto que funciona entre ambos países norteafricanos. Argelia ya avisó de su determinación de cortar el suministro vía Marruecos el próximo 31 de octubre, cuando vence el contrato. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ya viajó el pasado septiembre a Argel para negociar algún tipo de acuerdo.
La paralización de este gasoducto entre Magreb y Europa puede suponer un coste para Marruecos de entre 50 y 200 millones al año que Rabat cobra como "derechos de uso". Además, se queda con 800 millones de metros cúbicos de gas al año a un buen precio.
Teresa Ribera ha sido la encargada de dirigir las negociaciones con Argelia y Marruecos. Los contactos se han intensificado a medida que se acercaba la fecha límite y se han desarrollado con la máxima discreción.
La infraestructura, de 1.400 kilómetros de longitud, fue inaugurado en 1996 y permite distribuir gas natural desde Argelia hacia España a través de 540 kilómetros que discurren por territorio de Marruecos. Cada año se llevan por la infraestructura 13.500 millones de metros cúbicos de gas natural al año. En el gasoducto participa, con el 49%, Naturgy, y con el 51%, la firma estatal argelina Sonatrach, que además es socio del grupo energético español.
El origen del problema
Marruecos y Argelia, vecinos y enemigos en el Magreb, rompieron las pocas relaciones diplomáticas que mantenían el pasado 24 de agosto. La frontera entre ambas naciones lleva cerrada desde 1994. Estas nuevas tensiones han supuesto para los españoles un nuevo incremento en la factura de la luz en un invierno que ya se avecina complicado por la subida de precios de las materias primas en el mercado global y complica aún más el juego diplomático que Exteriores debe llevar a cabo en el Norte de África.
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