"Por más que queramos ahorrar, lo vemos negro. No podemos, no podemos". Es el relato de María, una de las más de 600.000 personas a las que atienden las Cáritas de España a lo largo del año pese a que se encuentran trabajando. "La mayoría de la gente que cobra un sueldo medio, yo te digo que no llegan bien a fin de mes y pasan malos días por no pedir", asegura esta madre de cuatro hijos a Vozpópuli.
María llegó al pueblo en el que vive buscando un alquiler que se pudiese permitir después de salir huyendo de una situación de violencia en casa con su marido: "Por ser madre soltera y sin nómina me costó muchísimo encontrar un sitio donde quedarme. Aquí estoy pagando 350 euros más gastos, que entre agua, luz e internet acaban siendo más de 500 euros. A eso súmale la comida y todo lo que necesiten los niños", explica María, que ingresa entre 800 y 1000 euros al mes.
Lo más llamativo de estos casos de beneficiarios de Cáritas es que tienen un empleo. En la actualidad, ella trabaja cuidando a una mujer mayor los viernes, sábados y domingos, pero solo gana 5 euros por hora, con lo que tiene que hacer frente a los gastos: "A España la tenemos como un país del primer mundo. La mayoría de la gente tiene su trabajo y una casa digna, pero hay gente que vive en una precariedad horrible. España no está tan bien como nos pensamos que está", asegura esta jienense de 39 años.
Y es que la reducción del paro no se ha traducido en la mejora de la calidad del empleo (baja el paro pero aumentan los beneficiarios de prestaciones). Los datos que ha publicado Cáritas esta semana en su memoria anual reflejan que la mitad de las 1.327.298 personas a las que ayuda la Iglesia a través de esta organización tienen, al menos, un trabajo. "Nuestro sistema socioeconómico se basa en la rentabilidad, la acumulación, el individualismo, la competencia y el consumo desmedido. Y nos sigue conduciendo a una desigualdad creciente y a la precariedad laboral, incompatibles con la justicia social y la igualdad en el acceso a derechos", señala Natalia Peiro, Secretaria General de Cáritas Española. Según la organización, estas personas son víctimas de un "modelo socioeconómico" que no permite que los datos macroeconómicos, cuando son positivos, "se vean repercutidos en sus vidas".
María, en concreto, ha trabajado en el pasado "de casi todo": en almacenes agrícolas, vendiendo fruta y verduras, en un ayuntamiento, de auxiliar de limpieza y hasta arreglando electrodomésticos y tuberías. "Uno siempre quiere ahorrar y salir adelante con lo que tiene. A veces puedes decir 'a ver, qué hay hoy en la nevera'. ¿Un poco de salchichón? Pues me lo como. Pero cuando tienes niños tienes que hacer una olla y la verdura y la carne salen muy caras", se lamenta.
Sin embargo, Cáritas Jaén no solo la ha ayudado con alimentos en ciertos momentos del pasado, ni siquiera se ha limitado a ayudarle con el alquiler algunos meses, sino que lleva a cabo una labor de acompañamiento: "Cáritas me ayudó y me puso un psicólogo porque yo llegué a este pueblo, no solo con un tema económico, sino también moral y psicológico. No tenía ganas ni de levantarme por la mañana porque, por un lado me quité esa mala vida que tenía antes con mi marido, pero aquí me surgió otra".
Los hijos, los principales afectados
La hija mayor de María, de 20 años, comenzó a estudiar para administrativa, pero cuando abandonaron el pueblo huyendo de su padre acabó con depresión. Tampoco se está adaptando bien al cambio su hermano de 13 años, que aunque gracias al colegio ha hecho más amigos que ella, sigue echando de menos su vida en el pueblo. Además, María tiene otros dos hijos: el más pequeño, de 6, y otro de 17 años: "Es muy inteligente y es muy bueno en las cosas que le gustan, pero tiene Asperger —un trastorno del espectro autista— y tiene un 37% de discapacidad", explica. "Socialmente no se sabe adaptar y es dependiente de mí para todo".
En las familias a las que ayuda Cáritas Española, "los gastos esenciales suponen un 70% de sus ingresos", según señala su secretaria general, Natalia Peiro. que puntualiza que en los programas de acogida y asistencia, el 80% de las ayudas han ido destinadas "a alimentos, suministros, alquileres y necesidades básicas".
"No solo es la alimentación, es que se preocupan de cómo estoy actualmente", agradece María emocionada a Cáritas Jaén. "Si no voy, me llaman para saber cómo me está yendo. Eso para mí es como la madre que no tengo aquí conmigo", asegura.
Recibe el Ingreso Mínimo Vital… y sigue sin ser suficiente
Otra María, esta vez en Mallorca, vive en una situación económica límite por culpa de los altos precios de los alquileres en las Islas Baleares: "Pago 700 euros y tengo una factura de 110 euros de luz, 40 de internet y un pequeño préstamo de 30 euros al mes. Con lo que nos sobra hacemos una compra", explica con total naturalidad. "Soy muy rácana con el agua porque no me lo puedo permitir", añade cuando le pagamos por ese recibo.
Es un caso frecuente en las casas españolas, como indican desde Cáritas y es que, aunque María trabaja limpiando casas, no consigue más que 300 euros, con los que tiene que costear la cesta de la compra para toda la familia: "Hay meses en los que no he tenido muchos trabajos y he tenido que prescindir de pagar una factura de la luz para ir al supermercado del barrio". Por suerte para ellos, ahí es donde aparece la ayuda de la Iglesia: "Cáritas Mallorca me ofrece pagar la luz cuando no llego, a veces me entrega una tarjeta de compra o me llama cuando dan comida". A este punto han tenido que llegar después de que su marido tuviera un accidente doméstico poco después de quedarse sin trabajo. Ahora, está inmerso en varias operaciones para recuperar la movilidad de la mano y volver a buscar empleo.
Por su parte, el hijo de la pareja, cumplió 16 años la semana pasada y lo primero que hizo fue pedir permiso para empezar a trabajar al ver la situación que tenía en casa: "El no quería que yo tuviese una carga más, pero yo no le he dejado. Primero quiero que termine sus estudios. Y no sé si he hecho bien o he hecho mal, pero no quiero que empiece a trabajar pronto, como hice yo".
Al principio, a la familia se le denegó el Ingreso Mínimo Vital porque los servicios sociales les decían que con los 280 euros de subsidio de paro ya era demasiado para poder concederla. "Somos familia numerosa y al final nos han dado 1042 euros por el complemento a la infancia de mis tres hijos, que es de 160 euros", cuenta a Vozpópuli. "Ahora queda por inscribir a mi quinto hijo".
Una vida que cambia con el acompañamiento de Cáritas
Caritas Jaén ayudó también a Olga, una mujer española que fue acogida en Casa Besana, un programa de acompañamiento a mujeres víctimas de violencia machista. Entró en el programa con un niño de quince meses cuando consiguió una orden de alejamiento de su pareja por maltrato. Ahora ha podido alquilar un piso por su cuenta gracias al contrato que ha conseguido con la ayuda de la diócesis: es auxiliar de limpieza tras acabar el curso que le ofreció Cáritas al respecto. "Ahora estamos mucho mejor que cuando llegué a Cáritas por primera vez en 2014. Me han asesorado en todo y me han explicado todas las ayudas que tenía que pedir en mi condición de madre maltratada", explica a Vozpópuli. Pese a la mejoría de su caso en los últimos años, los costes siguen suponiéndole demasiado: "La mitad del sueldo se me va en el alquier, que son 360 euros al mes —gastos aparte— por una habitación".
Una de cada tres personas a las que ayuda Cáritas son inmigrantes ilegales
Es colombiana, tiene 38 años y hace un año y siete meses llegó a España con sus dos hijos, de 15 y 11 años, huyendo de su marido: "La Tatiana que llegó a España no es ni el 10 por ciento de lo que soy ahora mismo", explica la protagonista de este testimonio.
Cuando llegó a nuestro país, Tatiana pertenecía al grupo de personas migrantes en situación administrativa irregular, que ahora mismo son uno de cada tres, según su memoria anual. Ahora, sin embargo, Cáritas la ha ayudado a tramitar su solicitud de asilo y gracias a ellos cuenta con un contrato de media jornada en hostelería: "La verdad es que toqué muchas puertas confiando en Dios", relata Tatiana. "Yo sé que puedo contar con Cáritas. Valoro la humanidad, ven lo que estás viviendo y lo que están pasando", asegura.
La Iglesia invierte casi 500 millones al año en Cáritas
Durante 2023, la Iglesia ayudó a 1.327.298 personas en toda España, lo que junto a las 1.240.382 a las que ha asistido en Cooperación Internacional ha supuesto un coste récord de 486,5 millones de euros —un 6,4% más que el año anterior—. Estas cifras confirman los datos de Eurostat, que nos sitúan como el cuarto país de la Unión Europea con mayor porcentaje de la población en situaciones de exclusión social, con un 26%.
Los datos de la memoria de Cáritas vuelven a ser los anteriores a la pandemia en cuanto al número de personas atendidas —en 2019, esta cifra se situaba en 1.403.299—, de las que un tercio son inmigrantes en situación irregular a los que se les suele alargar el periodo de acompañamiento, de media, entre 1 y dos años.
El siguiente programa que más recursos utilizó en 2023 fue el de personas mayores —42,9 millones—, seguido por el de personas sin hogar —41,3— y los de familia, infancia y juventud —28,5 millones—. Además, la organización de la Iglesia volvió a aumentar una vez más más los fondos invertidos en programas de Economía Solidaria, con los que atendió a un 5% más de solicitantes de empleo.
El presidente de Cáritas, Manuel Bretón, ha agradecido esta semana el “apoyo incansable” de las empresas y particulares que han donado a la Iglesia, a la administraciones públicas y a los miles de voluntarios de la organización por "garantizar la dignidad de todas las personas, la protección de los derechos humanos y el compromiso por la justicia social”.
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