España

Los tripulantes del Villa de Pitanxo no recibieron formación para casos de naufragio

El juez toma declaración a los armadores frente a las críticas de varios marineros sobre las nulas condiciones de seguridad a bordo del buque

¿Qué ocurrió realmente durante la trágica madrugada del 15 de febrero de 2022 para que el pesquero gallego Villa de Pitanxo, con base en Marín (Pontevedra), se fuese a pique en las gélidas aguas de Terranova? ¿Por qué sólo sobrevivieron tres de los 24 marineros que integraban la tripulación? ¿Contaban todos con trajes especiales contra la hipotermia? ¿Es verdad, como mantiene el patrón, que el motor se paró en medio de un mar infernal y que el arrastrero, ya sin control, se escoró tanto que acabó hundiéndose al entrar demasiada agua en el interior? ¿O es más creíble lo que cuenta el marinero ghanés Samuel Kwesi, para quien el naufragio se debió a las maniobras posiblemente negligentes que realizó el responsable del barco tras quedar enganchados los aparejos de pesca? Todas estas cuestiones, y otras muchas relacionadas con el equipamiento del buque en caso de siniestro, las está investigando con lupa la Audiencia Nacional con el objetivo de esclarecer la verdad y depurar las posibles responsabilidades relacionadas con uno de los naufragios más dramáticos de las últimas décadas tanto por el gran número de muertos como por la amargura que supuso no poder localizar los cadáveres de doce de los 21 fallecidos.

En esta línea de trabajo, el juez Ismael Moreno ha tomado declaración este lunes a dos directivos de Pesquerías Nores, armadora del arrastrero hundido a 250 millas de Terranova (Canadá), para concretar detalles sobre el estado y el equipamiento del buque, y a dos marineros que participaron en mareas anteriores a bordo del Villa de Pitanxo, cuyos testimonios fueron durísimos en contra de los responsables del buque. En concreto, los extripulantes han confesado que nunca realizaron simulacros de incendios ni de evacuación y que apenas tenían descansos. Según informa Europa Press, uno de ellos ha afirmado también que únicamente contaban con entre 15 y 30 minutos de descanso para comer y para desayunar, llegando a completar jornadas de más de 24 horas. Además, ha explicado que en la cubierta superior no había escalera de estribor, por lo que la única vía de escape era por debajo del puente. De haber existido esa escalera, se habría podido acceder a la zona de balsas.

Trajes de superviviencia

En cuanto a la declaración del director general de Pesquerías Nores, José Antonio Nores, y de su hijo, de igual nombre, ambos se han limitado a responder únicamente a sus defensas para asegurar que el barco contaba con trajes de supervivencia, que se cumplían con las medidas de seguridad y que el pesquero contaba con todos los certificados necesarios. Por último, el juez ha escuchado como testigos a dos marineros del buque portugués Novo Virxe da Barca, uno de los que acudió en auxilio del Pitanxo. Ambos han reconocido que vieron a algunos de los fallecidos con el traje de supervivencia puesto, sin aportar más detalles acerca de cómo fueron encontrados.

La sesión celebrada este lunes en la Audiencia Nacional se trata de una diligencia solicitada por la defensa de la familia de los 21 fallecidos después de que presentasen una querella no solo contra el capitán del barco, sino también contra la propia armadora. Durante la instrucción, el magistrado ya tomó en su día declaración a los tres supervivientes del naufragio, es decir, el patrón del barco, Juan Padín, al que la Audiencia Nacional investiga como el posible autor de 21 delitos de homicidio por imprudencia, uno por cada marinero que perdió la vida; a su sobrino, Eduardo Rial, como testigo, y el marinero Samuel Kwesi, que ofreció una versión que contradice la expuesta por los dos primeros al apuntar a posibles negligencias cometidas por parte de los responsables del pesquero, que podrían haber desencadenado o agravado la tragedia.

Posible negligencia

En su declaración ante el juez, de junio de 2022, el patrón del barco apuntó a que el hundimiento se produjo a causa de la parada del motor en medio de unas condiciones meteorológicas muy adversas, circunstancias que provocaron la entrada de agua por la aleta de babor. La versión de Samuel Kwesi fue totalmente diferente e indicó que la catástrofe se debió a que las máquinas que recogen el aparejo empezaron a fallar, lo cual provocó la escora del barco, y que el primer responsable del navío se negó a soltar las redes a pesar de los tripulantes le imploraban para que lo hiciese. Esa actuación irresponsable provocó que el pesquero se ladease más de la cuenta y ya resultó imposible enderezarlo cuando el motor se paró. Las explicaciones de este tripulante resultan más verídicas para la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos, cuya conclusión es que, pese a lo afirmado por Juan Padín, el barco no estaba parado cuando comenzó a hundirse y tenía los aparejos en el agua mientras navegaba entre olas de hasta diez metros.

Las contradicciones en torno a lo ocurrido en el ‘Villa de Pitanxo’ impulsaron a los familiares de los tripulantes fallecidos a iniciar de inmediato acciones judiciales para que se investigasen a fondo todos los puntos oscuros del naufragio, especialmente si todos los marineros contaban con los equipos adecuados para sobrevivir en unas condiciones tan extremas, si los trajes de supervivencia tenían la talla personalizada, si el material estaba en buen estado, si la tripulación había sido instruida en labores relacionadas con el salvamento en altamar y si las órdenes recibidas la noche del siniestro fueron las correctas.

El Villa de Pitanxo, que quedó hundido a una profundidad de casi 800 metros, fue auxiliado por varios barcos que recibieron la señal de alarma. El primero en llegar al rescate fue el Playa Menduiña Dos, cuya tripulación se topó con un panorama estremecedor. En el interior de una barca salvavidas encontraron a tres personas ateridas de frío después de aguantar durante cinco horas temperaturas que rozaron los trece grados bajo cero y, lo peor, los cadáveres de otros cuatro marineros que no pudieron resistir el intenso frío, el contacto con el agua casi congelada y los embates del mar. En la lancha, sólo dos personas, el patrón y su sobrino, llevaban puesto el traje contra la hipotermia.

El tercer superviviente, el marinero ghanés Samuel Kwesi, escapó del Villa de Pitanxo sin ningún tipo de protección especial y logró resistir de milagro gracias a su fortaleza física y, sobre todo, a una feliz casualidad relacionada con un documental que había visto en la televisión pocos días antes del naufragio. Samuel recordó los sencillos consejos que daban en ese programa a las víctimas de un siniestro marítimo y está convencido de que esa lección le salvó la vida. Para ello intentó mantenerse siempre de pie dentro de la lancha con el fin de evitar en lo posible el contacto con el agua gélida, especialmente de cintura para arriba, por ser esta la zona más sensible al frío extremo.

Otro de los barcos que acudió al rescate fue el portugués Novo Virxe da Barca, de ahí que el magistrado que investiga el naufragio llamase a varios de sus tripulantes a declarar en la sesión de este lunes. 

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