La pandemia de coronavirus ha supuesto el mayor mazazo a nuestro sector turístico en los últimos años. Un sector que, antes de la llegada del virus chino, estaba en pleno crecimiento, llegando a suponer el 12,4% de nuestro Producto Interior Bruto (PIB) en 2019. Desde el Gobierno consideran, sin embargo, que hay que darle una vuelta a nuestro modelo turístico, y cambiar el turismo de sol y playa por uno cultural y "ecosostenible". Consideran que hay que alinear el futuro del sector a la Agenda 2030, y para ello van a poner en marcha una estrategia en la que, por el momento, el Ministerio de Industria tiene previsto invertir 1,2 millones de euros solo en asesoramiento.
Según los pliegos de la licitación, a los que ha accedido Vozpópuli, 1,2 millones es el precio que el Ministerio de Reyes Maroto prevé gastar en un "servicio de asistencia técnica para la elaboración de la Estrategia de Turismo Sostenible de España 2030". La consultora que resulte seleccionada deberá realizar un diagnóstico del sector turístico español y elaborar una serie de líneas de trabajo con las que alcanzar la meta 2030.
El propio Ministerio de Industria reconoce que "España es líder mundial en el sector" y prueba de ello es que ocupa el segundo puesto mundial en número de turistas extranjeros recibidos, con más de 83 millones de turistas internacionales, y en nivel de gasto realizado por turistas, con 89.856 millones de euros. A pesar de estas cifras, el Gobierno de Pedro Sánchez cree que es necesario reformular el modelo.
El Ministerio de Maroto sitúa a la pandemia de covid como la palanca que permitirá la transformación del sector: "El impacto que la pandemia ha tenido en el sector turístico ha intensificado algunas tendencias y ha impulsado otras. El sector ya estaba inmerso en un proceso de reflexión sobre la necesidad de avanzar hacia un nuevo modelo turístico español, adaptado a un contexto cada día más exigente, tecnológico y global. Ahora sabemos que este nuevo modelo de desarrollo turístico ha de asentarse sobre las bases de la sostenibilidad medioambiental, social y económica".
Turismo con valores
Reyes Maroto ya tenía entre sus propósitos, antes incluso de la puesta en marcha del Gobierno de coalición, promover un cambio en el modelo turístico español, y su Ministerio estableció en 2019 unas directrices básicas sobre lo que España debía perseguir. En dicho documento de trabajo se apuntaba el deseo del Ministerio de que nuestro país vire del turismo de sol y playa por uno que impulse "nuestros valores": "La nueva estrategia fomentará el desarrollo de productos basados en nuestros valores (ecoturismo, turismo enogastronómico, turismo cultural)".
España comenzó su apuesta por el turismo en los años 60, y creció con una fórmula de turismo masivo de sol y playa dirigido a las clases trabajadoras del mercado europeo. Con la llegada de la democracia y la integración en la UE, España se consolidó como "el destino veraniego favorito de Europa", como reconocen desde el Ejecutivo.
¿Un cambio bueno para la economía?
Entonces, si ha sido un éxito, ¿por qué quiere el Gobierno cambiarlo? En el documento de directrices que elaboró el Ministerio de Industria hace unos años se señalaban varias debilidades del modelo. En primer lugar, alertaba de la gran dependencia hacia mercados como el Reino Unido, Francia y Alemania, que suponen el 50% de visitantes internacionales.
También consideran que nuestro modelo genera una alta estacionalidad en el consumo de la oferta turística española, "derivada, en gran medida, de las dependencias anteriores". A su vez, se produce la saturación del espacio ciudadano de algunos destinos urbanos, mientras que no se aprovecha lo suficiente el espacio rural.
España cuenta con recursos turísticos naturales, patrimonio histórico y cultural repartidos a lo largo y ancho del país, y es lo que el Gobierno quiere aprovechar para diversificar la oferta turística. De esta forma, además, los beneficios del turismo quedarían más repartidos.
La pregunta que cabe hacerse es si en la actual coyuntura económica, con una inflación galopante, los precios de las energías disparados y la ralentización del crecimiento del PIB, se puede abordar un cambio de modelo tan radical. Máxime cuando el sector ha trabajado a medio gas los dos últimos años por culpa de la pandemia de coronavirus y tienen ahora la oportunidad de recuperar lo perdido.
No obstante, la cosa parece que va para largo, pues una vez que una consultora gane el proyecto dispondrá de al menos un año para desarrollarlo. Es decir, que nos pondríamos ya en 2023, año de elecciones, por lo que este proyecto se quedará en el tintero o seguirá adelante según lo que decidan las urnas.
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