"No se me olvidará. Vino con una brecha enorme con la cabeza abierta". De esta forma relató al juzgado sus vivencias una de las profesoras de los menores que eran presuntamente maltratados por sus padres en Colmenar Viejo (Madrid). Esta educadora, que fue durante años directora del centro, fue la que inició todo el proceso que desencadenó en la investigación de la Guardia Civil que acabó con la detención del padre y la madre y la pérdida de la tutela de los niños.
Esta mujer, que actualmente es tutora del centro, acudió a declarar como testigo ante el Juzgado de Instrucción número 3 de Colmenar Viejo (Madrid). La maestra fue contundente y manifestó que observó signos de violencia física y psicológica en tres de los ocho menores de la familia. "Marcas en la cara, debajo de los ojos, en los brazos con cardenales... Uno de ellos llegó con una brecha en la cabeza", subrayó.
La educadora aseguró que las lesiones de los menores eran "prácticamente semanales" y, cuando uno de ellos era pequeño, "se le juntaban unas marcas con otras". Dentro de este relato también recordó una vivencia que se remonta al año 2018. Una compañera "fue a ver que le pasaba" al niño "y al bajarle el pantalón vio que lo tenía todo morado por detrás entonces bueno nos decidimos denunciar".
La familia "no daba permisos" para excursiones ni fotos
El personal del centro denunció el caso ante la Guardia Civil y así comenzó todo el proceso que ha sido "largo" y se ha prolongado en los años. Durante todo este tiempo mantuvieron contacto con los Servicios Sociales y con los agentes que llevaron las diligencias. La profesora explica que solicitaron a la orientadora si podía evaluar a uno de los menores pero "la familia no daba permiso".
Después recibieron un informe del padre, que realizó en su hospital, en el que explicaba que el niño "tenía problemas de conducta". "No nos han dado permiso nunca. Ni para las fotos, ni para salir con los niños para ninguna actividad... ni incluso para los cumpleaños y los juegos", añadió. "Totalmente prohibidas las excursiones", lamentó.
Caídas en el parque y peleas entre hermano
Desde el colegio recalcan que tenían "un poco las manos atadas" porque el padre al ser médico "siempre justificaba" las ausencias y tenían prohibido acudir a otros sanitarios. Cuando llegaban los menores con lesiones siempre recurrían la familia a los mismos pretextos. "Siempre eran caídas en el parque o que se habían pegado entre los hermanos. También los columpios eran muy recurrentes".
La docente afirmó que "nunca se olvidará" cuando uno de los menores vino "con la cabeza abierta con una brecha enorme" hace seis o siete años. "Tenía así como una zona de calva y venía como con una diadema con grapitas. Nos dijo que se había caído de un columpio", recordó.
En un primer momento, los menores reconocían a sus tutores que el padre les había pegado en casa pero la semana siguiente cuando les preguntaba la psicóloga del centro su respuesta era un "silencio total". Cuando eran más pequeños, uno de ellos afirmó que su padre le pegaba con un rodillo y se le "ponían los dedos y las uñas negras". Estas lesiones solo las apreciaron en tres de los ocho hermanos. "En los más pequeños no hemos visto nada", relató la maestra.
Faltaban tres semanas seguidas a clase
Estos episodios de maltrato se producían cuando el padre les castigaba y después se lo contaban a sus compañeros de clase. Algunos de los niños han llegado a faltar a clases dos o tres semanas seguidas con justificantes del médico, que aún trabaja en el Hospital Gregorio Marañón. La actitud de los padres al principio era "muy afable" hasta que empezaron a investigar y declinaron todas las ayudas que el colegio público les proporcionó.
La juez también recogió el testimonio de la actual jefa de estudios y que lleva ocho años en el centro. Esta profesional relató que el 15 de marzo uno de los menores pidió a sus amigos que "si le podían traer un bocadillo porque su padre le había castigado sin comer". La maestra indagó y el motivo del enfado del médico fue que había contado cosas de la casa en el colegio.
Otro de los aspectos importantes del caso es que durante la pandemia, con el confinamiento, los niños no se llegaron ni a conectar a las clases por internet. "Dijeron que no tenían ordenador. Les ofrecimos uno pero declinaron la oferta del centro". Lo que más llamaba la atención a estas trabajadoras es que uno de los menores no iba a clase durante una semana porque "estaba enfermo" pero "venía con la madre a buscar a los hermanos".
Como publicó Vozpópuli, la madre solicitó al juzgado que revoque la orden de alejamiento de su esposo y defiende que nunca ha sido maltratada. Además, afirmó que las denuncias de maltrato de los menores se produjeron porque tenían "malas compañías".
Domingo, médico del Gregorio Marañón, y su mujer Mercedes perdieron la tutela de los ocho hijos con los que convivían. Tres de ellos declararon haber recibido malos tratos por parte de su padre y exculparon a la madre. Rodillos de cocina o sacacorchos eran algunos de los utensilios con los que recibían los castigos, según manifestaron en su exploración a la que ha tenido acceso Vozpópuli.