Los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil que hacían el seguimiento de Katrin, la mujer del nuevo capo de la Camorra del clan Polverino de Marano, Giuseppe Simioli, alias Petruociolo, dueño y señor del tráfico de hachís de Nápoles, sabían que ese día podía ser crucial.
Era 5 de mayo, y los guardias habían establecido un seguimiento de 24 horas durante una semana concreta a Katrin, amiga y vecina de Karina Barbosa, la pareja, también brasileña, del anterior capo, Giuseppe Polverino. Y lo hicieron porque tenían el convencimiento de que ese día esta mujer brasileña podía abandonar España para irse de vacaciones con dos de sus hijos, para ver a su pareja, en algún lugar de Italia.
Pero el seguimiento, como todos los que desde 2010 habían hecho los agentes de la UCO no iban a ser fáciles. La Guardia Civil ya buscaba a Giuseppe Simioli desde 2009, año en el que el Instituto armado arrestó en Tarragona a Domenico Verde, un jefe de paranza o célula del clan Polverino.
Vestidos de paisano, los guardias hicieron un seguimiento de Katrin, que como había ocurrido en varias ocasiones, no se lo puso fácil a los agentes. Esta mujer, que seguía las advertencias del clan al pie de la letra, cambió en tres ocasiones de coche en Tarragona.
Pero también hizo que los dos hijos que tiene con Giuseppe Simioli, que era objeto de una orden europea de detención, fueran movidos por gente del clan en dos ocasiones, hasta ser llevados a Italia por otro trayecto. Todo con la intención de impedir que fueran rastreados y el capo pudiera ser detenido.
Tres meses fuera
La UCO había analizado la periodicidad de los viajes de Katrin al exterior y llegaron al convencimiento de que ella vivía un mes en España y otros tres en el extranjero, probablemente en Italia. Sin embargo, las autoridades de Roma no lograban dar con Simioli, el capo de Polverino desde 2013, y consideraban que podía vivir en Tarragona o en cualquier otra localidad española.
De hecho, la investigación de la Guardia Civil logró reorientar a los Carabinieri, que buscaban a Simioli en Nápoles o en España, cuando realmente habitaba una mansión en la campiña romana.
Ya en 2017, y tras enviar tres comisiones rogatorias a Italia, la primera de ellas en 2015, la UCO redobla sus intentos de detener a Simioli. Y ahí lograron que el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco les autorizara los seguimientos y pinchazos telefónicos.
Precisamente las escuchas telefónicas, que no obtuvieron ningún resultado inmediato, sí dio pie a la UCO para convencerse de que los hijos viajaban a Italia de forma periódica, y que ahí podrían tener relación con su padre, Giuseppe Simioli.
Los niños mentían
¿Por qué? Pues porque ellos hablaban italiano, un idioma que difícilmente podían aprender en Tarragona estos dos niños de corta edad, cuya madre es brasileña. Sin embargo, la información que los agentes obtenían de las conversaciones, tampoco servían, ya que detectaron que los menores, de forma consciente o no, mentían sobre las cosas que decían por teléfono.
Sin embargo, el 5 de mayo los agentes de la UCO no fueron despistados por los integrantes del clan, que en otras ocasiones sí lo habían conseguido incluso antes de salir de España. En una ocasión, los Carabinieri infiltraron a un agente en un tren, como si de un vendedor de cremas se tratara.
Sin embargo Katrin no se tragó el cebo y dejó el bote de crema de manos que el carabinieri había repartido a todas las mujeres que viajaban en el tren, y que dentro incluía un dispositivo de seguimiento.
Katrin no se tragó el cebo y dejó el bote de crema de manos que el carabinieri había repartido a todas las mujeres que viajaban en el tren, y que dentro incluía un dispositivo de seguimiento.
Katrin ya había hecho varios viajes. En uno de ellos, Katrin se desplazó desde Barcelona a Milán, para después trasladarse a Turín y a Nápoles. Allí, una ciudad con un tráfico caótico y dominada por el clan de los Polverino, Katrin es recogida por un coche y posteriormente vuelve a moverse en moto.
Evitan los rastreos
Además, los contactos telefónicos entre los integrantes del clan se hacen desde teléfonos de un único uso. Es decir, solo se encienden a una hora concreta y llaman únicamente a otro número. Todo para evitar que la Guardia Civil o los Carabinieri puedan rastrear las conversaciones.
En cada viaje, Katrin utilizaba diferentes medios de transporte: avión, tren, coche. Pero cuando Katrin llegaba a Nápoles, los carabinieri perdían la pista, ya que los traslados se hacían en motocicleta, lo que unido al caos circulatoria de esta localidad del sur de Italia, impedía realizar el seguimiento hasta el final.
Sin embargo, en esta ocasión, y gracias al seguimiento de la UCO, los agentes italianos consiguen seguir hasta las cercanías de Roma a Katrin. Sin embargo, en Roma un nuevo cambio de vehículo, despista a los carabinieri en una zona de campo, en una carretera no asfaltada.
Pierden la pista
Una zona a la que los agentes italianos no pueden acceder, por lo que una vez más pierden el rastro de Katrin y sus hijos que les había entregado la Guardia Civil.
Pero en este caso, un amplio trabajo de reconocimiento de las cámaras del trayecto del vehículo, aporta una nueva pista a los investigadores. Los carabinieri detectaron que ese cambio de coches lo habían realizado, horas antes, y a modo de prueba, los integrantes del clan Polverino.
De esta forma, y con la matrícula de uno de esos vehículos sospechosos, los agentes italianos consiguieron localizar un chalé en Campagnano, a las afueras de Roma. Y al reconocer la vivienda, los Carabinieri lograron ver a Simioli con uno de sus hijos.
No informan a Italia
El 26 de julio pasado, dos meses y 21 días después del seguimiento de la Guardia Civil en Tarragona a Katrin, Italia logra arrestar a Simioli, uno de los cien fugados más peligrosos, que ahora afronta una acusación por parte de la Fiscalía de 24 años de cárcel como presunto autor de los delitos de asociación ilícita, tráfico de drogas y tráfico de armas.
Sin embargo, y pese al primordial papel de la UCO en la operación, las autoridades italianas no han informado a sus colaboradores en España, el Juzgado Central de la Audiencia Nacional, la Fiscalía o incluso la propia Guardia Civil, de la detención del capo de la Camorra de Marano.