El envío de los carros de combate Leopard a Ucrania -además de las implicaciones militares que tendrá en el conflicto- se ha convertido en un símbolo para Kiev. El Gobierno de Volodimir Zelenski ha logrado que Occidente, dentro de su disparidad, se haya puesto de acuerdo para suministrarle el ansiado material. Y una vez conseguido el visto bueno de los aliados, incluida España, marca una fecha en el horizonte para su entrega: el fin del invierno. Nuestro país ya trabaja en las posibles alternativas para cumplir con su compromiso.
La decisión de Alemania de aprobar el envío de carros de combate Leopard a Ucrania ha desencadenado una reacción en cadena entre los aliados, que ya presionaban para que Berlín diese luz verde. Por el momento, y además de la ya citada Alemania, ya han anunciado que suministrarán sus propios carros Países Bajos, Polonia, Noruega, Finlandia, Canadá, Portugal, Dinamarca, Francia, Reino Unido, Estados Unidos y España. Entre unos y otros se pretende alcanzar al menos un centenar de unidades en esta primera remesa.
Ucrania tiene un factor en contra determinante: la diversidad de carros de combate y la situación que atraviesa cada uno de los países donantes. Los aliados tratan de ejecutar las donaciones mediante la mayor coordinación posible, pero cabe destacar que Kiev recibirá, entre otros, los Abrams estadounidenses, los Challenger británicos y los Leopard que tienen la mayoría de países europeos. Incluso dentro de estos últimos existen varios modelos con diferente tecnología. Rusia, por su parte, ya dispone de todos sus carros de combate integrados en sus filas, bajo una estructura orgánica planificada para su despliegue.
A ese escollo, Ucrania debe sumar la formación de los militares que tomarán las riendas de los carros de combate. Los efectivos tendrán que recibir la instrucción necesaria, aunque aún está por definir en qué lugar y de qué manera se llevarán a cabo. Es un proceso complejo, más laborioso que la formación de los soldados ucranianos que actualmente se desarrolla en Toledo, a los que se les dan unas capacidades básicas de combate antes de lanzarse a las trincheras ucranianas. España ya ha ofrecido la posibilidad de coordinar un programa de instrucción adecuado a los Leopard, así como a facilitar los recambios y el apoyo logístico en su despliegue.
El fin del invierno
Dados todos esos obstáculos, Ucrania pisa el acelerador. Quiere recibir los carros de combate a la mayor brevedad posible. No solo para que los soldados se formen en su manejo, sino para desarrollar su propia estructura con los vehículos ya integrados, que tendrán que actuar de forma coordinada con otros recursos militares con los que ya cuentan las tropas de Zelenski.
Fuentes militares consultadas por Vozpópuli detallan que Ucrania quiere dar por concluida toda esa fase antes de que termine el invierno. ¿La razón? La llegada de la primavera tendrá una incidencia directa en la guerra, con mayor repercusión de los enfrentamientos terrestres, en cierta medida congelados -o minimizados- a causa del frío. Las fuentes de inteligencia, además, aseguran que Rusia planea el despliegue de sus propios carros de combate en ese momento.
La ministra de Defensa española, Margarita Robles, afirma que España actuará en consecuencia con su compromiso de enviar carros de combate y que lo hará de forma coordinada con el resto de aliados. Así, es inevitable mirar hacia las capacidades disponibles, sobre un total de 347 unidades de Leopard con las que cuenta el Ejército de Tierra.
Los Leopard en España
Primero será necesario determinar qué modelo se enviará a Ucrania: si los Leopard 2A4, comprados a partir de 1996 a Alemania mediante un leasing; o los Leopard 2E -también conocidos como Leopardo- de fabricación nacional en base a la tecnología alemana. La diferencia cualitativa es sustancial, si bien el envío de los primeros permitiría una mayor homogeneidad con los carros de combate de otros países aliados.
En concreto, España dispone de un centenar de Leopard 2A4. La mitad de ellos están plenamente operativos, desplegados en Ceuta y Melilla. No parece fácil su retirada a no ser que antes se sustituyan por otros procedentes de la Península. La otra mitad de los Leopard 2A4 están en una base militar de Zaragoza y llevan años en desuso. Muchos de ellos se encuentran en un "estado lamentable", en palabras de Margarita Robles, mientras que una veintena aún tienen sus capacidades más o menos operativas, a falta de una revisión completa, las pertinentes reparaciones y la incorporación de algunos sistemas necesarios antes de su participación en un conflicto tan demandante como el de Ucrania.
La otra opción pasaría por retirar algunos de los 239 carros de Leopard 2E -de fabricación nacional- de sus respectivas unidades. Actualmente están repartidos en Badajoz, Madrid, Córdoba y Zaragoza. Sería la opción más rápida, al estar ya plenamente activos. Algunos de ellos, incluso, están desplegados en una misión de la OTAN en Letonia, de disuasión ante Rusia. Sin embargo, para el Ejército español supondría la pérdida de algunas de sus capacidades más valiosas. Además, habría que dar una formación específica a los militares ucranianos, que no sería plenamente compatible con la de otros Leopard europeos.
Por último, España debe estudiar las capacidades logísticas para el suministro de los Leopard a Ucrania. En fechas recientes, el buque Ysabel del Ejército de Tierra, operado por la Armada, hizo una prueba específica para el traslado de carros de combate en su bodega, que culminó con éxito. Además, nuestro país ya ha enviado este mismo buque al puerto de Odesa para suministrar otro stock militar. Si se consideran otros medios, irremediablemente habrá que requerir al apoyo de otros países aliados.
Las mismas fuentes militares inciden en que tanto España como sus aliados aspiran a entregar los carros de combate en un corto periodo de tiempo, aunque la premura no debe erosionar la coordinación entre todas las naciones dispuestas a enviar sus medios a Ucrania. Desde Kiev, no obstante, miran el calendario. Trabajan contrarreloj para conseguir las capacidades antes de que termine el invierno.
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