La Universidad Rey Juan Carlos de Madrid ha iniciado una investigación a un profesor por el presunto acoso sexual a varias alumnas. Según adelanta el diario 'El País', el docente está bajo sospecha desde el pasado mes de octubre y se encuentra de baja desde un mes antes de que comenzara la investigación y la propia universidad lo apartase oficialmente del grado de Comunicación en el que impartía clases.
El escándalo ha surgido a raíz de la publicación de varios testimonios de alumnas compartidos en un perfil en redes sociales de estudiantes de la Universidad Rey Juan Carlos. Aunque la mayoría de las estudiantes han preferido permanecer en el anonimato, , una alumna, Andrea Fernández, de 23 años, ha reconocido haber recibido comunicaciones del profesor por correo y Whatsapp: “No quiero que este señor vuelva a dar clase en su vida”, ha asegurado a El País.
Mensajes sin respuesta
Uno de los mensajes recibidos por esta alumna data del pasado 28 de septiembre y reza así: “Hola, te aviso por aquí de que te he enviado un correo a tu gmail para darte las gracias (con algunas notas de seriedad y muchas patéticas tonterías). Bsss. Soy el profe de barba”.
El correo, de más de 700 palabras, arrancaba así: “Podría decir que me gustas mucho, de todas las formas posibles, incluida la que tiene que ver con el erotismo “las cosas sesuales…arrrr” (…) estoy harto de fracasar con amores imposibles (…) Ojalá fuese el principio de una buena amistad (a falta de pan…jejej). Este mensaje es para tu corazón, escóndelo, guárdalo, dentro y saboréalo como un secreto, espero, hermoso. Solo para tus ojos (…) Con todo mi cariño y amistad, y una lluvia de besos escritos y platónicos (que nunca podré darte en la vida real)”.
Tras ese mensaje, Andrea Fernández recibió otro al día siguiente, sobre las 12 de la noche: “Aylofyu”. Y otro más a las 16.21 del día siguiente: “No sabes cómo lamento no ser joven (emoticono de triste). Mañana y pasado estaré solo. Psiquiatra, el martes. Miércoles, dormir. Mi esposa se va dos días de vacaciones porque yo ya no le doy lo que quiere. (…) Yo lo que quiero es que me quieran, nada más. (…) Tengo una hija como tú, pero ella no me pregunta esas cosas. Me quiere y me trata con cariño, pero es mi hija, y muchas cosas están escondidas en esa relación padre-hija. (…) No quiero ser un viejo rijoso y verde, porque no lo soy, pero me temo que, sin remedio, terminaré pareciéndolo".
El mensaje proseguía: "Te pido perdón por ser sincero y, quizás, abusar de tu confianza. No te sientas avergonzada, yo me comportaré noblemente y te trataré como a una amiga y buena persona (aparte de guapísima y sexy, pero yo creo que somos mayorcitos para entenderlo todo. Noto ALGO entre tú y yo (al menos, de mí hacia ti). Si me tengo que afeitar la barba para gustarte, dímelo, que yo por ti, lo que sea”. Andrea no contestó a ninguno de esos mensajes.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación