Mientras Madrid ya casi se ha olvidado del colapso que provocó la borrasca 'Filomena', los pulmones de la ciudad todavía se resienten de la gran nevada. Allí, en los parques de la capital, el canto de los pájaros y las voces de los paseantes han dado paso a los rugidos de las motosierras y otras herramientas empleadas en la ardua labor que supone recuperar los ejemplares que se han visto dañados por el temporal.
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