El aula es el infierno para muchos profesores. María, que daba clases en un instituto de Palencia, fue amenazada de muerte por un estudiante. A Lola la apedreaban a tizazos cuando se giraba a la pizarra y hasta la escupieron en plena clase. Y acabamos de conocer que un estudiante de 14 años ha apuñalado en Jerez a tres profesores y dos compañeros. Los institutos son territorio comanche para muchos profesionales de la enseñanza, que tras años de preparación contemplan cómo su vocación no les depara más que miseria. En España, el respeto al profesor sigue siendo una asignatura pendiente. Según el último informe del Defensor del Profesor del sindicato ANPE, uno de cada cuatro profesores es faltado al respeto por los alumnos.
El mismo porcentaje de profesores afirma tener problemas para dar clase. En Secundaria, coinciden varios factores que hacen que el alumno sienta que puede actuar con impunidad. Es, sin duda, la peor edad, aquella en la que no se entiende nada de lo que ocurre a nuestro alrededor y cualquiera es un enemigo potencial. A ello se le suma la laxitud de nuestro sistema legal, que protege al menor agresor. A esta realidad se le suma la actitud de los padres, nada punitiva con sus hijos. El 24% de los profesores se queja de recibir acusaciones falsas por parte de los progenitores, que optan por proteger a sus hijos ante cualquier circunstancia.
Según los datos de ANPE, el 13% de los maestros ha recibido amenazas por parte de los alumnos; el 10% ha sido víctima de ciberbullying; el 9% ha sido acosado; y el 6% ha recibido agresiones. Además, el 12% también es víctima de falsas acusaciones por parte del alumnado.
Sobre las razones por las que se produce este deterioro de la convivencia en las aulas, el informe apunta lo siguiente: "El problema (y de aquí surgen la mayoría de las denuncias) se plantea cuando por comodidad, dejación de funciones, normalización de conductas contrarias a la convivencia, miedo a tener problemas con los padres, o porque la Administración no da una salida educativa al alumnado desmotivado, desde la Dirección y/o Administración Educativa se hacen oídos sordos a los problemas y no se aplica o se aplica parcialmente la normativa en vigor, sin darse cuenta del perjuicio irreparable que se le ocasiona al profesor, que ante la desautorización que recibe de padres y superiores, acaba intentando sobrellevar lo mejor posible la situación, soportando situaciones que en nada benefician ni al proceso educativo, ni a él o a los propios alumnos".
Es decir, que la dirección del centro y la Administración tiende a lavarse las manos y dejar pasar estos problemas de convivencia. "Los responsables de la educación de niños y adolescentes, en estos casos, no son conscientes de que cuando el alumno queda impune ante actuaciones contrarias a la convivencia, incorporará dicha conducta a su forma habitual de actuar".
El papel de los padres
En el documento del Defensor del Profesor se puede comprobar que la responsabilidad de los padres en la violencia en las aulas es muy alto. De hecho, de acuerdo con los datos correspondientes a 2021-2022, los padres participan más en el acoso que los propios alumnos. Un 20% de los profesores afirma haberse sentido acosado por los padres, y un 8% denuncia ciberacoso por parte de los progenitores. Por si fuera poco, un 20% de nuestro profesorado recibe faltas de respeto de los padres y el 3% ha sido víctima de agresiones físicas.
En el documento de ANPE se detalla el caso de un alumno de 5º de Primaria escolarizado fuera de plazo, con problemas familiares que agredió a docentes tirando cuadernos, sillas, vasos del comedor…. En otra ocasión tras estar interrumpiendo en clase reiteradamente, lo sacaron de clase y se escapó al recreo con conductas violentas, por lo que se llamó a la policía. Tras avisar a la policía, agredió a patadas a los agentes y se le expulsó del centro temporalmente. La madre también insultó a los profesores por expulsar a su hijo.
"El perfil de estos padres suele ser similar: padres que solo escuchan la versión que les cuenta su hijo (“mi hijo nunca miente”), no aceptan la realidad, disculpan y justifican cualquier acción de su hijo y cualquier comportamiento que tenga. No confían en el docente y desautorizan al mismo delante de su hijo, acusándole de tenerle manía o de maltratarle psicológicamente", explica el Defensor del Profesor.
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