Obtuvieron la confianza de las autoridades para salir unos días en libertad de la cárcel, pero una vez agotado el permiso no regresaron. Así hasta cerca de 400 presos en todo 2017 y otros 91 en los primeros tres meses del presente año, según los datos facilitados por Instituciones Penitenciarias a Vozpópuli. Esto supone una media de algo más de un quebrantamiento de condena diario en España.
Con todo, la cifra de permisos penitenciarios que acaban con el preso en paradero desconocido suponen sólo el 0,37 por ciento. La cifra es la misma respecto de los 108.000 permisos otorgados el año pasado y también sobre el total de 28.913 concedidos en enero, febrero y marzo de 2018. El dato de presos que no volvieron ha seguido creciendo durante el año. Sólo en las últimas semanas han trascendido varios por su especial relevancia.
Los expertos penitenciarios consultados por este periódico evitan usar la palabra fuga para definir estos casos cuyo último ejemplo conocido es Fernando Iglesias, condenado por asesinar a su mujer y sus dos hijos. Interno en la cárcel de Orense, se desconoce su paradero después de disfrutar de un permiso de fin de semana en agosto.
No siempre es una fuga
Estas fuentes se basan en que la desaparición no siempre se debe a planes de huida premeditados, sino a problemas de salud, fallecimientos u otras circunstancias ajenas a la voluntad del preso. Fernando Iglesias sufría problemas cardíacos y el pasado mes de mayo superó un ataque al corazón, según fuentes conocedoras de su situación.
De momento la Policía Nacional emitió una alerta solicitando colaboración ciudadana para encontrarle y ha facilitado el correo electrónico llamado fugitivos@policia.es. Según este cuerpo policial, se le ubica en la localidad de Jinámar (Gran Canaria).
La @policia busca a Fernando Iglesias, fugado de la prisión de Pereiro de Aguiar (Ourense), donde cumplía condena por matar a su mujer y a sus dos hijos en Jinámar, Gran Canariahttps://t.co/uSXAVRzqFp#RTVCNoticias pic.twitter.com/fsBlfdUc1T
— RTVC (@RTVCes) September 3, 2018
Antes que él, en julio también acaparó la atención de los medios la escapada de Guillermo Fernández, un condenado por violación en Vitoria. Aprovechó un permiso para salir de la cárcel de Santander. Fue detenido días después en la frontera entre Senegal y Gambia. Iba acompañado de su pareja, una educadora social a la que conoció en prisión.
Para los responsables de Prisiones, una fuga es cuando se produce una quiebra de las medidas de seguridad como lo que protagonizó la semana pasada Benito Ortiz, condenado por un largo historial delictivo. Huyó la semana pasada durante un traslado en ambulancia que le llevaba desde el hospital a la cárcel de Zuera (Zaragoza).
36 días de permiso al año
También durante un traslado desde la cárcel de Mansilla de las Mulas (León) hasta un Centro de Inserción Social se escapó en julio el preso Santiago Izquierdo Trancho, condenado por varios delitos de robo con fuerza y autor de un asesinato. Fue arrestado días después.
Para acceder a un permiso penitenciario, los presos deben cumplir con una serie de requisitos, empezando por estar clasificados en segundo grado. La duración de la pena, el tipo de delito, la evolución personal o el arraigo social son otros factores que tienen en cuenta tanto las juntas de tratamiento de las cárceles como los jueces de vigilancia penitenciaria, quienes tienen la última palabra.
Por ley, los presos que cumplen todos estos requisitos tiene derecho a disfrutar de hasta 36 días al año de salida de la cárcel en tramos nunca superiores a siete días seguidos. Quebrantar una condena es motivo suficiente para perder este privilegio penitenciario durante una larga temporada.
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