Asia tenía 20 años cuando se escapó de su casa en Ceuta para reunirse con uno de los yihadistas más sanguinarios en Siria. Su regalo de bodas fue un cinturón de explosivos. Se convirtió en la madre del primer bebé español nacido en el Califato de Estado Islámico. Enviudó, se casó otra vez, volvió a enviudar, tuvo otro hijo, fue detenida por el Ejército Libre de Siria… Esta es la historia de un trágico viaje en el que se embarcaron miles de jóvenes de todo el mundo como ella, engañadas por la propaganda de Daesh. En su caso, ha terminado con una condena de cuatro años de cárcel en España.
La sentencia a la que ha tenido acceso este periódico es del pasado 20 de julio y lleva la firma de la Sección Tercera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. La pena es por integración terrorista. Ni siquiera fue necesario celebrar el juicio. Su abogado y el fiscal llegaron a un acuerdo de conformidad antes de empezar la vista. Asia recibió la noticia en la prisión española en la que se encuentra en situación preventiva desde que fue entregada por las autoridades de Turquía.
Las fuentes penitenciarias no quieren desvelar la provincia en la que está presa por seguridad, pero afirman a Vozpópuli que ha pasado todo este tiempo bajo el artículo 10 de la Ley General Penitenciaria. Esta norma se conoce en el argot penitenciario como un “falso aislamiento” porque permite recluir en departamentos especiales y absoluta separación del resto a los presos considerados de “peligrosidad extrema” aunque no tengan una condena firme. Es el caso de los detenidos por yihadismo.
Radicalización
El viaje de Asia empieza en la soledad de su habitación, delante de una pantalla de ordenador. La joven consume los mensajes que llegan desde Siria. La revuelta vestida de primavera árabe que arrancó en 2011 contra el régimen del presidente Bachar Al Asad va mutando en un avispero con cientos de grupúsculos, también yihadistas. En ese marco emerge con fuerza el nombre de Estado Islámico de Irak y al Sham (ISIS), que pasa de ser la marca de Al Qaeda en la zona para ir por libre y aplicar la sharia (Ley Islámica) en los territorios bajo su control.
Su objetivo ya no es solo derrocar al Gobierno proiraní y chií de Siria sino también establecer un territorio propio para el que convoca a los musulmanes de todo el mundo, que acuden a su llamada. Según recoge la sentencia, en lo que se refiere a las mujeres, este llamamiento “oculta en realidad una necesidad de paliar un elevado número de combatientes extranjeros solteros, a los que incluso se les provee de mujeres cautivas no musulmanas con las que pueden mantener relaciones sexuales con o sin consentimiento, por decreto islámico”. Asia iba a ser una de ellas.
A través de Internet establece contacto con un joven marroquí llamado Mohamed Hamdouch, aunque su nombre de guerra es Kokito de Castillejos. Debe su mote a su lugar de nacimiento, la localidad de Castillejos (Fnideq en árabe), a solo siete kilómetros de Ceuta. En la ciudad española era muy conocido, especialmente entre los círculos radicales de la barriada de El Príncipe. Se trata de un yihadista especialmente sanguinario y con ganas de notoriedad al que posa ante la cámara con varias cabezas cortadas de militares sirios.
Primera boda con un yihadista
El investigador y experto en movimientos yihadistas José María Gil Garre llegó a establecer contacto con él a través de las redes sociales. Sus conversaciones las recogió en un trabajo centrado en perfiles terroristas. Con solo 28 años, Kokito de Castillejos amenazaba con volver a España, “pero no para vivir, sino para conquistarla”. Lo decía como integrante de una katiba (brigada) llamada Tariq Ibn Ziad, integrada principalmente por españoles y marroquíes. En sus incursiones en las redes sociales, este terrorista encontró también a la joven Asia Ahmed Mohamed y ambos se casaron telemáticamente por poderes el 28 de marzo de 2014 “ante un tribunal islámico reconocido como tal por la organización terrorista”.
Así relató el propio Kokito su boda en una de sus conversaciones meses después con el investigador Gil Garre: “Ella ha dicho que quiere incorporarse al Estado de Sham (ISIS) ya que, gracias a Dios, su fe era fuerte y muy firme. Como es muy honesta le he mandado el dinero de aquí y pedí su mano para el matrimonio y aceptó. Me he casado con ella estando todavía en Ceuta para evitar rumores ya que somos extraños uno para con el otro. Así nos hemos casado y hablo de forma permanente con ella y le doy dinero para la migración”, relataba.
Cuando se casaron, aún faltaban tres meses para que el líder de Estado Islámico, Abu Bakr Al Bagdhadi se proclamase líder de todos los musulmanes desde la mezquita de Mosul (Irak) estableciese un nuevo califato. En esos momentos, Daesh era sinónimo de victoria y venganza y acciones salvajes. Sus éxitos en el campo de batalla se acompañaban de una sofisticada propaganda de gran calidad técnica que convenció a miles de personas. Asia emprendió la héjira (migración) al califato para reunirse con su marido y “repoblar las tierras conquistadas”.
La héjira y traslado a Siria
Salió el 23 de abril en coche desde Ceuta hasta Marruecos para tomar un vuelo hasta Turquía usando una identidad falsa. Allí le estaba esperando una amiga suya de Ceuta llamada Fátima Akil Lagmich, dos años más joven que ella y que viajó con su bebé de apenas diez meses. Se había casado con otro terrorista marroquí llamado Mourad Kadi. Ambas protagonizan esta siniestra aventura. Fátima también ha sido condenada a cuatro años en la misma sentencia. Desde territorio turco, contactos de Estado Islámico las trasladaron a través de la porosa frontera Siria hasta la localidad de Al Bab, en Alepo.
Diez meses después, Asia dio a luz a su primer hijo “haciendo constar en su partida de nacimiento que se trata de de un hijo del Califato”. En las redes sociales, Kokito de Castillejos posaba orgulloso con su hijo recién nacido en brazos. El terrorista moriría meses después junto al marido de Fátima. “Si bien no existe constancia oficial, pudiera haber sucedido en noviembre de 2015 en Siria, con ocasión de los ataques aéreos que en ese mes llevaron a cabo Rusia, EEUU y Francia en su lucha contra el Daesh”, según narra la sentencia.
Segunda boda y huida
Para cumplir con el compromiso que había adquirido con el Califato, Asia tuvo que volver a casarse con otro marroquí llamado Mohamed Ahatim Ouahabi Halawa. Pero este yihadista también murió en Siria el 24 de mayo de 2016 “con ocasión de un intercambio de disparos con miembros del Ejército Libre Sirio”. A sus 22 años, Asia ya era dos veces viuda, madre de un bebé y embarazada del segundo. Su amiga Fátima también se casó de nuevo con otro terrorista llamado Abu Saber.
Las dos jóvenes emprendieron la huida empujadas por la presión que llegaba desde los campos de batalla. Las filas yihadistas de Estado Islámico acumulaban derrotas y el proyecto de Abu Bakr Al Baghdadi se tambaleaba. Asia, Fátima, los dos niños pequeños y el marido de la segunda se trasladaron el 31 de octubre de 2016 desde Raqqa, la capital del Califato, a la localidad de Al Bab donde habían llegado procedentes de Turquía tan solo dos años antes.
Allí contactaron con unos traficantes de personas que les ofrecieron llevarles a Turquía con una identidad falsa a cambio de 1.100 dólares. Sin embargo encontraron problemas en su escapada. A la altura de la ciudad de Azaz, a muy pocos kilómetros de Turquía, fueron interceptadas por miembros del Ejército Libre de Siria, que asesinaron al marido de Fátima y ellas permanecieron 20 días retenidas. La sentencia no detalla las condiciones en las que las tuvieron.
Finalmente decidieron abandonarlas en territorio turco donde Asia dio a luz a su segundo hijo el 21 de diciembre de 2016. Con todo, no fueron arrestadas por las autoridades otomanas hasta siete meses después y enviadas en avión a España tras dar aviso al Ministerio del Interior. Nada más llegar, ingresaron en prisión. La sentencia a cuatro años de cárcel supone el final del viaje de Asia al corazón del proyecto de terror que impulsó la mayor organización terrorista de la historia.
Seis años después
Ahora tiene 26 años y la gravedad del delito al que ha sido condenada dificultará mucho su acceso a salidas y beneficios penitenciarios durante el año que le queda de condena. En España, las presas que son madres pueden permanecer en el centro penitenciario con sus hijos hasta que cumplen tres años de edad. En el caso de sus dos hijos, ese plazo ya ha expirado. Tendrá que esperar a recuperar la libertad para reunirse de nuevo con ellos.
El califa Ibrahim, Abu Bakr Al Baghdadi, murió asesinado el año pasado en un ataque de EEUU en la localidad Siria de Idlib, pegada a la frontera con Turquía. El Estado Islámico ya no cuenta con un territorio propio, pero sus fieles se reparten por diferentes zonas del mundo donde siguen perpetrando atentados con el fin último de imponer la sharia en todo el planeta.
Como Asia y Fátima, otras mujeres españolas viajaron a Siria y otros lugares en conflicto atraídas por las promesas de Daesh. Actualmente, las autoridades españolas tienen constancia de 21 españoles atrapados en un campo de refugiados para familiares de yihadistas en Al Hol (Siria) en una especie de limbo legal. Son tres mujeres, un varón y 17 menores, muchos de ellos huérfanos.
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