De un tiempo a esta parte, cada vez que se abre la puerta de algún pasillo del poder ocurre lo mismo:
- "Es Yolanda, vamos".
Yolanda Díaz Pérez, vicepresidenta segunda del Gobierno, levanta expectación allá donde va. Desde que Pablo Iglesias abandonó La Moncloa y la política tras su batacazo electoral en Madrid, la también ministra de Trabajo y Economía social está aprovechando la visibilidad que le granjea su puesto en el consejo de ministros para construir un liderazgo con dos armas de seducción masiva: "suavidad" y "firmeza", según coinciden los expertos consultados. Una especie de mano de hierro en guante de seda con el que lanzarse a disputar el poder.
"Ella transmite autenticidad y cercanía y creo que eso lo valora la gente. Tiene una forma de hablar suave, muy gallega, muy melosa. Y, a la vez, con esa firmeza da idea de cercanía por el estilo: habla con suavidad, con elegancia... y esta, encima, no es impostada. No es alguien que llega y le pones un traje. Su elegancia es genuina en el vestir, en el hablar, en la postura… Y todo eso lo hace compatible con la firmeza", concede Jordi Rodríguez Virgili, experto en comunicación política y campañas electorales de la Universidad de Navarra.
Tiene cualidades personales y políticas para ejercer su influencia personal"
Su colega Luis Arroyo, consultor político, coincide: "Sí, suavidad y firmeza. Evidentemente, tiene cualidades personales y políticas para ejercer su influencia personal. Tiene una posición que, aunque parezca comunista porque es su filiación —que creo que es heredada—, transmite tranquilidad, equilibrio, moderación… Tiene una capacidad evidente de oratoria, de presencia y es elegante en la expresión e ilustrada".
La salida de Iglesias ha permitido a Yolanda Díaz dar brillo al lado morado del Gobierno a su manera, gracias a su propia luz. Y lo curioso es que los suyos dan pistas de que la vicepresidenta nunca ha sido menos Díaz de lo que es. "Nunca ha cambiado su comunicación política", explica una persona que no se separa de ella casi ni un segundo y que remacha: "Ella sigue siendo igual de trabajadora y dialogante". En plata: que la vicepresidencia no la ha hecho diferente.
Aunque el veredicto del patio del Congreso, donde se arremolinan ujieres, periodistas, técnicos de cámara y sonido, asesores parlamentarios y diputados cada fin de pleno es diferente:
- "Ahora se lleva a los periodistas de calle. Es que es increíble".
Lo cierto es que gracias a ese puesto en la sala de máquinas de España, Yolanda Díaz está armando ese perfil de 'otra política': "Es evidente que está aprovechando esa visibilidad para marcar un liderazgo. Y la comunicación de ella es muy eficaz. Pero no es de ahora. Si miramos cuando estaba el propio Iglesias en el Gobierno, ella ya era mejor valorada y estaba por encima de él. Pero sí, es evidente que está aprovechando esa habilidad para configurar un liderazgo político e, incluso, un liderazgo político al margen del partido o no escondido en el partido", apunta Rodríguez Virgili, de la Universidad de Navarra.
En el patio del Congreso apenas hay corrillos que generen más interés que el de Yolanda Díaz, casi siempre dispuesta a pararse a departir con la prensa. La vicepresidenta es una estrella al alza que está haciendo sombra al liderazgo del mismísimo Pedro Sánchez. Por eso, desde Unidas Podemos achacan al presidente todo tipo de planes encaminados a bajar su 'efecto' en las encuestas. "Ningún presidente ni líder permitiría que nadie intentara, desde su propia casa, que le hicieran competencia", zanja Arroyo.
"Desde que es ministra siempre ha dado esa imagen que le está funcionando de mano de hierro en guante de seda. Es una mujer elegante, muy cordial, que ha demostrado capacidad de llegar a acuerdos… Y eso es lo que suscita amplios márgenes de aceptación y no rechazo por su comunicación, el que podía suscitar Iglesias o la ministra Irene Montero", ahonda Rodríguez Virgili.
El poder no entiende de amistades. Y el auge de la vicepresidenta segunda -ungida por Pablo Iglesias y por la actual dirección morada para capitanear ese nuevo espacio en la izquierda- pone en peligro su relación con la cúpula de Podemos. Con Irene Montero, pero también con la propia secretaria general, Ione Belarra, vieja amiga universitaria de la titular de Igualdad.
Siempre ha dado esa imagen que le está funcionando de mano de hierro en guante de seda"
Dentro del partido son conscientes de las tensiones que se producirán cuando Díaz tome el mando una vez haya nacido su criatura política. Y ese día llegará, según fuentes moradas, más pronto que tarde. Hasta entonces, Díaz seguirá desarmando, sonrisa en boca, a todo aquel que se acerque ella. Con suavidad y firmeza.
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