Yolanda Díaz ha sufrido otro golpe. La vicepresidenta segunda es una de las grandes perjudicadas por el batacazo de Unidas Podemos en las elecciones castellano y leonesas de este domingo, donde los suyos perdieron uno de los dos diputados que tenían. Y eso que la líder del espacio morado apenas se comprometió con la campaña, ya que solo fue a un acto.
El trastazo ha sido de expectativas, porque el partido llevaba varios días con encuesta internas que les ponían a tiro los cinco escaños que permiten un grupo propio en la Cámara. Este lunes, los morados han restado importancia al hecho de que Yolanda Díaz no se haya pronunciado sobre el resultado electoral: "No sé por qué Yolanda no se ha pronunciado aún. Lo hará, imagino, en los próximos días", ha espetado el portavoz y candidato, Pablo Fernández.
Lo cierto es que el "retroceso" morado, como lo calificó el propio Fernández en la noche electoral, supone también un batacazo para Díaz en su primera prueba a los mandos del espacio confederal tras la salida de Pablo Iglesias de la política y del partido. La vicepresidenta segunda optó por un perfil bajo durante la campaña, precisamente por la reforma laboral. Por eso, también inició un lavado de imagen con la subida del salario mínimo.
Y es que su proyecto estrella vio la luz verde del Congreso gracias al respaldo de más partidos de derecha que de izquierda, algo que escoció no solo en Podemos, también en el cuartel electoral de Yolanda Díaz. Ese es el motivo por el que los morados, además, han insinuado este lunes que el Gobierno debe ir más a la izquierda y tomar medidas "valientes" para conectar con el sector progresista. Y en ese plan no entra bien la reforma laboral. En la sede morada sospechan que los castellano y leoneses no han percibido bien la labor del Gobierno central.
Más allá del golpe, la relación entre Podemos y la titular de Trabajo no atraviesa su mejor momento. Y la guinda tras la carambola de la reforma laboral la puso la propia Yolanda Díaz, quien insinuó que hubiera dimitido si su proyecto estrella no hubiera sido convalidado en el Congreso de los Diputados. Mientras, la cúpula de Podemos afronta la confusión y el enfado que genera Díaz entre las bases.
No solo es que la militancia eche de menos a Pablo Iglesias, es que la comunicación política de su sucesora, tan dialogante y pactista, no les seduce. Además, Díaz rechazó armar su plataforma para que los castellano y leoneses la pudieran votar 'directamente'. La titular de Trabajo estuvo 'escondida' en campaña en el municipio vallisoletano de Castronuño, de 800 habitantes, porque Podemos sabe que la reforma laboral la ha dejado tocada.
Preocupación
Por eso, en Podemos están preocupados. El golpe electoral que han sufrido les llevará a abordar una "honda reflexión", según anunció este domingo Pablo Fernández. Una vez más, y como pasó en la repetición electoral de junio de 2016, la confluencia de los morados con Izquierda Unida no ha supuesto más apoyos. Y es que hace dos años, Podemos se hizo con más papeletas (68.787) que este 13F (61.262). Además, ha perdido los 31.575 votos que sacó Izquierda Unida por su cuenta en 2019.
El entorno de la vicepresidenta segunda no ha valorado para este diario el resultado electoral. Yolanda Díaz no ha publicado ni un tuit sobre los resultados. No como Pablo Iglesias. El exlíder de Unidas Podemos cree que los suyos "resisten". "No vuelve el bipartidismo; llega la reacción", ha remachado sin mandar ningún mensaje alguno a Díaz.
Yolanda Díaz enfrenta otro problema más allá del 'tutelaje' de Iglesias. Pese a que ella reitera cada vez que tiene ocasión que sus planes electorales pasan por alejarse de la izquierda a la izquierda del PSOE, un espacio que considera "pequeño y marginal", lo cierto es que el grueso de sus apoyos electorales vendrán de ahí. No por casualidad Unidas Podemos repite machaconamente que ella y solo ella es la líder tras la salida de Iglesias. Por eso, no es una buena noticia para ella que los suyos se hayan desinflado.
Así, aparentemente, los guiños que ha lanzado a ese electorado más centrado como la foto con el Papa o decir que la sanidad pública no es ni de derechas ni de izquierdas, no ha servido para que el espacio que Yolanda Díaz lidera haya cogido músculo. En verdad, Díaz tiene parado su proceso de escucha. Antes de que terminara el año, la vicepresidenta segunda dejó caer que el momento en el que empezaría a carburar su carrera sería después de Navidad, una vez superado el trámite laboral. Pero la convalidación del decreto le ha dado más dolor de cabeza que otra cosa. Y ahora, el resultado en Castilla y León la obligará a tomar otro parecetamol.
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