En el panorama político español de 2024, el nombre de Yolanda Díaz resuena entre las páginas de un libro de desafíos, fracasos electorales y crisis internas que la han colocado en una posición delicada.
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social ha enfrentado un año plagado de dificultades que, junto con el estancamiento de su proyecto estrella, la reducción de la jornada laboral, han teñido de negro su trayectoria política y personal.
Batacazos electorales: Galicia, País Vasco y una formación que no despega
El año comenzó con malas noticias para la ministra gallega. En las elecciones autonómicas de Galicia, celebradas en febrero, su formación, Sumar, quedó fuera del Parlamento, obteniendo menos del 2% de los votos. Marta Lois, portavoz y candidata al frente del partido en esta región, no logró movilizar al electorado, dejando a Sumar como un proyecto sin representación en una de las comunidades clave para Díaz, nacida en Ferrol.
El panorama no mejoró en las elecciones vascas de diciembre, donde la candidatura de Alba García, joven psicóloga y rostro poco conocido del partido, tampoco logró resultados positivos. Con solo un 3,34% del voto, Sumar volvió a quedarse en la sombra frente a fuerzas más consolidadas como Bildu y el PNV. Los votantes ignoraron a una formación que parecía desmoronarse, incapaz de conectar con el electorado y cargando con la desventaja de una guerra abierta con Podemos.
Estos fracasos se suman al tibio desempeño en las elecciones generales de julio, donde Sumar obtuvo solo 31 escaños, cuatro menos que Podemos en 2019. Aunque Díaz pudo formar parte del Gobierno de coalición con Pedro Sánchez, la realidad es que su proyecto político ha sido incapaz de consolidarse y sigue perdiendo terreno frente a otros partidos de izquierda.
El estancamiento de la reducción de la jornada laboral
Uno de los proyectos más ambiciosos de Yolanda Díaz, la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales, también enfrenta obstáculos significativos. Este plan, diseñado para mejorar la calidad de vida de los trabajadores sin reducir sus salarios, ha chocado con resistencias tanto dentro del Gobierno como en el ámbito empresarial.
Desde el principio, la medida fue recibida con escepticismo por la patronal, que pidió más tiempo para adaptarse. Aunque inicialmente se planteó una reducción gradual en dos fases (38,5 horas en 2024 y 37,5 horas en 2025), el retraso en las negociaciones llevó a descartar la primera etapa, trasladando todo el proyecto a 2025. Sin embargo, el ala socialista del Gobierno, encabezada por el Ministerio de Economía, ha sugerido aplazar aún más su implementación hasta 2026, un golpe directo a las intenciones de Díaz y al pacto de coalición entre PSOE y Sumar.
Las discrepancias no terminan ahí. Mientras Trabajo insiste en que la reducción de la jornada no debe implicar una disminución salarial, especialmente para los trabajadores a tiempo parcial, sectores del PSOE han planteado la posibilidad de ajustar los salarios para mitigar el impacto económico en las empresas. Este debate ha intensificado la tensión entre Díaz y algunos miembros del Ejecutivo, quienes consideran la propuesta difícil de implementar en el contexto actual.
Más allá de la discusión interna en la coalición, el problema de la ley es que no está claro que vaya a tener apoyos suficientes en el Congreso porque Junts podría tumbarla. Precisamente por eso este lunes se fue a visitar a Carles Puigdemont a Waterloo Pepe Álvarez, líder de la UGT, para intentar convencerlo de que se replantee ese no. El Gobierno y los sindicatos están a punto de firmar el acuerdo definitivo, probablemente esta misma semana. Pero la patronal se ha quedado definitivamente fuera, y Díaz fue muy crítica con ellos, que han llegado a señalar que la vicepresidenta segunda tiene una “obsesión” con la reducción de jornada. Al quedar fuera la patronal y ponerse muy en contra, esta posición puede influir sobre Junts, siempre sensible a lo que dicen los empresarios catalanes, que rechazan de plano la reforma. En cualquier caso, tanto los sindicatos como Sumar confían en convencer a Junts para que al menos permita que se tramite la ley cuando llegue al Congreso y a partir de ahí discutir en el trabajo parlamentario los detalles.
"Quiero ser clara: dentro del Gobierno se va a cumplir el acuerdo", aseguró Díaz en una rueda de prensa reciente, insistiendo en que la jornada de 37,5 horas será una realidad antes de que finalice 2025. Pero las diferencias internas y la falta de apoyo parlamentario siguen poniendo en duda esta afirmación que ya se retrasa hasta 2026.
En este sentido, en los últimos días ha conseguido cerrar un acuerdo para reducir la jornada laboral de las 40 horas actuales a la semana a 37,5 el próximo año. Este viernes, firmaron el documento la vicepresidenta segunda y los líderes sindicales Unai Sordo y Pepe Álvarez. El acuerdo es fruto de los trabajos que en las últimas semanas el departamento dirigido por Díaz y los sindicatos han realizado en una mesa técnica. Tras rechazar la patronal, participar en la reducción de la jornada, Trabajo y las organizaciones sindicales abrieron este foro, después de constatar que existía un amplio consenso entre ambas partes respecto a los aspectos fundamentales de la reforma.
La batalla entre Sumar y Podemos
El enfrentamiento entre Sumar y Podemos ha sido un elemento constante en el difícil año de Yolanda Díaz. La ruptura entre ambas formaciones, que marcó las elecciones generales de 2023, continúa debilitando a la izquierda española. En territorios como el País Vasco, Podemos no ha dudado en marcar distancias con Sumar, mientras que en Cataluña, la alianza con Ada Colau ha relegado a Díaz a un papel secundario frente a los Comuns.
En Madrid, la situación no es mejor. Más Madrid, liderado por Mónica García, ha absorbido gran parte del espacio político que Díaz esperaba ocupar, dejando a Sumar sin estructura propia y sin capacidad para competir en la capital. Esta realidad se ha convertido en un obstáculo más en el intento de Díaz por consolidar su liderazgo.
La crisis personal de Yolanda Díaz
En paralelo a las dificultades políticas, Díaz ha enfrentado un año complicado en su vida personal. A principios de 2024 se conoció su separación de Juan Andrés Meizoso, delineante arquitectónico y su pareja durante más de dos décadas. La ruptura, aunque discreta, añade un componente emocional a un año ya complicado para la ministra.
Díaz, que vive con su hija Carmela en una vivienda oficial dentro del Ministerio de Trabajo, ha hablado abiertamente sobre su papel como madre soltera. "Soy súper monomarental", declaró en una entrevista a principios de año. Sin embargo, su separación también ha sido utilizada por algunos sectores como un arma para cuestionar su estabilidad y liderazgo.
Sumar, un proyecto en busca de dirección
A pesar de los contratiempos, Yolanda Díaz sigue defendiendo la necesidad de fortalecer Sumar. En reuniones con su grupo parlamentario, la vicepresidenta insistió en la importancia de consolidar una organización que aún carece de estructura y apoyo sólido en muchas regiones. La estrategia pasa por diferenciarse más del PSOE y por centrarse en banderas progresistas como la reducción de la jornada laboral o el salario mínimo.
El año 2024 quedará registrado como uno de los más complicados en la carrera política de Yolanda Díaz. Los fracasos electorales, las discrepancias internas en el Gobierno, el estancamiento de su proyecto estrella y las crisis personales han dibujado un panorama sombrío para la ministra de Trabajo.
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