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CEAPA: "Les hemos enseñado que la violencia se puede y se debe ejercer"

El papel de los padres a la hora de abordar el problema del acoso escolar es fundamental. Si la confianza entre padres e hijos falla, se hace muy difícil averiguar que un niño está siendo hostigado.

José Luis Pazos, presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA) reconoce que falta formación tanto para los docentes como para los propios progenitores. Pero reclama que el Gobierno y las comunidades pongan el foco no tanto en el castigo sino más bien en la prevención. Cree que el problema del acoso tiene que ver con que los niños reproducen en la escuela los patrones de una sociedad violenta y con un fallido sistema educativo que prima la memoria por encima de los valores cívicos de convivencia.

¿Cómo detectan los padres el acoso?

Para los padres y madres es complicado saber lo que está pasando en las aulas. Los docentes tienen muchas más posibilidades de detectar lo que está pasando allí. Para los padres y madres la información llega la mayoría de las veces por los propios hijos o por hermanos o compañeros del centro educativo.

¿Qué le piden a los centros educativos para frenarlo?

En la actualidad, la mayoría de los centros tienen protocolos de actuación, pero siempre hemos dicho que están más basados en la sanción de lo sucedido que en la prevención de lo que puede llegar a suceder. Y es verdad que falta mucha formación, tanto a los docentes como a los padres y madres, sobre cómo afrontar estas situaciones.

En los centros educativos se tendría que priorizar la educación en valores y en la convivencia positiva. Y eso muchas veces queda eclipsado porque lo prioritario para quien nos legisla es memorizar, memorizar y memorizar. Y es necesario que se rompa la dicotomía de que el grupo de los docentes tiene que ir por un lado y las familias por el otro. Que se junten en una tutoría una vez cada tres meses no funciona. Eso significa cambiar también el enfoque de la participación, de la cultura democrática. Y si la escuela no es democrática –y hoy por hoy la legislación piensa en una escuela que no debe ser democrática-, pues los procesos de respeto a los demás se ven gravemente dificultados.

El Ministerio no pregunta a las organizaciones que tenemos representatividad en la educación

Ustedes reclaman que el Ministerio convoque el Observatorio de la Convivencia escolar.

En los últimos cinco años no se ha convocado ni una sola vez. El Ministerio plantea la necesidad de que toda la comunidad educativa trabajemos en favor de erradicar el acoso escolar, pero luego no da muestras de predicar con el ejemplo, porque no cita a las organizaciones que tenemos representatividad en la educación española y no nos pregunta qué opinamos o qué pensamos que hay que hacer. Y luego justifica con excusas no haber convocado el Observatorio, cuando la realidad es que, si se manda la convocatoria, se asiste.

¿Cómo valora el teléfono contra el acoso que ha puesto en marcha Educación?

El teléfono contra el acoso escolar es una de las posibles medidas que se pueden poner en marcha y que puede llegar a ser efectivo para esos niños o niñas que ya detectan que a su alrededor ha fracasado todo y que la única vía es la denuncia oculta. Se enfrenta a ese teléfono sabiendo que nadie va a decir quién ha hecho la denuncia. Pero es un teléfono que funciona al final de la cadena y que supone el fracaso previo de todo lo demás, en especial de la prevención. Cuando alguien descuelga ese teléfono, ya es víctima de acoso escolar. Y lo que nosotros planteamos es que no existan víctimas, que el teléfono sea algo que no deba existir.

Es un teléfono que funciona al final de la cadena y que supone el fracaso previo de todo lo demás y de la prevención

¿Qué debería hacer la administración pública para evitarlo?

Pues cambiar el modelo educativo. Porque el primer objetivo de la educación es construir ciudadanos y ciudadanas, que sean positivos en su forma de actuar y de relacionarse en su forma de actuar en la sociedad. Que aporten valor añadido. Y que tengan una convivencia perfecta con el resto de compañeros que le rodean.Por tanto, se debe priorizar la educación en valores y la educación ciudadana por encima de cualquier otra circunstancia de currículum formal, que es imprescindible, claro.

Además de ser buenos ciudadanos, tendrán que ser buenos arquitectos, ingenieros, doctoras, astronautas… pero todo eso es irrelevante si detrás de esas personas con titulaciones no hay personas empáticas que puedan rodearse y tener afecto con los que les rodean. Que cuando existe el más mínimo problema de convivencia, pare la actividad del resto y se solucione el problema de convivencia. Cuando no hay un ambiente positivo para alguno de los alumnos, la educación no funciona. Puede que se supere o que se soporte, pero no estamos hablando de educación, estamos hablando de instrucción.

Cuando no hay un ambiente positivo para alguno de los alumnos, la educación no funciona

En algunas ocasiones hay padres que refuerzan la conducta negativa del hijo, atacando las decisiones del profesor.

Primero: los casos en que padres o madres acuden a enfrentarse de forma violenta con los maestros son tan absolutamente anecdóticos y puntuales que son noticia todavía. Si no fuese así, si se convirtiera en lo habitual, dejarían de ser noticia. Por tanto, no podemos confundir los hechos puntuales con la dinámica habitual.

Segundo: la violencia institucional y del propio sistema educativo que soportan los menores en las aulas es muy superior al que ellos ejercen a sus iguales y al resto. Por tanto, tenemos que cambiar la filosofía con la que la institución escolar se relaciona con el alumnado y generar espacios en los que el alumno se sienta protagonista y no verdugo de unas políticas completamente desacertadas.

Cuando estamos presionándoles institucionalmente hacia espacios y formas de actuar que no son nada democráticas pueden producirse contestaciones o respuestas inadecuadas por parte de los alumnos; que son menores de edad, personas que están aprendiendo a ser ciudadanos y ciudadanas. Y, por tanto, están sujetos a mayor margen de error que los adultos, en teoría. De los errores hay que aprender. Y no simplemente sancionar y expulsar.

A su juicio, ¿cuál es el origen del acoso escolar?

Los niños y niñas que son objeto de acoso escolar normalmente tienen alguna etiqueta que les acompaña. Pertenecen a una etnia determinada o tienen una orientación sexual determinada. O su aspecto físico es diferente al de la mayoría. Pero estas no son las causas del acoso escolar. Estas son las excusas. El origen viene dado porque un niño quiere ser violento y busca alguien con el que serlo. ¿Por qué quiere ser violento? Porque le hemos enseñado que la violencia se debe y se puede ejercer.

La violencia forma parte de la sociedad y la escuela es un entorno mucho más seguro y menos violento que la calle

Los niños y las niñas no son violentos cuando vienen al mundo. Pero los adultos les enseñamos que existen etiquetas y que a las personas que están en esas etiquetas, se les puede hacer daño, directa o indirectamente. Y que no pasa nada por hacerlo y que, incluso, a veces, hay gente que dice que está bien. Y la violencia forma parte de la sociedad y la escuela es un entorno mucho más seguro y menos violento que la calle, aunque a veces se traslade la idea contraria.

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