Es muy poco lo que permanece abierta la terraza del museo Thyssen, pero merece la pena la experiencia. El Mirador del Thyssen abre sus puertas del 29 de junio al 7 de septiembre, sólo durante el servicio de cenas y bajo la dirección gastronómica de El Antiguo Convento Catering.
Se trata de una de las terrazas más especiales, mágicas y con las mejores vistas de la capital. Está situada en la quinta planta del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y desde ella se puede disfrutar de una inmejorable panorámica del paseo del Prado y de la iglesia de San Jerónimo el Real, todo ello bajo el manto estrellado que en verano cubre las azoteas de la ciudad. Como cada verano, este bucólico escenario abre sus puertas por tiempo limitado (poco más de dos meses) y sólo durante el servicio de cenas para convertirse en parada obligatoria de los amantes del mejor arte culinario.
Bajo la dirección gastronómica de El Antiguo Convento Catering, una empresa con más de 60 años de experiencia en el sector de la alta hostelería, El Mirador del Thyssen ofrece una carta asentada en el mejor producto de origen nacional: hay bonito del norte, rodaballo y bacalao del Cantábrico, vieiras y carnes de vaca rubia gallegas, atún rojo de almadraba, jamón ibérico de bellota con D.O. Guijuelo, cecina de León y quesos de origen nacional. En ella conviven además recetas de corte tradicional, como la terrina de pato con dulce de pimientos y chocolate amargo o los ravioli de morteruelo con crema de maíz al ajo negro, con propuestas de vanguardia (destaca el rodaballo sobre foie vegetal y oliva texturizada) y platos e ingredientes de la cocina global.
Este año la carta de El Mirador se presenta más viajera que nunca con platos como tiradito de corvina con ajetes asados y un toque umami, tartar ahumado con tamarindo y tallos de wasabi o cono de zancarrón con salsa de ciruelas, miso y boniato asado y thai-suquet de rape en verde. Entre los postres, todos ellos caseros, sobresalen el “Thyssen-misú” de limón, el pastel de yuzu, la tarta de mango y fruta de la pasión y la piña colada.
El Mirador del Thyssen es el espacio perfecto para una velada romántica, una cena entre amigos o simplemente para poner el broche de oro a una jornada de visita a una de las mejores pinacotecas del mundo.
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