Si a menudo comentamos que la gastronomía se dirige cada día más a dar forma a una experiencia completa que al mero hecho de salir a comer o cenar, el plan que hoy les propongo es sin duda uno de los más apetecibles.
Y es que el restaurante del que les hablo -Tierra, galardonado con una estrella Michelín desde 2014 y dos soles en la guía Repsol- se ubica en Valdepalacios, uno de esos paradisíacos hoteles (cinco estrellas, gran lujo) que a hora y media de Madrid solucionan con fastuosidad y excelencia cualquier fin de semana o retiro al más alto nivel.
Situado entre la sierra de Gredos y el río Tajo, entre las localidades toledanas de Torrico y Oropesa, el hotel Valdepalacios cuenta con 27 habitaciones (todas ellas de entre 60 y 80 metros cuadrados) decoradas cada una de forma diferente y personalizada.
El hotel, perteneciente a Relais & Chateaux y rodeado de 600 hectáreas de naturaleza, dispone de piscina tanto exterior como interior, spa (con baño turco, sauna, sala fitness y bañera de hidroterapia) y ofrece a sus huéspedes la posibilidad de realizar diversas actividades como paseos a caballo o en bicicleta de montaña, pesca o cursos de cata o de cocina.
Gastronómicamente, Valdepalacios posee en su interior el restaurante gastronómico Tierra, poseedor de una estrella michelín y que tiene como jefe de cocina a Roberto Terradillos, un magnífico cocinero que tras formarse en fogones tan reputados como los de The Fat Duck (de Heston Blumenthal) o Etxebarri, trabajó en las cocinas de El Celler de Can Roca, El Ermitaño, Akelarre, Nerúa o el Serbal de Santander. Junto a él, Jesús Hernández Muñoz, proveniente del también cántabro Cenador de Amós.
En su menú degustación denominado igualmente Tierra (110 euros, 150 euros con armonía de vinos), Terradillos propone una selección de platos en los que se une materia prima seleccionada con esmero, con abundantes guiños al producto autóctono, con una técnica depurada que consigue creaciones convincentes en las que el equilibrio de sabores y el refinamiento son notas presentes en cada pase.
Colosal el salmonete asado con emulsión de albahaca y pimiento verde, magnífica la presa curada con coliflor marinada y zanahoria al café y rotundo e irrefutable la pechuga de pato con cacao, berza y castaña, son solo algunos ejemplos de un menú con el que sobre todo se disfruta. Mención aparte merece el tartar de trucha con crema de trufa y es que la trucha es el producto fetiche del cocinero palentino que siempre en sus cartas trabaja este pescado como guiño a su tierra.
El lujo o lo es discreto o corre el riesgo de convertirse en horterada. Valdepalacios es claro ejemplo de ese lujo tan evidente como silencioso. La elegancia, no lo olviden, no es impactar sino ser recordado.
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