No es cuestión baladí. Las cualidades de las copas, su forma y conocerlas a fondo son cuestiones importantes, casi diríamos que imprescindibles, para poder disfrutar más del vino y, a la hora de la compra, no equivocarnos.
Por supuesto siempre deben ser transparentes para poder admirar el color del líquido que contiene, pero también lo deseable es que sean de cristal- el vidrio es más grueso-, y éste, cuanto más fino mejor. Es al beber cuando al contacto con los labios se disfruta de un cristal realmente valioso; es una cuestión fundamental porque hará más agradable la degustación sin interferencias.
La forma de la boca de la copa es crucial ya que en la lengua hay distintas zonas donde se perciben diferentes sabores: astringente en la parte posterior, salado en los extremos, dulce en la punta y ácido en los laterales. Por tanto, la forma en que el vino llega a nuestras papilas será determinante para destacar aquellos aspectos del vino más interesantes y, de esta forma, potenciarlo.
Vamos por partes
Actualmente se están haciendo auténticas maravillas de cristal soplado, pero antes de llegar a esto, quizás sea conveniente refrescar la estructura de la copa, cuestiones menos sencillas de lo que parece. Básicamente encontramos cuatro partes: pie, tallo, cáliz y boca.
1) Pie: Ha de tener un tamaño preciso y perfecto ya que es la base , lo que sostiene la copa y su función es muy importante. Preserva el vino y evita que se derrame. Algunos catadores suelen coger la copa por esta parte para agitar el vino con el fin de oxigenarlo y también para beberlo, aunque entre la gente no es lo más habitual
2) Tallo: Cuanto más fino, de mejor calidad será la copa que, siempre, se debe coger por el tallo para evitar calentar el vino con las manos. También es una manera de evitar que los perfumes que podemos llevar en ellas interfieran con nuestra cata o degustación al estar más cerca de la nariz. Aconsejable: nunca echarse colonia para ir a una cata.
3) Cáliz: Es la parte más complicada de la copa, porque hay muchas y variadas formas. Como norma general, podemos decir que cuanto más complejo sea un vino, el fondo del cáliz debe ser más amplio para que así se pueda expresar en toda su extensión; éstas son las denominadas “copa de balón”.
4) Boca: Otro aspecto clave. Puede ser más abierta o más cerrada. En el primer caso, los aromas llegarán antes a nuestra nariz y se detectarán más ampliamente, pero también se disolverán con mayor rapidez. Y viceversa. Los vinos más viejos, los tintos con más bouquet son los indicados para estas copas.
Una copa para cada vino
Pero hay muchas otras cuestiones a tener en cuenta que son importantes.
5) El cristal: Hace años se consideraba que cuanto más porcentaje de plomo llevara el cristal de las copas- hasta un 24%-, de mejor calidad era. Este metal daba más brillo así como flexibilidad. Sin embargo, comenzaron a surgir teorías sobre su posible toxicidad y cada vez se utiliza menos.
No obstante debemos resaltar que según los expertos, el poco tiempo que el vino permanece en la copa y por las mismas cualidades del cristal (no poroso) es difícil el trasvase plomo- vino. Actualmente, se hacen copas de cristal sin plomo- más ligeras- y es la tendencia más rompedora. Por último, ya hemos dicho que ha de ser siempre transparente para evitar fronteras innecesarias que entorpezcan la observación del vino.
Principales tipos de copas. Cortesía de la Denominación de Origen La Mancha.
6) La forma de la copa: Las hay muy variadas, aunque una de las más habituales es la tipo “Burdeos”, una copa comodín que serviría tanto para tintos (preferiblemente jóvenes) como para blancos si no tenemos la copa apropiada en ese momento.
El catavinos se utiliza tradicionalmente para vinos de Jerez, aunque hoy se prefiere una copa tipo Burdeos. Lo mismo ocurre con las de flauta, estrechas y alargadas, la panacea para los espumosos y ahora caídas en desgracia en pos de copas de mayor envegadura
La copa de balón, antes mencionada, resulta perfecta para vinos más importantes, con mayor crianza y más matices. En definitiva, con más bouquet.El catavinos siempre se utilizó tradicionalmente para vinos de Jerez, aunque hoy está en desuso en pos de una copa tipo Burdeos.
Lo mismo ocurre con las copas de flauta, estrechas y alargadas, hasta hace pocos años consideradas la panacea para los espumosos y ahora caídas en desgracia. La razón última estriba en que en recipientes más grandes los vinos siempre se expresan mejor.
Marcas y marcas
Actualmente se realizan auténticas obras de arte en copas. Un buen ejemplo lo tenemos en la firma Zalto sopladas a partir de un cristal sin plomo; de origen austriaco, resultan delgadas y ligeras, con un tallo asombrosamente flexible.
Las copas Josephinenhütte están diseñadas por Kurt Josef Zalto. Sopladas a boca poseen un diseño único que incluye un característico pliegue en su cáliz para desarrollar los aromas óptimamente en la copa, de manera más rápida e intensa. Josephine nº 2 es la ‘Universal’ y sacará lo mejor de vinos blancos o tintos de cuerpo medio.
Kurt Joseph Zalto observando una de sus copas Josephine con el famoso 'pliegue' en el cáliz.
Aunque estas dos son nuestras favoritas, hay otras marcas en el mercado de excelente calidad como Riedel, pionera en diseñar distintas copas según el vino e, incluso, diferentes variedades de uva. Menos especializadas en copas pero también con muy buen cristal podemos hablar de la alemana Villeroy& Boch, las francesas Lalique, Sévres y Baccarat y, por supuesto, el renombrado cristal de Bohemia (República Checa y Silesia). La alemana Schott Zwiesel tiene un buen diseño, calidad y resistencia por lo que es ideal para utilizarla a diario y están hechas a máquina, aunque su gama alta es de cristal soplado.
El sector del cristal, y por ende de las copas, es todo un mundo, pero muy especialmente si hablamos de vinos.
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