Catar un vino debe ser una actividad lúdica y placentera, lo más alejado de pedanterías o rancios academicismos. El secreto de la cata esconde un sólo axioma: probar muchos vinos y cuantos más mejor. La cantidad, en este caso, es la clave.
De esta manera, iremos fijando en nuestra memoria olfativa y gustativa todo el elenco de posibilidades que un vino ofrece. Para empezar facilita mucho la tarea acudir a algún curso de Iniciación a la Cata, donde sientan las bases para distinguir aromas y gustos.
Fundamentos teóricos del vino
También es muy práctico llevar un cuaderno donde ir apuntando el vino (con su añada correspondiente) y sus características, como la denominación de origen, tipo de elaboración, uvas… es un mundo muy amplio y variado que, si estructuramos desde el principio, simplificará la tarea.
Una vez que hayamos sentado los fundamentos teóricos sobre la elaboración del vino es el momento de pasar a la acción, aunque también se puede hacer simultáneamente y resultará más ameno
Blancos, tintos, rosados, espumosos, dulces o generosos se elaboran de distinta manera e, inevitablemente, algo habrá que estudiarlos para conocer sus rudimentos teóricos. Una vez que hayamos sentado los fundamentos, es el momento de pasar a la acción, aunque también se puede hacer simultáneamente y resultará más ameno.
Mitos 'peliculeros'
Es importante saber que la cata exige concentración. En una tumultuosa reunión de amigos quizás no sea el momento idóneo, pero sí lo será quedar con dos o tres personas tan interesadas como tú en el tema: siempre es más divertido y fructífero intercambiar opiniones.
Por último, señalar que no hay que dejarse deslumbrar por mitos ‘peliculeros’ sobre acertar con la añada al primer sorbo tipo James Bond, descubrir el tipo de uva con tan sólo una inhalación o dar el año tras probarlo… No es verdad o tan sólo consiste en una gran coincidencia. El mundo del vino es amplio y, como tal, algo complicado. Pero también es un universo único, divertido y maravilloso.
De momento, te brindamos unas sencillas reglas para la cata. Se trata de disfrutar del vino y no de una prueba científica. Los errores, sobre todo al principio, son muy comprensibles y frecuentes. ¡Pero no te desanimes!.
* DÓNDE: Busca un lugar con buena luz (mejor natural), una correcta temperatura y sin olores que puedan interferir. A mano, un folio en blanco para ver bien el color, un bolígrafo y el cuaderno de cata. Si se va a catar más de una referencia son necesarias las escupideras, ya que en cata usualmente los vinos no se beben. Los colines entre vino y vino limpian el paladar porque son un alimento neutro.
- CUÁNDO Y CÓMO: La mañana es el mejor momento para catar ya que los sentidos están más despiertos, pero no es una norma imprescindible. Hay dos tipos de cata: ciega y a la vista. En la primera las botellas se cubren (usualmente con papel de aluminio) y los puristas recomiendan también copa negra para que el catador no tenga ninguna pista sobre él. En la segunda, se proporciona toda la información al catador (zona, añada, uvas, etc.), incluido el precio. La puntuación puede ser sobre 10 o sobre 100, ésta última la preferida en catas profesionales.
- TEMPERATURA: La temperatura debe ser unos 3- 5 grados más baja que la de degustación- especialmente en blancos, rosados y espumosos-, lo que permite detectar mejor bondades y defectos del vino.
- DESCORCHE: Es imprescindible un cortacápsulas, un artículo muy práctico también para el día a día. Un buen sacacorchos también es muy importante. Las tenazas se utilizan para espumosos rotando con ella entre el tapón y el gollete suavemente. Y anilla anti- goteo... ¡sin manchas!.
- CORCHO: El buen estado del corcho es muy importante, debe estar entero, cuanto más largo mejor y algo elástico. Su olor puede ser de humedad, moho… o simplemente sucio, ¡peligro!; si sólo huele a “vino”, buena señal. Un corcho poco manchado denota que no ha estado en contacto con el vino por una equivocada colocación vertical de la botella.
- COPAS: Deben estar muy limpias y sin restos de jabón por lo que es necesario aclararlas a conciencia. Las más indicadas son de cristal fino, transparente y sin tallas porque lo más importante es poder ver el vino a la perfección. La copa tipo Burdeos puede ser un buen comodín. Zalto y Riedel son dos marcas que nunca fallan. Los catavinos tradicionales han caído en el olvido.
- SERVICIO: Verter dos dedos, para la cata no hace falta más. Los vinos muy jóvenes y los más antiguos, con aromas aún poco ‘domesticados’, de oxidación o de 'claustro' es muy recomendable decantarlos previamente. Pero ¡ojo!, si se trata de un vino muy viejo puede venirse abajo enseguida y perder cualidades al contacto con el oxígeno, por lo que habrá que beberlo de inmediato.
- COLOR: En blancos hay una bonita gama que va del pajizo, amarillo o dorado, típico de los vinos con más crianza. Los tintos jóvenes (violáceos) y reservas (tejas). En rosados, la gama va del “piel de cebolla”( característico de los provenzales y hoy de moda en España) al fresa. Para ver la capa o ‘transparencia’ del vino habrá que colocar la copa sobre un fondo blanco y puede ser baja, media o alta cuando sea más opaco.
- AROMAS: Se huele a copa parada y luego otra vez tras agitar el vino en la copa. Pueden ser primarios (vegetales, flores, frutas, terruño- mineral …), secundarios (levaduras, bollería, lácteos) o terciarios, referidos a su crianza (cuero, madera, tabaco…). Los defectos más extendidos son el olor a corcho por tapón contaminado (TCA), “brett” (establo, orín…) o acético (avinagrado).
- TACTO Y GUSTO: El tacto es la sensación que se percibe en la boca. Aterciopelado, sedoso, intenso, astringente, carnoso… El gusto, ácido, salado, dulce o amargo confirma los aromas en boca. Los retronasales son aquellos aromas que vuelven tras probar el vino, cerrar la boca, tragar y expulsar aire por la nariz.
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