Si eres purista de la pizza, mejor no sigas leyendo. Eso sí, si quieres una receta de pizza fácil, increíblemente buena y crujiente, en los siguientes párrafos vas a encontrar un tesoro. Y no es porque la receta que viene a continuación sea muy innovadora, pero la pizza que traemos hoy no es la tradicional que puedes encontrar en las calles de Nápoles.El punto de esta elaboración reside en una palabra: prepizza. ¿Qué significa eso? Hacemos levemente la masa en el horno antes de añadirle cualquier ingrediente, incluso el tomate y el queso. El motivo de ese novedoso paso se realiza para conseguir una pizza mucho más crujiente. Puede parecerte raro, pero en el momento en el que hagas esta receta, no querrás hacer otra de este típico plato italiano.El resto es sencillo, una buena harina, no mezclar la levadura con los ingredientes líquidos (perderíamos el efecto químico, muy necesario para un resultado perfecto) y la temperatura del horno. Acostumbrados a unas temperaturas altas, pero no máximas, ahora necesitamos el máximo rendimiento del horno para lograr la prepizza perfecta, la antesala de la pizza ideal.Y aunque es un clásico de las recetas con harina, las cantidades pueden variar dependiendo del tipo de harina que usemos. Lo ideal es usar una harina de trigo normal, pero podemos variar según como queramos. El punto perfecto, cuando estén todos los ingredientes mezclados, es poder manipular la masa resultante sin que se nos quede pegada a las manos y que recoja todos los residuos de mezcla que hayan quedado en el recipiente en el que hemos hecho la mezcla y hemos empezado el amasado.Pero antes de contar más puntos de esta receta de masa de pizza, vamos a enumerar los ingredientes y los pasos concretos a seguir para conseguir una pizza de diez.
Ingredientes para dos pizzas
- 500 gramos de harina blanca de trigo
- Medio sobre de levadura
- 250 gramos de agua tibia
- Un huevo
- Una cucharadita de aceite de oliva
- Una cucharadita de sal
- Media cucharada de azúcar
Receta de masa de pizza
- En un bol tipo ensaladera metemos los ingredientes secos (harina, levadura, sal y azúcar), removemos para que se mezclen bien y con una cuchara hacemos un hueco en el medio. En ese hueco echamos el agua, el aceite y el huevo. Nos mojamos las manos y empezamos a mezclar los ingredientes. Mezclamos hasta conseguir una masa homogénea y teniendo en cuanto los puntos que se han comentado anteriormente sobre las cantidades de harina y agua.
- En una superficie plana y con espacio de sobra, echamos un poco de harina en la misma y ponemos la masa por encima. Es momento de amasar. Paciencia y un poco de fuerza son los elementos necesarios para obtener una pizza perfecta. El tiempo estimado de amasado debe ser mínimo de 10 minutos, añadiendo harina cuando veamos que la masa empieza a quedarse pegada en la superficie o en nuestras manos.
- Cogemos el mismo bol que hemos usado al principio y añadimos un poco de aceite en la parte central. Justo en esa parte se tiene que poner la masa y tapar con un trapo de tela. Es importante tener en cuenta el tiempo que hace, en verano (o en un clima cálido) podemos dejarla sobre la encimera, pero en invierno (con clima frío) es recomendable ponerla en el horno (pero sin encender, simplemente para que esté unos grados más bajos). Dejamos una hora para que la levadura haga su efecto.
- Repetimos el mismo proceso que hemos hecho antes con el amasado. Echamos harina en una superficie, disponemos la masa después de que la levadura haya fermentado y amasamos. Otros diez minutos. Es importante amasar bien, porque es un paso fundamental para conseguir un buen resultado. Mientras amasamos precalentamos el horno al máximo.
- Tras el amasado, y con un rodillo (si no tenemos podemos usar una botella de vino, por ejemplo), cogemos la mitad de la masa y empezamos a pasar el rodillo por encima. Buscamos un grosor mínimo (para que no se rompa) y un ancho que entre en nuestra bandeja de horno. Podemos hacer una pizza redonda, cuadrada o rectangular, esto va a gusto del que la haga.
- Teniendo ya la masa con la forma deseada, la ponemos encima de la bandeja del horno en la que anteriormente hemos dispuesto un papel de horno. Esto lo hacemos para que la masa no se quede pegada en la bandeja.
- Ahora es sencillo, introducimos la bandeja con la pizza en el horno a máxima potencia. El tiempo puede variar entre cada horno, pero nunca tendrá que estar más de cinco minutos. El momento clave para saber que nuestra prepizza está lista es cuando veamos que la masa empieza a tener pequeños montículos (burbujas de aire). Cuando veamos que está así la sacamos del horno y comprobamos que tiene una consistencia normal (no se dobla pero tampoco está dura).
Estas son las claves para tener la mejor masa de pizza posible. En siguientes entregas de Gastrópoli traeremos diferentes recetas que tendrán como base esta. Amantes de la comida italiana, triunfaréis con esta elaboración.
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