Gastrópoli

Recetas de Navidad: solomillo Wellington, elaboración paso a paso

El característico hojaldre de esta elaboración se mezcla con el inconfundible toque de la mostaza y una deliciosa fusión de cebolla, setas y panceta

Hablar del solomillo Wellington es hablar de cosas serias. Estamos ante una magna receta que, aunque se puede preparar en cualquier época del año (sus ingredientes, más allá de las setas, no son de temporada), en Navidad adquiere un protagonismo especial.Quizás sea el hojaldre, el gusto de la mostaza o el sabor salado que aporta el jamón o la panceta. No sabemos qué es lo mejor de esta receta, pero sí somos conscientes de que no es un plato para el día a día, es idóneo para una ocasión especial.Para los amantes de la gastronomía, la Navidad es una fecha aún más especial. 24 y 31 son unos días en los que la cocina es la protagonista, ya que lo que saldrá de ahí será un festín del que se disfrutará por la noche (y durante los días siguientes, no hay que olvidar que las sobras siguen siendo un manjar).Llegados a este punto, y con una amplia gama de posibilidades para Nochebuena y Nochevieja, en el solomillo Wellington encontramos una apuesta segura. Vistoso (el hojaldre dorado acompañado del solomillo en su punto son dos elementos de diez), rico y realmente fácil de hacer. Aunque parezca que estamos ante una receta complicada, la mayor dificultad que tiene es enrollar la masa de hojaldre cuando ya tenga en su interior todos los ingredientes (y aún así no es nada complicado).Así, sin más detalles, si dudar de que este es un excelente segundo plato en tus cenas de Navidad, tienes en el solomillo Wellington una receta que hará las delicias de tus comensales. Vamos con los ingredientes y con su preparación.

Ingredientes para el solomillo Wellington*

  • Un solomillo de cerdo de unos 400 gramos
  • Una placa de hojaldre
  • 120 gramos de setas
  • Una cebolla mediana
  • Un diente de ajo
  • 100 mililitros de vino blanco
  • Una cucharadita de mostaza de Dijon
  • Siete lonchas de panceta (también puede ser bacon o incluso jamón)
  • Un huevo
  • Aceite de oliva
  • Sal, pimienta y aceite
  1. Antes de comenzar a elaborar la receta, hay que tener en cuenta los utensilios que vamos a necesitar para su elaboración: una sartén grande, una sartén mediana o un cazo y una bandeja de horno.
  2. Comenzamos preparando uno de los rellenos: las setas y las cebollas. Si disponemos de una picadora nos ayudará mucho, ya que facilitará nuestro trabajo. Si la tenemos, introducimos las setas, la cebolla y el diente de ajo en la misma y picamos bien; si no poseemos una picadora, lo cortamos fino a mano. En una sartén pequeña o en una cacerola añadimos un chorrito de aceite de oliva, calentamos y echamos las setas, la cebolla y el ajo picado. Salpimentamos al gusto. Lo mantenemos a fuego medio alto y vamos removiendo cada poco tiempo. Cuando empiece a dorar añadimos el vino, dejamos el fuego a la misma temperatura y seguimos moviendo cada minuto. El objetivo es obtener una pasta que no tenga nada de líquido. Reservamos.
  3. Quitamos el exceso de grasa del solomillo de cerdo (si lo tuviese). Salpimentamos a nuestro gusto y añadimos un poco de aceite al mismo, untándolo para que toda la carne tenga una pequeña capa de aceite. Ponemos la sartén grande al fuego (máximo) y cuando empiece a humear metemos la carne. Queremos que el solomillo se dore por todos los lados, por lo que tenemos que ir girándola para que toda la carne adquiera ese color dorado. Cuando esté lista, retiramos, ponemos en un plato y reservamos.
  4. En una superficie plana ponemos papel transparente y disponemos la panceta (o el bacon) una loncha detrás de otra a lo largo. Lo ideal es que se superpongan una encima de la otra en torno a medio milímetro (puede ser un poco más, pero tampoco sin pasarnos). Lo que pretendemos es tener una base sobre la que poner la carne (por lo que tenemos que calcular que al poner nuestro solomillo, la panceta lo cubra entero). Pero antes de poner la carne y enrollarla sobre la panceta, tenemos que untar las mostaza en el solomillo. Cuando la mostaza esté bien esparcida por la pieza de carne, la ponemos en la panceta y la enrollamos, queremos que la carne quede totalmente envuelta.
  5. Es el momento de precalentar el horno a 200º. Mientras, en la bandeja que vamos a utilizar para el cocinado ponemos un papel de horno y encima la placa de hojaldre. Sobre el hojaldre añadimos la pasta de cebolla y setas, intentando que haya un centímetro de hojaldre 'limpio', para poder enrollarlo y que por los bordes no se salga esta mezcla. Ponemos encima la carne ya enrollada en el bacon y volvemos a enrollar, esta vez el hojaldre, hasta que tengamos un cilindro. Pondremos hacia arriba la parte lisa, dejando hacia abajo la parte en la que se han unido las dos placas. En los laterales lo que hay que hacer es aplastar juntarlas, presionando bien para sellarlo de manera que no se salga nada.
  6. Es el momento de la decoración. Si dispones de más hojaldre puedes hacer unas tiras y ponerlas por encima. No es nuestro caso, pero lo que hemos hecho ha sido hacer unos cortes para que la superficie de nuestro solomillo Wellington quede más bonita. Antes de hornear hay que hacer un paso fundamental, batir el huevo y untarlo sobre toda la superficie del hojaldre. Con esto conseguimos un increíble tono dorado.Este es el punto dorado que queremos que tenga el hojaldre de nuestro Solomillo Wellington.
  7. Finalmente introducimos la bandeja en el horno y, aunque podamos calcular unos 20-25 minutos, el punto nos lo dará el dorado del hojaldre. En cuanto veamos que el hojaldre tiene el punto perfecto, sacamos del horno y dejamos reposar unos minutos. Cortamos con un cuchillo de sierra unos trozos de unos 2-3 centímetros, y servimos.

El solomillo tiene que quedar en su punto, para que así quede lo más jugoso posible.Esta receta sorprende por lo jugosa que queda la carne, ya que aunque a priori podamos pensar que una salsa le iría bien (y no nos equivocaríamos), la jugosidad que muestra el resultado final hace que no necesite más acompañamiento que una buena guarnición (unas patatas al horno, cocidas, unos espárragos trigueros...). Simplemente échale imaginación y acompáñalo con lo que más te guste. Como te hemos dicho antes, no defraudarás a tus comensales.

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