Muchas voces se alzan en el mundo del vino en contra de la estandarización: mismas uvas, similares elaboraciones y clónicos resultados con efectos negativos sobre la tipicidad de cada zona. Si bien esto puede ser una verdad a medias, también es comprobable que actualmente gran cantidad de bodegueros optan por el ‘más difícil todavía’ con el fin de dotar a sus vinos de una acusada personalidad.
Un movimiento que ya hemos comentado otras veces y en el que enólogos y propietarios de pequeñas bodegas vuelven la vista hacia lo que hacían sus antepasados. A la vez, casas ya muy bien situadas y con gran predicamento en el sector, tampoco se quedan paradas viviendo de las 'rentas', sino que acometen nuevas iniciativas para dotar a su gama de vinos que van más allá de lo habitual.
Uvas minoritarias
En esta ocasión traemos tres variedades de uva muy poco utilizadas y que, sin embargo, -como hemos podido comprobar en la cata- abren nuevos horizontes. Etiquetas que se la juegan al apostar por lo menos conocido, como en este caso, con la utilización de variedades muy minoritarias como la mazuelo (en monovarietal), la Juan García y la portuguesa trincadeira preta, aclimatada en tierras extremeñas españolas. Los tres son vinos muy bien hechos, originales y diferentes. ¡Un brindis por la singularidad !.
1) Prapetisco 2017
Bodegas Barco del Corneta/ D.O. V.T. Castilla y León
PVP recomendado: 14 euros
Una rareza de esta bodega, conocida principalmente por los excelentes vinos de verdejo que elabora en La Seca (Valladolid), aunque sin la D.O. Rueda. Beatriz Herranz, su propietaria y elaboradora, decidió hacer un tinto en Fermoselle (Zamora, Arribes del Duero) con la minoritaria uva Juan García proveniente de viñas viejas de 80 años sobre suelos graníticos. Todo en agricultura ecológica.
Así surge este admirable Prapetisco, también sin la D.O. correspondiente, con el que Herranz acude a una uva no muy popular- se piensa que puede ser prefiloxérica-, también denominada ‘malvasía roja’; además le da el toque especial con un 10% de uva rufete, autóctona de la DOP Sierra de Francia. Un vino de gran personalidad que ya otorgan las variedades y que es redondo en todos sus aspectos. Se cría durante 12 meses sobre lías en barricas usadas de roble francés y reposa 4 meses en depósito. Una edición de sólo 2.148 botellas para un tinto aromático (frutas rojas, retama…) y en boca, una sinfonía vibrante de ahumados y minerales. Perfecta acidez, sabroso y muy expresivo.
2) La Raya de Palacio Quemado 2018
B. Palacio Quemado/ V.T. de Extremadura
PVP recomendado: 20 euros
Un homenaje a la frontera entre España y Portugal en el Alentejo y Tierra de Barros en Extremadura, conocido también como “La Raya”. Y todo un canto de concordia entre los dos países: un prestigioso enólogo luso como es Luis Lopes y dos bodegas españolas en esta lid como Alvear- la más antigua elaborada de vinos en Andalucía- con la familia Losada Serra, propietarios de la finca Palacio Quemado. La uva portuguesa trincadeira preta- de inusual pulpa roja- es protagonista del vino junto a pequeñas cantidades de Alicante bouschet y syrah.
Las primeras dos variedades prácticamente desconocidas en nuestro país que convierten a La Raya en un vino original y único. Por otra parte, se han criado en fudres de roble francés (de 500 a 5.000 litros), lo que tampoco es muy usual, durante 18 meses. Siempre con prácticas sostenibles en viñedo y bodega. Estamos ante un vino de fabulosa nariz (especias, tonos de cuero suaves…) y una boca muy especial: fruta roja, fondo mineral (pizarra), fresco, de tanino firme y largo. Una sinfonía bien orquestada con el marchamo de la especifidad. Palacio Quemado pertenece a la asociación española ‘Grandes Pagos de España’, lo que es siempre una garantía.
3) Beronia Mazuelo Reserva 2017
B. Beronia/ D.O. Ca. Rioja
PVP recomendado:
Una uva que es una vieja amiga de los aficionados al vino, pero que tampoco es nada habitual encontrarla como monovarietal. Y esta es la singularidad de este Beronia, elaborada única y exclusivamente con mazuelo, una raza de uvas tradicionalmente muy utilizada en Rioja como un elemento más de su trilogía clásica: tempranillo, graciano y mazuelo, donde ésta ultima ocupa menos de un 3% de la DO.
Utilizada usualmente como un complemento del tempranillo para largos envejecimientos, se caracteriza por sus abundantes taninos, elevada acidez y color estable (también se conoce como cariñena). Pues bien, Beronia homenajea a esta uva y la convierte en protagonista de este vino, que permanece 24 meses en barricas mixtas (duelas de roble americano y tapas de roble francés) y un año reposa en botella. Un tinto de capa alta, con fuertes notas balsámicas en nariz. En boca es agreste, vigoroso, penetrante y complejo, aunque con un posgusto suave y ligero. Será perfecto para acompañar platos de caza.
Tres vinos tocados con la varita mágica de la singularidad que merece la pena descubrir.
Nota: Ninguno de los vinos mencionados se han seleccionado por motivos comerciales, su elección es una decisión únicamente de calidad y periodística. Los precios son meramente orientativos.
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