Desde el momento en que sus padres eligieron un nombre para ella, la valenciana Mar Roca parecía predestinada a dedicarse a una profesión relacionada con la vida marina. “De pequeña me pasaba horas y horas mirando mapas, atlas y libros sobre los océanos, y me preguntaba cómo sería explorar sus secretos”, relata. Esta vocación temprana por los asuntos del mar le resultó de gran ayuda a la hora de escoger un itinerario de estudios. Cuando, cursando primero de la ESO, descubrió que había una carrera que se llamaba Ciencias del Mar y que además se podía estudiar en su propia ciudad, dejó de plantearse otras opciones.
Desafortunadamente, todavía es preciso hablar de Mar Roca como una excepción a una regla que indica que son muy pocas las mujeres que sienten la llamada de las profesiones STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Según la UNESCO, las mujeres representan sólo el 35% de las matriculaciones en carreras vinculadas a las STEM, y únicamente el 3% de las estudiantes de educación superior realizan estudios TIC. Un problema grave desde el punto de vista de la diversidad, ya que la ausencia de perfiles femeninos en este tipo de trabajos resta riqueza y limita el desarrollo de estas disciplinas. Cada vez más empresas y organismos son conscientes de este asunto y de que tienen que contribuir a este cambio desde su posición. Por ello, entidades como Banco Santander, cuentan con iniciativas y programas encaminados a cambiar esa realidad.
Una elección contracorriente
En el caso de Mar, su flechazo con la ciencia fue instantáneo. Y eso a pesar de que era una elección que, de algún modo, se desmarcaba de lo que la tradición y una cultura de roles muy arraigada dictaba. “La sociedad tiene asignadas un tipo de profesiones a cada género y muchos de mis compañeros eligieron lo que marcan esos clichés. Los chicos se decantan por las ingenierías, y las chicas van más hacia las humanidades y, si escogen un camino de ciencias, lo hacen hacia las profesiones asociadas a los cuidados como medicina o enfermería”.
La ausencia de referentes femeninos en profesiones STEM suele señalarse como otro de los frenos para que más mujeres escojan caminos alternativos a los marcados por la costumbre
La ausencia de referentes femeninos en profesiones STEM suele señalarse como otro de los frenos para que más mujeres escojan caminos alternativos a los marcados por la costumbre. Tampoco en el entorno cercano de Mar había mujeres que respondieran a ese perfil. A cambio, encontró en su familia otro valioso apoyo. “En casa nunca me cortaron las alas, al contrario, siempre me animaron a que estudiara aquello que me gustara y me motivara”, dice agradecida.
Un camino difícil
A pesar de tenerlo tan claro desde el principio, su camino ha estado plagado de dificultades. Cuando estaba en primero de carrera le diagnosticaron un tumor neuroendocrino pulmonar, un terrible enemigo que amenazaba su vida. Aunque lo que Mar recuerda es que la enfermedad vino a interponerse entre ella y su gran pasión. “¡Lo primero que me dijeron es que no iba a poder sumergirme en el agua! ¡Imagínate!”, dice.
Muchos meses en el hospital y muchos más en casa convaleciente no lograron quitarle ni un ápice de ánimo. El apoyo de sus profesores en aquellos momentos difíciles fue importantísimo. “Venían al hospital a traerme flores y a darme las clases”, recuerda. Aun así, aclara, “nadie me regaló nada y saqué los exámenes en primera convocatoria”. En realidad, destaca la valenciana, la carrera fue un bálsamo que le ayudó a vencer la enfermedad. “Tener mis asignaturas y mis temas para estudiar mientras estaba en cama me daba fuerza. El aire que físicamente me faltaba, me lo daba el mar”.
Más mujeres que elijan el camino de las ciencias y la tecnología para su futuro profesional es fundamental para lograr una sociedad verdaderamente igualitaria
Afortunadamente, el cáncer quedó atrás, aunque le dejó secuelas en forma de una discapacidad orgánica de tipo respiratorio. Al terminar la carrera, Mar estudió un máster sobre la que siempre había sido otra de sus grandes pasiones: la cartografía. A sus 26 años, en la actualidad, tiene un contrato de formación con el CSIC y realiza una tesis en el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía. Es, precisamente, en su nueva vida en Cádiz donde esas dos ramas de su formación por fin se han encontrado y cobrado pleno sentido. “Cartografiamos por satélite los fondos marinos. Es un trabajo que me encanta porque permite encontrar soluciones para problemas concretos. Por ejemplo, para la detección temprana de acumulación de algas”, explica.
La ciencia y las mujeres
La presencia de más mujeres que, como Mar, elijan el camino de las ciencias y la tecnología para su futuro profesional es fundamental para lograr una sociedad verdaderamente igualitaria, diversa e inclusiva. Banco Santander es una de las entidades que apuesta por impulsar el despliegue femenino por los territorios STEM con diversas iniciativas. Una de ellas es el programa de atracción de talento Be Tech! with Santander a través de Women in Tech.
La formación y las becas son otra de las vías que la entidad presidida por Ana Botín tiene para allanar ese camino científico a las mujeres. En el caso de Mar, ha recibido una beca para estudiantes con discapacidad de la Fundación Universia que le va a permitir abordar el siguiente paso en su trayectoria profesional. “Me voy a realizar una estancia de cuatro meses en Berlín para participar en un proyecto de investigación de plantas marinas”.
Sin duda, se necesitan más pioneras como ella que sigan abriendo camino y derribando clichés. Eso sí, advierte, “el de las mujeres y la ciencia es un camino duro y plagado de obstáculos que probablemente no encontraría un hombre”. ¿Por ejemplo? “No confían tanto en ti desde el primer momento, tienes que demostrar tu valía constantemente”, dice.
¿Qué le diría a las niñas o jóvenes que, como ella en su día, se estén planteando seguir un camino profesional en los territorios STEM? “Que estudien lo que más les motive y más despierte su curiosidad. Porque sin curiosidad, no hay ciencia”.
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