Hablemos de futuro

Esta es la enorme fuerza colectiva de las pymes del sector agroalimentario

Banco Santander lleva años apoyando a agricultores y ganaderos con una línea de productos y servicios financieros específicamente diseñados para ellos

“La unión hace la fuerza”, este lema tan antiguo como universal se revela clave en el éxito de la economía de un país en el que, como en España, el 99% del tejido empresarial está formado por pymes. Esa es la filosofía de Dcoop, una cooperativa que aglutina a 80.000 agricultores y ganaderos de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha o País Vasco y que el año pasado facturó 1.200 millones de euros, de los cuales, aproximadamente la mitad fueron exportaciones.  Una unión de “muchos pequeños” que, como señala su presidente, Antonio Luque, consigue llegar hasta donde no podrían hacerlo estas empresas del sector agroalimentario trabajando por separado. “Competir en un mundo globalizado como el actual es casi imposible actuando en solitario. Nosotros hemos conseguido aunar esfuerzos para industrializar y comercializar nuestros productos y abaratar los costes de producción de nuestros socios. Porque nos dimos cuenta de que necesitábamos una estructura grande que defendiera nuestros intereses”.

Competir en un mundo globalizado como el actual es casi imposible actuando en solitario"Antonio Luque, presidente de Dcoop
Esta es la enorme fuerza colectiva de las pymes del sector agroalimentario
Antonio Luque, presidente de Dcoop.

Dcoop nació en los años 80 de la unión de varias cooperativas más pequeñas. Gracias a ese esfuerzo aglutinador, el aceite de oliva, las aceitunas de mesa, los frutos secos, el vino y los productos ganaderos de sus socios se comercializan en mercados como Estados Unidos, China, Brasil o Reino Unido, lugares a los que habría sido muy difícil, por no decir imposible, actuando desde la soledad de una pyme. Por ello, y para seguir creciendo y hacer sus explotaciones más competitivas y eficientes, Dcoop ha confiado en Banco Santander y en sus programas e iniciativas con las que cuenta para el sector agro.

Pero el cambio de planteamiento, de lo individual a lo colectivo, no ha estado exento de dificultades. “Hemos tenido que superar una manera de pensar muy localista y esa idea romántica pero muy poco práctica de que el producto de mi pueblo es lo mejor del mundo.  Si quieres competir hay que pensar de una manera más colectiva que trascienda una localidad, una provincia o una Comunidad Autónoma. Porque tú no puedes presentarte en Nueva York con 400 marcas distintas de aceite. Es preferible ir con una sola, pero que sea una marca consolidada y potente. Y esta es una visión que a veces cuesta aceptar”, explica Luque.

Esta es la enorme fuerza colectiva de las pymes del sector agroalimentario.
Agricultores faenando en un olivar.

Un modelo empresarial sostenible

Para este empresario y agricultor la estructura de cooperativa es la que mejor se ajusta a las necesidades de un colectivo tan heterogéneo, pero con problemas comunes: “Nuestro objetivo es mejorar la cuenta de explotación de nuestros cooperativistas, y lo hacemos a través de distintas líneas de trabajo que abarcan mejoras en los costes de producción, la energía, los fertilizantes o los productos fitosanitarios. Toda nuestra actividad está encaminada a que nuestros socios puedan ganar más dinero y mantener su actividad en su entorno”, asegura.

En un contexto de sequía y amenaza climática, el acceso al agua se ha convertido en uno de los problemas que más preocupa a un sector agroalimentario que depende de este recurso natural escaso para desarrollar su actividad. El presidente de Dcoop opina que es hora de “cambiar el chip” con el tema del agua. “Porque sin agua tendremos un desierto y eso sí que va a ser dramático”, advierte. Y reclama: “es imprescindible que entre todos busquemos, como ya sucede en otros países, formas más sostenibles de generar agua”.

En esa senda de evolución del modelo de cooperativa, contar con un respaldo financiero a la altura de los desafíos que supone la globalización puede marcar la diferencia

Ese modelo sostenible que representa la cooperativa también está sometido a cuestionamientos. La falta de profesionalización quizá sea uno de los más habituales. Para Luque, sin embargo, las carencias de una organización no dependen tanto del modelo elegido como de las personas que la componen. “Hay sociedades familiares magníficas y otras con problemas de gobernanza. Y lo mismo sucede con las empresas cotizadas, con las multinacionales y, por supuesto, con las cooperativas. En lo que respecta a Dcoop, trabajamos para seguir profesionalizando nuestra actividad, pero sin perder nuestros orígenes y nuestro entorno”.

En esa senda de evolución, contar con un respaldo financiero a la altura de los desafíos que supone la globalización puede marcar la diferencia. En ese sentido, apunta Luque, “es de agradecer que una entidad como Santander siga preocupándose de las pymes, un colectivo de enorme importancia. En un contexto en el que los distribuidores de alimentación son cada vez menos en número y más grandes en tamaño, es esencial que nuestros agricultores y ganaderos cuenten con capacidad financiera para responder a las demandas de esos mercados”. 

Apoyando al sector agroalimentario



Agricultores y ganaderos son un colectivo fundamental para la sociedad, aunque también es una industria muy vulnerable. Crisis energética, escasez de agua, subida de precios o dificultades para acceder a la digitalización son solo algunos de los problemas que les amenazan.

Santander lleva años apoyando a este sector. Prueba de ello, son los 4.200 millones de euros que destinó a este ámbito a lo largo del pasado año, un 11% más que en 2021. La contratación del Préstamo I+D+I Agro o los préstamos a largo plazo para la transformación de fincas a cultivos más rentables, con foco en la digitalización y la sostenibilidad, han sido algunos de los productos más demandados por los más de 425.000 clientes con los que el banco cuenta en el sector.

En 2022 esta apuesta se ha visto reforzada con el Fondo Agro Smart, una vía de financiación dotada con 500 millones de euros pensada para aquellas empresas universo agro que quieran ampliar sus inversiones y acometer nuevos proyectos de crecimiento, transformación de fincas, digitalización o creación de empleo.  Esta apuesta de Santander por el sector agroalimentario se enmarca en el trabajo que la entidad desarrolla para apoyar a los 4 millones de pequeñas y medianas empresas con las que cuenta como clientes. Un colectivo al que ofrece productos y servicios financieros, asesoramiento, acompañamiento y otras medidas.



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