Israel y Hamás han anunciado este miércoles un acuerdo para el alto el fuego en Gaza. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca -él mismo ha sido quien ha anunciado la noticia a través de sus redes sociales- ha sido clave para suscribir un pacto tras quince meses de guerra, que han reducido la Franja a escombros y que se desencadenó el 7 de octubre de 2023 tras el asesinato de más de 1.200 israelíes en una ofensiva terrorista sin precedentes de Hamás y la Yihad Islámica. Alberto Spektorowski, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Tel Aviv, historiador y analista internacional, aborda en Vozpópuli los detalles del acuerdo.
Pregunta. ¿Cuáles han sido los principales escollos en la negociación?
Respuesta. Han sido tantos que uno pierde la idea de cuál ha sido el principal. Digamos que Hamás evidentemente quiere terminar como triunfador del asunto. Obviamente ponía obstáculos de todas formas a lo que quería Benjamin Netanyahu. Netanyahu quería la liberación de los rehenes, pero no está convencido de los resultados del acuerdo. Lo que hay es un cese del fuego, pero el fin de la guerra es mucho más problemático. Se libera un grupo de rehenes, aunque no todos; pero lo que quería Netanyahu era acabar con Hamás, que todavía no está terminado. Está feliz por recibir a los rehenes, pero acepta el acuerdo a regañadientes.
P. Entonces, ¿por qué lo ha hecho?
R. Netanyahu no puede decir ‘no’ a Donald Trump. Trump lo impuso. El tratado fue confeccionado mucho antes, por Biden. Pero fue Trump el que amenazó y dijo muy claramente: “O se firma, o infierno”. Dijo que “infierno” para Hamás, pero también era para Netanyahu. Es el nuevo ritmo de la política americana.
P. La llegada de Trump a la Casa Blanca ha sido determinante.
R. Ha sido determinante. El aire de Trump decía adónde vamos. Obviamente que hay muchos bemoles detrás del acuerdo. Yo creo que Netanyahu espera en algún momento que la segunda parte del acuerdo no pueda ser cumplida por Hamás. Ahí lo que le habrá dicho Trump es que, en ese caso, Estados Unidos apoya totalmente con Israel en la retirada toda la ayuda humanitaria a Hamás. Y eso implicaría hambrear a Gaza y la derrota incondicional de Hamás.
P. ¿A qué puntos de la segunda parte del acuerdo se refiere?
R. Me animo a decir que Netanyahu más o menos entiende que Hamás no va a poder cumplir la segunda parte del acuerdo. Leyendo entre líneas es lo que parece. Después de este primera parte, hay que ver cómo funciona todo: si Hamás intenta rearmarse, si Hamás da señales de que está nuevamente gobernando... Netanyahu no va a permitir que se armen de nuevo. Las escaramuzas en este periodo van a ser grandes. La exigencia tendría que ser el desarme, pero Hamás no se lo puede permitir. No puede permitirse nada que dé a entender que sea derrotado.
P. No está usted especialmente confiado.
R. Cada demostración de Hamás en esa línea será respondida por Israel. Las escaramuzas entre la primera parte del acuerdo (con la liberación de 33 o 34 rehenes) y la segunda serán sumamente espinosas. Me imagino que Trump le habrá dicho a Netanyahu que le permitirá retirar la ayuda humanitaria, como le decía antes. Para hacer eso, tiene que quedar claro que Hamás está violando las reglas del juego. Habrá que ver si lo hace, porque Hamás también entiende que con Trump las reglas del juego cambiaron y que con Trump no se juega.
Trump va a intentar imponer el concepto de que la retirada de ayuda humanitaria es un acto legal.
P. Es un acuerdo que pone en la misma balanza la liberación de ciudadanos secuestrados por Hamás que algunos terroristas capturados por Israel.
R. Justo no es, pero la justicia no entra más en el juego. No hay más remedio. Personalmente no le tengo tanto miedo a eso: aunque no se les libere, otros intentarán hacer lo mismo. Lo que va a pasar es que Israel no va a abandonar el control sobre todo lo que suceda en Gaza. No se va a dormir sobre los laureles como lo hizo el 7 de octubre [cuando Hamás y Yihad Islámica lanzaron los ataques terroristas sobre Israel]. Se acabó esa época. Ese modus operandi de Israel lo vemos en el Líbano. Hay cese del fuego, pero nadie levanta la cabeza en Hezbolá. Eso va a pasar en Gaza.
P. ¿Bajo que mando quedará Gaza? ¿En términos políticos dominará Hamás o la Autoridad Palestina? ¿Y qué presencia militar quedará? ¿Se permitirá una misión internacional o quedará bajo gestión israelí hasta que se implemente la totalidad del acuerdo?
R. Israel, quizá equivocadamente -hay muchas voces a favor o en contra-, no permitió que nadie se haga cargo de Gaza. Israel declaradamente quiere la destrucción de Hamás, pero indirectamente no tiene ningún otro candidato para dirigir Gaza. A mí me parece que no hay ninguna otra posibilidad de que Hamás siga dirigiendo Gaza. Lo que Israel debería luchar desde un principio en cualquier acuerdo es el desarme de Hamás: puede quedarse la parte política de Hamás, pero nunca jamás como grupo armado. Es algo que Israel debe exigir a la comunidad internacional y todo el mundo debería estar de acuerdo en eso. Creo que Hamás se quedará y ejerciendo poder, e intentará rearmarse. Israel no lo permitirá y ahí empezara a romperse la parte segunda del tratado. Ojalá no suceda y que se siga por la línea correcta.
P. Y sobre el despliegue militar en Gaza...
R. Israel no va a permitir que entre nadie. La presencia militar israelí estará hasta la parte final del tratado. Y el final del tratado será cuando Israel se retire de Gaza. Pero el problema central de Hamás es que no se fía de éste último punto. Creo que es complicado que Hamás entregue a los últimos rehenes. Desgraciadamente, se quedarán por mucho tiempo.
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