La guerra en Ucrania deja ya tras de sí cientos de muertos, miles de desplazados y millones de afectados por los cortes de suministro energético, pero además de estas víctimas existen otras quizás más silenciadas y que, según varias ONG, están siendo uno de los principales sectores poblacionales afectados: los personas de más avanzada edad.
La invasión rusa sobre territorio ucraniano ha ahondado en las necesidades de los ancianos del país, un sector que supone casi un cuarto de la población ucraniana y que ha visto como de la noche a la mañana se ha reducido o incluso eliminado su capacidad de recibir atención médica, continuar con el seguimiento de sus enfermedades o abastecerse de los medicamentos que necesitan.
Así pues, junto al compromiso al que se ve sometido su salud, se suma la incapacidad, en muchos casos física, de poder huir de las zonas de conflicto, lo que aboca a la población más adulta a permanecer en viviendas en ruinas, donde sus vidas corren grave peligro.
Las alternativas a quedarse en sus hogares tampoco son alentadoras, pues existe la opción de buscar viviendas de alquiler por un precio más que elevado, o tener que alojarse en instituciones estatales que se encuentran desbordadas y sin el personal necesario para ofrecer los cuidados que requieren las personas allí desplazadas, especialmente los más mayores.
De hecho, Amnistía Internacional ha visitado siete residencias para ancianos con discapacidad y ha concluido que, efectivamente, estos centros no están preparados para brindar los cuidados que requieren los adultos más mayores.
Sin embargo, otras organizaciones ucranianas independientes han incidido en que estas carencias ya existían antes de la invasión rusa, si bien no han hecho más que ir en aumento desde el mes de febrero, cuando se ha exacerbado, sobre todo, la falta de personal.
Amnistía ha recogido los testimonios de algunos ancianos residentes en estos centros, como el caso de Liudmila, una mujer de 79 años interna en una residencia en la región de Járkov y que denuncia estar "abandonada".
Esta versión la confirma Olga Volkova, directora de un centro para personas mayores con discapacidad en Dnipro y que denuncia que las condiciones en este tipo de centros llegan a tal punto que tienen a los ancianos tumbados en sus camas "hasta que se mueren".
Acceso a tratamiento médico
Junto a la falta de un hogar seguro, los ancianos ucranianos tienen que hacer frente a la falta de medicamentos y de atención sanitaria adecuada para cubrir sus necesidades. Médicos Sin Fronteras (MSF) ha confirmado que la mayoría de pacientes que llegan a su clínica móvil en Járkov son mujeres mayores.
En su mayoría, estas mujeres --conocidas como 'babushkas'-- presentan discapacidades como movilidad limitada, pérdida de audición o de vista. En situaciones normales esto podría vincularse a achaques típicos de la edad, si bien algunos de estos casos se dan como consecuencia de enfermedades crónicas no tratadas.
MSF ha constatado que hay determinados pacientes que presentan elevados niveles de presión arterial o de diabetes que, en otros contextos, estarían siendo hospitalizados para recibir atención sanitaria especializada. "Aquí, simplemente, no es posible", ha explicado el jefe del equipo médico de MSF en Járkov, Gino Manciati.
Junto a la hipertensión, la diabetes es otra de esas enfermedades que el contexto de la guerra está haciendo que provoquen problemas de movilidad, vista o función muscular. El conflicto en marcha impide a algunos disponer de medicamentos, mientras que otros ni siquiera están en condiciones de controlar su dieta.
Manciati ha puesto de manifiesto que, además de las mujeres con enfermedades, las clínicas de MSF están repletas de otras ancianas que acuden a los centros en busca de medicinas para sus familiares hombres, heridos en el frente de batalla.
"Estas mujeres mayores vienen a nosotros desde muy lejos, no solo por ellas, sino por sus maridos o hijos, que no pueden llegar hasta nuestros equipos", ha explicado el doctor Manciati en un comunicado difundido por Médicos Sin Fronteras.
Pero por encima de todas estas enfermedades, quizás hay una que destaca de sobremanera, como son las heridas psicológicas que deja el conflicto en la población de más avanzada edad. Organizaciones de Derechos Humanos se encargan de brindar atención de salud mental a quienes la precisen.
Médicos Sin Fronteras ha recogido también el testimonio de algunas de las mujeres ancianas a las que atiende, y quienes han relatado su estado de estrés. "Todavía no puedo dormir (...) En la oscuridad de la noche, los misiles vuelan sobre los edificios", ha reconocido Raisa, una mujer de 68 años a quien esta situación le está "destruyendo" su sistema nervioso.
La principal misión de los empleados de Médicos Sin Fronteras pasa por controlar la situación de estrés de sus pacientes, ayudándoles a normalizar una presión arterial normalmente disparada, y facilitar ciertos mecanismos para saber cómo afrontar episodios de ansiedad o ataques de pánico.
Un invierno nada alentador
En estas condiciones, desde Amnistía Internacional han llegado a alertar de que los ancianos ucranianos están sufriendo el "impacto desproporcionado" de la guerra, y han advertido de que, con la inminente llegada del invierno, especialmente duro en Europa del Este, "la comunidad internacional debe actuar con urgencia para reforzar el apoyo a este grupo de personas".
"Ahora que han llegado los gélidos meses del invierno, la gente mayor debe ser evacuada a refugios accesibles, y debe darse prioridad a la reparación de sus casas", ha investigadora de Amnistía Internacional Laura Mills, especializada en asuntos relacionados con personas de edad avanzada y con discapacidad.
En esta misma línea, el secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios y desde marzo encargado de mediar para lograr un alto el fuego humanitario en Ucrania, Martin Griffiths, ha alertado de que los ataques a la red energética ucraniana ponen más en peligro a las personas vulnerables, como los ancianos.
Las Fuerzas Armadas de Rusia han redoblado su ofensiva sobre Ucrania en las últimas semanas, fijando como uno de sus principales objetivos la infraestructura energética del país. Las autoridades ucranianas han reconocido recientemente que más del 50 por ciento de las instalaciones han resultado dañadas por los ataques rusos.
Esto deja a Ucrania en una posición más que comprometida donde la nieve empieza a acumularse en las ciudades y miles de desplazados internos, incluidos ancianos, suman ahora las condiciones climatológicas a la ya de por si complicada situación a la que se enfrentaban hasta la fecha.
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