Allá en los primeros años de la década de los 90 se estrenó en Argentina un programa que apostó por una mezcla de humor grosero y actuaciones musicales de campanillas para conquistar a la audiencia. Era Videomatch, lo conducía Marcelo Tinelli y lo emitía Telefe. Una de sus secciones más recordadas llevaba el título de 'El peor día de tu vida', en la que los productores del espacio sometían a un ciudadano a una especie de martirio durante unas cuantas horas. Después de tener bronca con su mujer y ser despedido del trabajo, acudía a por su coche y se encontraba con que una grúa lo había destrozado. Eran los tiempos de '1 peso, 1 dólar' –que creó una apreciación ficticia para contener la inflación y abaratar el endeudamiento externo-, había una aparente abundancia en el Cono Sur y los dueños de este canal no dudaban en derrochar todo tipo de recursos para ganar audiencia.
Argentina vive dentro del peor día de su vida desde hace mucho tiempo; y son tantos factores que habría que citar para explicar esta situación que daría para escribir una tesis doctoral. Decía un consejero de una multinacional española que opera allí que uno de los pecados más frecuentes en este país es la grandilocuencia, causada por la idea de que hay riqueza de sobra y de que se vive peor de lo que se podría. Y de una forma mucho más precaria que en el pasado.
El país del psicoanálisis también es especialmente enfático a la hora de ensalzar las hazañas de sus próceres –desde Maradona hasta Gilda-, una actitud de patria joven que entraña sus riesgos en muchos casos. El mejor ejemplo, quizá, es el que se produjo con respecto a la figura de Juan Domingo Perón, a quien se canonizó, lo que dio alas al peronismo y le situó en otra dimensión, casi por encima de la realidad, lo que le ha permitido colonizar prácticamente todo el Estado y de crear una gigantesca red clientelar. Desde que surgió, ningún Gobierno de otro signo ha logrado agotar su mandato. El primero que lo hará, de hecho, será Mauricio Macri.
Una visión sesgada
Sus vecinos uruguayos están acostumbrados a mirar hacia Buenos Aires como quien observa la bola de cristal de una pitonisa. El país charrúa celebra cada agosto el Día de la Nostalgia, de origen comercial (una cadena de radio), pero que hace honor a un sentimiento muy profundo en un país al que acudieron multitud de inmigrantes españoles e italianos durante décadas. Desde hace un tiempo, podría decirse que la añoranza también se debe a la decadencia del país. Uno pasea por La Rambla de Montevideo y tiene la sensación de quietud y tranquilidad. El problema es que esa sensación cada vez es más falsa, dado que los gobiernos (no dejan de ser una manifestación del 'peronismo') de Tabaré Vázquez (masón, de centro-izquierda) y de Pepe Mujica (guerrillero tupamaro) han ocasionado una significativa inestabilidad.
La información que llega a España al respecto es penosa; y los Jordi Évole y compañía se limitaron durante un lustro a remarcar que el expresidente Mujica vive como los pobres, como si eso hiciera bueno a un gobernante. Es la complacencia propia de quien se conforma con que un Gobierno sea de izquierda, más allá de los resultados que consiga.
Argentina vive dentro del peor día de su vida desde hace mucho tiempo; y son tantos factores que habría que citar para explicar esta situación que daría para escribir una tesis doctoral
En las últimas semanas, el Ejecutivo de Vázquez ha mantenido un conflicto diplomático con Estados Unidos porque la embajada yankee recomienda extremar las precauciones en determinadas zonas de Montevideo, donde cada vez es más probable ser víctima de una 'rapiña' o de un tiroteo. También han tenido roces con Alemania, donde aparecieron hace unos días unos cuantos miles de kilos de cocaína procedentes de Uruguay, que hasta ahora no tenía sospechas de ser país exportador de esa sustancia. La droga viajó en aviones privados, lo que ha comprometido a las autoridades del país, que niegan cualquier relación con el hecho.
Estas cosas no eran muy habituales antes del inicio del siglo, cuando varios de sus bancos se fueron a pique tras el default argentino y, para colmo, se detectó un brote de fiebre aftosa en el ganado que hizo disminuir dramáticamente las exportaciones de carne. La crisis social que se desató fue enorme y no tardó en expandirse la pasta base, un derivado de la cocaína -crack- que es sinónimo de miseria. El derrumbe económico de Argentina impactó en toda la región y hoy todavía la sigue condicionando. Un periodista de allí, lamentaba hace unas horas: "Hay que ver lo que cuesta conseguir la prosperidad y hay que ver lo rápido que pueden degenerar los países prósperos cuando caen en las manos equivocadas".
La soberbia Nefertiti argentina
La receta que ha aplicado Argentina durante la mayor parte de estas últimas dos décadas ha sido el 'peronismo'; y, durante un buen tiempo, el 'kirchnerismo'. Primero, con Néstor y, posteriormente, con Cristina. Esta última, que en la otra orilla del río de La Plata apodan 'la loca', ejerció el poder con un autoritarismo más que cuestionable, creó una grieta política que será difícil de cerrar en el país y motivó la escisión del 'peronismo'. Creyéndose Nefertiti y con un personalismo intolerable, apostó por el populismo en lo social como forma de asegurarse el apoyo de la calle y llevó a cabo medidas macarrónicas como el 'cepo al dólar' o el enorme incremento del -ya de por sí gigantesco- gasto público. El desempleo descendió desde el 17% hasta el 7% en unos años, pero a costa de engordar el Estado. La inflación -gran caballo de batalla- fue del 90% entre 2007 y 2014, lo cual es poca cosa en Argentina, pero lo cual es muy probable que no sea verdad, dado que los 'hombres de negro' de su Gobierno tomaron por la fuerza el 'instituto nacional de estadística' (INDEC) y es evidente que maquillaron los datos económicos.
El diario La Nación publicó durante mucho tiempo un especial sobre el 'dinero K', es decir, sobre las corruptelas de la trapisondista expresidenta del país, que presuntamente sirvieron para engordar el enorme sistema clientelar que hay alrededor del 'kirchnerismo'. Eso ha provocado que la sombra de la cárcel amenace a Cristina Fernández, que es un secreto a voces que concurre a las elecciones como número 2 para que el presidenciable Alberto Fernández pueda indultarla, llegado el caso. La expresidenta tiene actualmente 12 procesamientos penales y un juicio en marcha. Alberto Fernández –enfrentado con ella hasta hace no mucho- ha prometido regeneración, pero, a tenor de cómo se han desarrollado los acontecimientos en este país durante las últimas décadas, existen suspicacias sobre un posible indulto.
Este país, rico y grande, es hoy víctima de su convulsión, de una vieja corriente política que es perversa, de un oficialismo que no inspira confianza y de unas manías de adolescente que no ha logrado superar
Pese a este runrún, el pasado domingo, en las primarias, el 'peronismo' se dio un baño de masas y anticipó el posible final de la carrera política de Mauricio Macri, cuyas medidas económicas han deparado unos resultados desastrosos. Entre otras cosas, porque cuando un país llega al nivel de degradación de Argentina, lo que hace falta es valentía política y medidas drásticas; y no medias tintas. Macri no tocó al sistema clientelar 'peronista' por miedo a que la calle se le echara encima y falló. También lo hicieron sus medidas económicas, que fueron meros parches que no lograron contener la hemorragia, es decir, el endeudamiento. Morirá fruto de sus errores y de su cobardía, la que, por cierto, los medios españoles han tratado, por lo general, con una especial condescendencia. Reveladora de su doble rasero, motivado en razones económicas y en su concepción trasnochada de la política.
Leía hace unas horas una frase, supuestamente anónima, que resulta memorable: "La Argentina es un país donde, si te vas de viaje veinte días, al volver cambió todo, y si te vas de viaje veinte años, al volver no cambió nada". Quizá su autor estuvo inspirado por el conocido verso de Gardel en el tango 'Volver', cuando decía que "20 años no es nada". Lo cierto es que este país, rico y grande, es hoy víctima de su convulsión, de una vieja corriente política que es perversa, de un oficialismo que no inspira confianza y de unas manías de adolescente que no ha logrado superar. También, por qué no decirlo, de los juegos geopolíticos de quienes han manejado durante las últimas décadas el dólar y de la brecha que ocasionaron unos militares que aumentaron de forma imprudente el importe de la hipoteca del país. Han pasado varias décadas desde 1970, cuando comenzó el ocaso, y no parece que haya muchos motivos para pensar que la situación va a mejorar a corto plazo.
El domingo, en las primarias –que no son definitivas, pero sí decisivas-, se certificó que Argentina vuelve a estar dispuesta a entregarse en los brazos del 'peronismo', que es el causante de una gran parte sus desvelos. Los que -como cantaba Calamaro desde antes de la crisis de 2001- han provocado que el país haya pasado de ser devoto del 'pan y circo' a serlo del "clonazepam y circo".
*Artículo escrito con la colaboración del periodista argentino Daniel Galvalizi (@danielgalvalizi)
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