El presidente estadounidense, Joe Biden, y la canciller alemana, Angela Merkel, intentaron este jueves limar asperezas en torno al gasoducto que conectará Rusia con Alemania y trazaron una hoja de ruta para la relación futura de sus países.
Merkel se convirtió en la primera gobernante europea a la que Biden recibe en la Casa Blanca desde que asumió el poder en enero, y su visita tuvo aroma a despedida, puesto que llegó pocos meses antes de abandonar a finales de este año la política activa.
"Ella conoce el Despacho Oval tan bien como yo", afirmó Biden durante una rueda de prensa conjunta con Merkel, que ha coincidido con cuatro presidentes estadounidenses durante sus 16 años como canciller alemana.
Biden preparó para Merkel unos honores muy parecidos a los de las visitas de Estado en EEUU, con una cena incluida al terminar la jornada, aunque la velada prevista era más modesta que otras fiestas pasadas en la Casa Blanca, debido probablemente a la crisis de la covid-19.
La canciller se mostró visiblemente más cómoda que hace cuatro años, cuando visitó en la Casa Blanca al predecesor de Biden, Donald Trump, y dejó clara su poca sintonía con ese mandatario, con el que mantuvo profundos desacuerdos sobre temas como la inmigración, la crisis climática o el acuerdo nuclear con Irán.
Hubo un punto de claro desacuerdo: la construcción del gasoducto Nord Stream 2, que unirá Rusia y Alemania por el mar Báltico y está casi terminado.
"Hoy, de nuevo, he visto que no solo somos socios y aliados, sino amigos muy cercanos", le dijo Merkel a Biden durante la rueda de prensa.
Sin embargo, hubo un punto de claro desacuerdo: la construcción del gasoducto Nord Stream 2, que unirá Rusia y Alemania por el mar Báltico y está casi terminado.
Sanciones a la empresa constructora
La Casa Blanca considera que la reciente decisión de Biden de eximir de sanciones a la empresa constructora del gasoducto ha facilitado un debate más calmado sobre el tema con Berlín, pero eso no evitó que el presidente estadounidense aireara públicamente su "preocupación" por el proyecto.
"Estamos absolutamente unidos en nuestra convicción de que no se puede permitir que Rusia use la energía como un arma para coaccionar o amenazar a sus vecinos", indicó el mandatario.
Biden se refería a la preocupación de Ucrania y otros países del este de Europa de que el gasoducto permita a Moscú desechar la ruta de tránsito de gas a través del territorio ucraniano.
"La canciller y yo hemos pedido a nuestros equipos que identifiquen medidas prácticas que podemos tomar juntos, y que vean si la seguridad de Europa, la de Ucrania, mejoran o empeoran en función de las acciones de Rusia", señaló el mandatario.
Por su parte, Merkel defendió el gasoducto, al afirmar que "no es un proyecto para reemplazar cualquier tipo de tránsito a través de Ucrania", algo que "obviamente crearía mucha tensión".
Defenderemos los principios democráticos y los valores universales cuando veamos que China o cualquier otro país intenta socavar las sociedades libres y abiertas".
Como se esperaba, además, Biden volvió a insistir en su voluntad de que Europa respalde su competición estratégica con China, algo que ha incomodado a Alemania, que no quiere tener que elegir categóricamente entre relacionarse con Washington o con Pekín.
"Defenderemos los principios democráticos y los valores universales cuando veamos que China o cualquier otro país intenta socavar las sociedades libres y abiertas", subrayó Biden.
Plano comercial
Merkel se ciñó más bien al plano comercial en sus declaraciones, en las que reivindicó la necesidad de tener un "terreno de juego" justo en la competición con China y alabó la iniciativa de Biden para que Estados Unidos y Europa colaboren para ser "líderes tecnológicos", por ejemplo, en la fabricación de chips.
Ambos líderes anunciaron una "alianza sobre el clima y la energía" para hacer frente a la crisis climática y firmaron lo que bautizaron como la "declaración de Washington", en la que detallaron los principios que esperan que guíen la cooperación bilateral en los próximos años.
En ese texto, los dos se comprometieron a "defender un mundo abierto", con el libre tránsito de bienes y la libertad de navegación; y subrayaron su adherencia a "principios, valores e instituciones democráticas".
También prometieron "seguir trabajando sin descanso por una Europa íntegra, libre y en paz", y garantizar que las tecnologías emergentes se usan para "la libertad y no la represión".
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