Los países emergentes dependen cada vez menos de los desarrollados. La migración entre países en desarrollo ha sobrepasado ya la migración neta del Sur hacia el Norte y la reducción masiva de la pobreza y la expansión de una clase media hasta ahora inexistente, evidencia el equilibrio de poderes.
Más de cuarenta países en desarrollo, incluyendo los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), han batido cualquier estimación de crecimiento de las últimas décadas, según el Informe sobre Desarrollo Humano 2013 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
De hecho, se espera que en 2020, la producción combinada de las tres economías líderes del Sur (China, India y Brasil) superará la producción total de Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá. “El ascenso del Sur no tiene precedentes en cuanto a velocidad y escala. Nunca antes en la historia las condiciones de vida y las perspectivas de futuro de tantas personas habían cambiado tanto ni tan rápido”, reza el informe.
“Por primera vez en siglos, el Sur en su totalidad está impulsando el crecimiento económico mundial y los cambios sociales”, afirma el texto y cita como ejemplo el caso de China o India, donde en 20 años han sido capaces de duplicar la producción económica per cápita, creciendo a un ritmo dos veces superior al que se dio en la Revolución Industrial en Europa y Norteamérica.
“Esa fue una historia que involucró a unos cientos de millones de personas, pero ahora estamos hablando de miles de millones de personas”, afirma el autor del informe, Khalid Malik.
La proporción de personas en situación de pobreza extrema ha caído del 43% en 1990 al 22% en 2008
Este despertar de los países del Sur está creado nuevas oportunidad de asociación entre los países en desarrollo y los desarrollados. Mientras los primeros extienden sus redes comerciales, multiplican su tecnología y los lazos políticos con otras potencias; los países desarrollados vuelven la mirada hacia las oportunidades de inversión que empieza a ofrecer el Sur.
No obstante, las instituciones mundiales aún no reflejan este cambio de paradigma. A pesar de que China es la segunda economía más grande del mundo, tiene una proporción del 3,3% en el Banco Mundial, por debajo del 4,3% que posee Francia. India, que pronto será el país más poblado del mundo, no tiene un escaño permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Y África, con sus mil millones de personas y 54 naciones, no cuenta con representación suficiente en la mayoría de las instituciones.
Hacia el fin de la pobreza
El informe destaca asimismo los esfuerzos de naciones como Brasil, India o México por crear nuevos paradigmas de avance del desarrollo humano y de reducción de las desigualdades. Así, considera que los programas pioneros de transferencia condicionada han contribuido a reducir las brechas en los ingresos y a mejorar la salud y la educación en las comunidades pobres, lo cual está provocando que sean objeto de estudio e imitación.
La proporción de personas que viven en una situación de pobreza extrema ha caído del 43% en 1990 al 22% en 2008, con lo que se ha alcanzado uno de los principales Objetivos de Desarrollo del Milenio, cuya meta era reducir a la mitad la proporción de personas que viven con menos de $1,25 al día antes del 2015.
Aparte de los avances en la erradicación de la pobreza, el Sur ha conseguido estar cada vez más interconectado y, por lo tanto, ser cada vez más interdependiente: la mayor parte de los hogares de Asia, América Latina y África, ya poseen teléfonos móviles con conexión a Internet y Brasil, China, India, Indonesia o México tienen actualmente una mayor circulación diaria de medios sociales que cualquier otro país, exceptuando a Estados Unidos.
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