"No lo hice en un estadio, ni en la calle. Lo hice frente al edificio del presidente. Cogí 200 gramos de gasolina, me la eché por encima y encendí el mechero. En diez segundos perdí el conocimiento por el shock y el dolor. Cuando desperté tenía un aspecto horrible. No tenía piel en los brazos, se me veían los huesos y no tenía labios. Parecía un vampiro". Son las escalofriantes declaraciones de Dimitir Dimitrov, un búlgaro que, harto por la situación político-económica que atraviesa su país, decidió autoinmolarse el pasado 13 de marzo, logrando sobrevivir.
"Si protesto, llevo mi protesta hasta el final. Este es un gobierno de corruptos, un gobierno oligárquico, formado para robarnos dinero y me cansé. Quería ser la luz al final del túnel", prosigue Dimitrov en un reportaje sobre la ola de inmolaciones publicado en la página web www.vice.com.
El de Dimitrov no es un caso aislado. En los últimos meses, "resolver problemas con gasolina se ha convertido en una nueva tendencia". Y es que sólo entre febrero y marzo de este mismo año, seis búlgaros se han quemado 'a lo bonzo' y al menos otros diez han protagonizado episodios similares en los últimos seis meses. Una cifra que supera a cualquier país del mundo salvo a China, según recoge el reportaje "Los búlgaros se están quemando a lo bonzo en tiempo récord".
Sólo entre febrero y marzo, se han suicidado seis búlgaros quemándose 'a lo bonzo'
En Bulgaria, un país con apenas 20 años de democracia a sus espaldas y un régimen comunista de cinco décadas, la autoinmolación se está consolidando como una de las pocas formas de crítica hacia una élite política supuestamente corrupta.
Incluso se apunta a una posible "Primavera búlgara", después de que el país balcánico se haya convertido en una especie de saco en el que se dan cabida todo tipo de frustaciones y desesperación. "Bulgaria está luchando por un sistema político más democrático, intentando dejar a un lado su pasado comunista", señalan en 'La ola de inmolación'.
"La gran esperanza de que Bulgaria se convierta en un país democrático no va a pasar nunca", indica el periodista Assen Yourdenoff. "El período de transición en Bulgaria fue un robo sin escrúpulos a manos de la antigua estructura del Partido Comunista". "La política en Bulgaria es un juego de engaños", sentencia.
"La política en Bulgaria es un juego de engaños. La democracia no va a llegar nunca", denuncia un periodista
"Bajo el comunismo teníamos dinero, pero no había nada que comprar. Ahora, hay muchas cosas para comprar pero nada de dinero. Siempre ha sido una recesión, y finalmente nos cansamos de todo", concluye Dimitrov, quien estuvo en coma una semana, destacando que antes de autoinmolarse pensó mucho en su hija. "No es que viva mal, pero yo quería que ella tuviera la misma vida que las niñas de Estados Unidos. Uno no puede vivir en una constante recesión".
Pese a que ahora se ha convertido en una especie de símbolo en el país, Dimitrov no acude a ninguna manifestación al considerar que "no sirve para nada, ya que desde entonces nada ha cambiado". Sin embargo, después de todo, "el Gobierno cerró mi página de Internet, borró mis perfiles en redes sociales, Facebook, todo. Fui descrito como "peligroso". Tenían miedo de que incitara a otros", zanja el superviviente.
"Papá, ¿por qué haces esto?"
Después de perder su trabajo y no poder hacer frente a las facturas de agua y luz, Georgi Kostov decidió autoinmolarse. "Me he enfrentado a muchas adversidades", manifiesta desde la habitación del hospital en el que se recupera.
"El Gobierno me describió como peligroso, tenían miedo de que incitara a otros", declara un superviviente
Sin embargo, es su mujer, Donka Kostav, quien retoma la palabra por el estado de shock en el que sigue su esposo. "Creía que la mafia venía a matarlo. Cuando encendió el mechero, todo se cubrió de fuego. Intenté apagarlo con mis manos, pero no pude y yo también salí ardiendo", relata.
"Mi hijo mayor estaba despierto. Lo vio todo y preguntaba una y otra vez: ¿Papá, por qué haces esto? Me alegro de que hayamos sobrevivido. Al menos por ahora", zanja Kostav.
La chispa de la 'Primavera Búlgara'
En Bulgaria, señalan al fotógrafo de 36 años Plamen Goranov como el artífice de la ola de inmolaciones que sacude al país. Goranov se prendió fuego el pasado 20 de febrero delante del ayuntamiento de Varna, la tercera ciudad más importante situada en el Mar Negro.
Según el reportaje publicado por vice.com, el comercio de Varna está controlado por un grupo empresarial llamado TIM, acusado de crimen organizado, prostitución y extorsión, tras la publicación por parte de Wikileaks de un cable diplomático en 2005.
Plamen Goranov se prendió fuego en protesta por la supuesta relación de TIM con el alcalde de Varna, Kiril Kiro Yodanov, y tras su muerte, Yordanov renunció. El éxito de las protestas fue más allá y tras estallar por todo el país, el primer ministro, Boiko Borisov, terminó dimitiendo.
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