Internacional

Por qué son tan peligrosas las aguas en las que ha desaparecido el submarino del Titanic

El domingo se perdió el rastro del Titan en el Atlántico. El suministro de oxígeno se agotará este mediodía

Cada vez queda menos tiempo. La búsqueda del submarino Titan que ha desaparecido en el Atlántico durante un viaje para visitar los restos del Titanic entra en sus horas más cruciales. El suministro de oxígeno está a punto de agotarse. De hecho, se espera que se termine este jueves a mediodía. La empresa OceanGate Expeditions emprendió este viaje el domingo pasado. En esta embarcación iban cinco personas abordo: el piloto y cuatro pasajeros más. Cuando había pasado 1 hora y 45 minutos se perdió el rastro del artefacto.

La Guardia Costera de EEUU anunció este miércoles que un avión que estaba participando en la búsqueda del submarino había captado ruidos submarinos en la zona en la que podría haber desaparecido la expedición que iba a visitar los restos del Titanic. Muchas son las teorías que se han arrojado sobre qué ha podido pasar para que el sumergible haya desaparecido de esta manera: implosión, cortocircuito en el interior de la nave, un corte de energía, fallos en el sistema de ascenso...

Las labores de rescate son muy complicadas y sobre los ruidos detectados, un responsable de la búsqueda, John Mauger, señaló que existen muchos objetos metálicos en esta zona. No es la primera desaparición de una embarcación en esta zona. Además del Titanic, otros barcos han terminado en la profundidad del océano Atlántico. ¿Qué ocurre con esta zona? ¿Por qué es tan peligrosa?

El hundimiento de Titanic no ha sido el único

La desaparición del Titan cuando iban a visitar los restos del Titanic hace que se vuelva a pensar por qué es una zona con tanto riesgo para las embarcaciones. En 1911, un trozo de hielo de una gran superficie se desprendió de un glaciar de Groenlandia. Este iceberg, de unos 125 metros de largo, se estuvo desplazando hacia el sur mientras que iba derritiendo. Fue en la noche del 14 de abril de 1912 cuando el hielo que quedaba, tendría en ese momento unos 500 metros, chocó contra el Titanic que estaba realizando su viaje inaugural.

El resto de la historia es más que conocido por el mundo entero. En menos de tres horas el barco se hundió en las profundidades del Atlántico llevándose consigo a más de 1.500 personas entre pasajeros y tripulantes. Sus restos, los que iba a ver la tripulación del Titan, se encuentran a 3,8 kilómetros de profundidad y a casi 700 kilómetros de la costa de Terranova en Canadá. Uno de los grandes riesgos de estas aguas son los iceberg. Según los datos, en 2019 más de 1500 trozos de hielo se desplazaron e ingresaron en las rutas de navegación desde marzo hasta agosto.

El Titanic no ha sido el único barco que el Atlántico se ha tragado. En 1565 el ballenero San Juan se hundió en esta zona del Atlántico. Sus restos se encontraron en los 70. Unos años después, hubo otros dos hundimientos. Uno de ellos fue el de la plataforma petrolera Ocean Ranger que se hundió con todos los trabajadores tras una tormenta y unas horas más tarde lo hizo el carguero Mejanik Tarasof. En 2009 se produjo otro más. Esta vez de los marineros gallegos de El Monte Galiñeiro. Un incendio en la sala de máquinas provocó su naufragio. Los trabajadores se salvaron en balsas.

El 'maleficio' de estas aguas del Atlántico

Además de los iceberg que se encuentran en esta zona, otro de los grandes peligros se encuentran en las fuertes corrientes que se producen en la superficie. Esto hace que los barcos se desvíen. Esto también ocurren en lo más profundo del océano donde se originan corrientes submarinas. Estas se generan por los vientos de la superficie que crean una columna de agua abajo o mareas de aguas profundas debido a la temperatura y salinidad. Esto se conoce como corrientes termohalinas.

En las aguas del Atlántico también se generan, aunque son menos frecuentes, tormentas bentónicas. Se suelen reconocer porque son una especie de remolinos que aparecen en la superficie y son capaces de arrastrar elementos al interior del mar.

Otros eventos conocido como corriente de turbidez, ocurren cuando el agua se carga de sedimentos por el flujo del talud continental. Son unas de las más comunes y pueden ser desencadenadas por las tormentas.

Los restos del Titanic se sitúan en una parte del fondo del Atlántico afectada por una corriente de agua fría que es conocida como la corriente subterránea del límite occidental. Esta corriente ha creado dunas, ondas en forma de cinta en el fondo del océano que aporta a los expertos una idea de cómo de fuertes son.

Un youtuber mexicano ya avisó de fallos de comunicación en el Titan

Muchas han sido las informaciones que han salido a la luz tras las desaparición del Titan. Una persona que realizó la expedición para ver el Titanic el año pasado, Mike Reiss ha contado su experiencia. Tal y como ha recogido Efe y Reiss ha contado, antes de emprender el viaje se tiene que firmar un "largo" documento "en el que se menciona la posibilidad de muerte tres veces en la primera página".

El viaje también lo ha realizado un conocido youtuber mexicano que experimento este problema de comunicación en el sumergible.

Se trata de Alan Estrada. Tiene un canal en YouTube que cuenta con más de 3 millones de suscriptores. Fue uno de los turistas que ha podido descender para ver los restos del Titanic. Intentó realizar el viaje en 2021, pero Ocean Gate abortó la misión por problemas técnicos. Un año más tarde sí que pudo hacerlo y se encontró con un fallo de comunicación que estuvo a punto de obligarles a subir a la superficie. Así lo cuenta en una serie de videos en su canal.

"Después de los 1.000 metros de profundidad, Scott, el piloto, detectó un fallo en el sistema de comunicación de Titan. No había comunicación", indicó Alan Estrada. Es a los 2.000 metros de profundidad cuando se sobrepasa el tiempo límite que marca el protocolo del tiempo que el submarino puede estar sin comunicación. "Es importante abortar el descenso y volver a la superficie. Después de una hora se declara como una emergencia", cuenta.

Todas las miradas están puestas en el Atlántico. El tiempo sigue corriendo y las posibilidades de encontrar a los cinco integrantes de la tripulación (el empresario paquistaní Shahzada Dawood, su hijo Suleman, el explorador británico Hamish Harding, el explorador francés Paul-Henry Nargeolet y el consejero delegado de OceanGate, Stockton Rush), se agotan.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación
Salir de ver en versión AMP