Son dos de las grandes potencias mundiales y dos de los países que han desarrollado una vacuna contra la covid-19. Sin embargo, Rusia y China no ocupan los primeros puestos de la carrera por la vacunación, que lideran Israel, Emiratos Árabes Unidos y Chile.
Rusia comenzó a inocular a su población el 15 de enero y cuenta actualmente con tres fármacos para combatir el coronavirus: Sputnik V, EpiVacCorona y CoviVac, aunque este último comenzará a emplearse a finales de este mes. Sin embargo, la cifra de rusos que han recibido la vacuna es asombrosamente baja: solo un 7,2% de la población.
Según una encuesta publicada a comienzos de este mes por el Centro Levada, los rusos se muestran cada vez menos proclives a vacunarse. En diciembre del pasado año el 38% de los participantes en el sondeo estaba dispuesto a recibir el fármaco y en febrero el porcentaje pasó a ser del 30%, pero en ese periodo de tiempo los que no querían vacunarse pasaron del 58% al 62%. De los que no son partidarios de recibir el fármaco contra la covid-19, la mayoría (37%) temen los posibles efectos adversos de la vacuna.
Realmente esperamos que el mayor número de personas tome voluntariamente la decisión de vacunarse"
"Este es un asunto muy serio. Realmente esperamos que el mayor número de personas tome voluntariamente la decisión de vacunarse", aseguró el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. Precisamente, este pasado martes 23 de marzo se vacunó el presidente de Rusia, Vladímir Putin. Uno de los objetivos, transmitir a la población la seguridad en el antiviral. Sin embargo, a diferencia de la amplia cobertura informativa que ofrecen en otros asuntos, en esta ocasión la oficina de prensa de la Presidencia no ha desvelado con qué vacuna se inoculó el mandatario. Simplemente indicaron que lo había hecho con uno de los tres fármacos nacionales y que se sentía "bien".
China
Pese a contar con vacuna propia, Sinopharm, en China solo han sido administradas 6.35 dosis por cada 100 habitantes, según los datos de la plataforma Our World in Data. Uno de los motivos que explican esta baja cifra es, al igual que sucede en Rusia, la desconfianza de la población hacia el antiviral que combate el coronavirus.
"Como los datos de la pandemia han mejorado, la gente se está relajando y no siente que sea necesario vacunarse, así que prefieren esperar un poco", cuenta a Vozpópuli Pablo, un español residente en el país asiático.
Hasta el momento, China ha dado prioridad a las personas de entre 18 y 59 años que tienen mayor riesgo de infectarse y transmitir la enfermedad, como trabajadores esenciales y empleados del servicio público. Pero además, los ciudadanos pueden solicitar recibir la vacuna de forma voluntaria en el caso de que por ejemplo tengan programado un viaje, pero pese a esto, el porcentaje de aceptación entre la población "es baja", señala.
Detrás de las razones que provocan este recelo hacia Sinopharm, Pablo explica que se encuentran las dudas que hubo al principio sobre su efectividad y también a la desconfianza en el sistema médico por parte de la población debido a la lentitud a la hora de inmunizar.
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