El colapso de la presa de Nova Kakhovka ha supuesto un golpe severo a una de las infraestructuras clave del sur de Ucrania. Con una capacidad de 18,2 kilómetros cúbicos de volumen de agua (más de cinco millones de piscinas olímpicas), el embalse alimenta las centrales hidroeléctricas de la zona así como proporciona agua para el regadío de las regiones colindantes del último tramo del rio Dniéper. Una zona que se encuentra en el corazón del 'granero' ucraniano y desde donde se exportan miles de toneladas de maíz, trigo y cebada, además de aceite de girasol, que le sitúan a Ucrania entre los principales productores y exportadores mundiales de estos productos. Una producción que ahora está en peligro.
La destrucción de la presa también deja en el aire el suministro de agua a la península de Crimea y suministra recursos para la refrigeración de la planta nuclear de Zaporiyia, ahora ocupada por los rusos, cuyas posiciones defensivas se sitúan en el margen oriental pero han tenido que desplazarse por el agua. La lucha por hacerse con el control del Dniéper es una operación clave para la contienda y, como han comunicado las operaciones especiales ucranianas, llevaban meses realizando misiones secretas en las islas del río para hacerse con posiciones rusas.
Este jueves, el presidente de Ucrania, Vlodimir Zelenski, ha acudido personalmente a la zona para coordinar las labores de emergencia en la zona del desastre después de que este miércoles criticara a la Cruz Roja por no actuar en las zonas ocupadas rusas y denunciara ataques de artillería rusos en Jersón en plenas labores de rescate. Por ahora, la ciudad de Jersón y las zonas colindantes están completamente anegadas y los servicios de rescate ya han evacuado a más de 2.000 personas en una zona que abarca hasta 600 kilómetros inundados. Tal y como informa la Administración Militar, el 32% está en la margen occidental del Dniéper, que está bajo control del Gobierno de Kiev y el 68% restante se encuentra en la margen oriental, ocupada por Rusia.
La falta de agua potable ya está afectando a los precios de consumo de este bien en los supermercados y ha alterado las compras de la población, que se han lanzado a abastecerse. Además, las consecuencias de la catástrofe también siguen poniendo en peligro a la población. Tal y como asegura la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios en su último reporte, "las inundaciones masivas en la presa también pueden aumentar los riesgos de contaminación por minas y artefactos explosivos. Según los socios humanitarios, las inundaciones y el rápido movimiento del agua pueden provocar el movimiento de minas y artefactos explosivos hacia áreas previamente evaluadas como seguras, poniendo así a las personas en peligro. Al menos el 30% del territorio de Ucrania está contaminado con minas, según las autoridades ucranianas, siendo el oblast de Khersonska el más afectado".
La explosión de estos artefactos ya están siendo reportadas por personas de la zona, tal y como se muestra en telegram. Además, tal y como ha afirmado el viceprimer ministro Oleksandr Kubrakov, los civiles de la zona ocupada por Rusia en el flanco oriental del río deben seguir afrontando ataques de artillería además del nuevo exponente de las minas, que han desdibujado las zonas seguras, a los productos químicos y las bacterias infecciosas que se están propagando con el agua.
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