El líder del Gobierno de Acuerdo Nacional sostenido por la ONU en Trípoli, Fayez al Serraj, anunció este miércoles su decisión de dimitir de su cargo y traspasar los poderes a un sucesor antes de concluya el próximo mes de octubre.
En una declaración institucional difundida a través de la televisión estatal, Al Sarraj instó al Comité Consultivo a reunirse y elegir un nuevo Consejo Presidencial que asuma las funciones del que él mismo ha encabezado desde que se formara en marzo de 2016, tras el fallido proceso de paz impulsado por la Naciones Unidas en la ciudad marroquí de Skhirat.
Sobre la dimisión de Al Serraj se hacían conjeturas desde hace días en Libia, donde se enmarca en el nuevo esfuerzo de la Unión Europea y Naciones Unidas por recuperar el liderazgo de una negociación que desde hace meses controlan Rusia y Turquía, este último principal apoyo del GNA.
Moscú respalda las aspiraciones del mariscal Jalifa Hafter, tutor del Ejecutivo no reconocido en el este y hombre fuerte del país.
En este esfuerzo, el Consejo de Seguridad de la ONU renovó el martes el mandato de la misión internacional para Libia (UNSMIL) y anunció que en los próximos días cubrirá la vacante dejada meses atrás por su último enviado especial, Ghassam Saleme.
Tanto Bruselas como el organismo internacional también tratan desde hace semanas de elevar la figura política de Aquilah Saleh, presidente del Parlamento elegido en 2014 que se desplazó a la ciudad oriental de Tobrouk al no ser reconocido por el gobierno que entonces existía en Trípoli y dividirse por su diferente opinión sobre el proceso de paz lanzado por la ONU.
Protestas populares
La renuncia de Al Serraj se produce en medio de protestas populares por la carestía en Trípoli, que han desvelado, asimismo, la lucha por el poder en el seno del GNA, y en particular entre el círculo de presidente del Consejo y el del ministro de Interior, Fathi Bashaga.
El propio Al Serraj cesó a Bashaga y le abrió una investigación a principios de mes a causa de la violenta represión de las protestas por parte de una de las milicias vinculadas al poderoso ministerio de Interior.
El ministro fue liberado apenas tres días después y reincorporado a su puesto, desde el que controla la seguridad de la capital.
Las protestas por los cortes diarios de electricidad, la escasez de gas natural, agua corriente y combustible también se han repetido en las principales ciudades del este, igualmente reprimidas de forma violenta por milicias vinculadas al poder.
Tanto Al Serraj como Saleh anunciaron hace dos semanas un compromiso de alto el fuego que sin embargo no ha sido aceptado por las fuerzas sobre el terreno, que siguen reforzando y moviendo tropas en el eje que forman el oasis de Al Jufrah y el puerto de Sirte, nuevo frente de batalla de una guerra que se agudizó hace 14 meses con la entrada de mercenarios -principalmente sirios y africanos- reclutados por Turquía y Rusia.
Libia es una Estado fallido, víctima del caos y la guerra civil desde que en 2011 la OTAN contribuyera militarmente a la victoria de los heterogéneos grupos rebeldes sobre la dictadura de Muamar al Gadaf
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación