Internacional

El mundo si Trump vuelve a La Casa Blanca: la geopolítica

El proteccionismo defendido por el republicano podría dejar un hueco a nuevas potencias en el ámbito internacional en el que hacer valer sus intereses

El candidato republicano, Donald Trump, y su equipo más cercano preparan un cambio radical en el gobierno estadounidense si consiguen volver a la Casa Blanca, o eso llevan prometiendo durante toda la campaña electoral. Reprimir la inmigración, despliegue de las fuerzas militares federales en la frontera, nuevos aranceles y limitaciones al comercio, y mano dura con los miembros de la OTAN que no cumplen con los estatutos, es lo que se espera con la hipotética administración Trump.

En el plano internacional también se esperan cambios si Trump se alza con el poder en América ya que las políticas proteccionistas del candidato republicano acabarían por tener un impacto en el globo. Aranceles a productos extranjeros para potenciar la industria nacional y reflejar la presencia norteamericana en el exterior pueden acabar decantando la balanza en algunas áreas conflictivas clave del mundo.

El deber de Estados Unidos

Los Estados Unidos de América fueron, y son, una potencia a nivel mundial -todavía queda pendiente si en un futuro lejano mantendrán ese poder- y han servido de contrapeso contra otros grandes estados en su afán de extender su propio poder. La bandera libertad que defiende el país norteamericano frente a actores que atentan contra las democracias y libertades de los pueblos ha servido -y sirve- para mantener a raya a tanto países como otros actores internacionales con intenciones egoístas y perniciosas, nunca -por supuesto- anteponiendo el propio interés y beneficio para EE.UU. Un buen ejemplo es del China y sus aspiraciones en el Mar de la China Meridional y la isla de Taiwán, o las intenciones rusas de recuperar su esfera de influencia en la Europa del Este para mantenerse a salvo de Occidente y la OTAN.

El papel de árbitro internacional que el país norteamericano -autoproclamado- ha servido para mantener a raya a actores internacionales con perniciosas intenciones e intereses de cumplir sus objetivos, y no siempre de forma directa desplegando fuerzas militares; el poder de los Estados Unidos tiene -todavía- sirve como disuasión para otros estados o grupos lleven a cabo esas acciones que atenten contra libertades de terceros países.

Varios ejemplos pueden ser el deseo del Kremlin de recuperar la esfera de influencia -aquellos estados satélites pertenecientes a la URSS- soviética y cómo, para salvaguardar los intereses rusos y de habitantes rusoparlantes en los antiguos países soviéticos, Putin ordenó preparar la invasión de Ucrania escondida tras unas maniobras militares. Un segundo ejemplo es, de forma indirecta, un efecto disuasorio, que los Estados Unidos de América mantienen a raya los intereses imperialistas chinos y su intención de expandir sus fronteras: la marítima hacia el Mar de la China Meridional y la terrestre hacia las islas de Taiwán así como los pequeños atolones y arrecifes de coral de las aguas colindantes para su uso militar.

Este papel, de alguna forma encabezado por la Casa Blanca, no es algo desinteresado, la mayor parte de movimientos -activos o pasivos- por parte de los Estados Unidos obedecen en gran medida a la agenda y prioridades propias, que no son más que mantener a raya a las demás potencias; y que al pertenecer al bloque Occidental, Europa suele percibir estos actos como beneficiosos.

La hipotética nueva administración Trump

Con la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca la geopolítica mundial podría dar un leve un giro; al fin y al cabo las promesas en campaña de los candidatos dependen de la realidad a la que se enfrente el recién elegido presidente -o presidenta- nada más llegar al Despacho Oval, por lo que éstas podrían no llegar a cumplirse en su totalidad. Por supuesto, los intereses de la nación se anteponen a los del particular, otra razón que podría justificar que los grandes cambios prometidos por el candidato republicano no llegaran a materializarse.

Pero el afán de Donald Trump por "hacer América grande de nuevo" (traducido del inglés "Make America Great Again") puede hacer que la presencia norteamericana disminuya a lo largo y ancho del globo, permitiendo a otros actores internacionales acaparar ese espacio que EE.UU. deja vacío para hacer valer sus propios intereses. Esta situación puede resultar en dos principales consecuencias: que un actor internacional acabe, de alguna forma u otra, sometido a otro o que el espacio, como aliado o socio, que ejerce EE.UU. deje acabe siendo ocupado por otra potencia, en su detrimento, acabando por hacer América, menos grande.

Su rechazo a la OTAN no es nada nuevo, y es que Donald Trump ya se ha mostrado molesto con que sean los Estados Unidos quienes tiren de esta organización internacional y como la falta de compromiso e inversión por parte de sus miembros es un factor que hace que el republicano se replantee la importancia de esta alianza, dejando en un segundo plano a la OTAN u obligando a sus miembros a cumplir con los estatutos principales como el presupuesto que deben aportar en defensa a nivel nacional.

Además de esto, el republicano ya anunció otras medidas que pueden acabar afectando internacionalmente: como las deportaciones masivas de inmigrantes irregulares, llegando a incrementar hasta en diez veces la cantidad de deportaciones; la construcción de “enormes centros de retención” para los migrantes ilegales en un periodo de transición hasta ser devuelto a sus países de origen o desde el que vinieron.

Junto a las ya mencionadas el candidato a la Casa Blanca pretende reactivar la figura del “tercer país seguro”, donde llevar a inmigrantes en situación irregular y la suspensión del programa de refugiados además de limitar la entrada a habitantes de países musulmanes.

Al mismo tiempo, en lo relativo al comercio internacional, Trump pretende imponer un "arancel básico universal" en la mayoría de bienes importados para potenciar la industria nacional. Este sería un nuevo impuesto a la mayoría de productos de fabricación extranjera. También, tendría planeado aumentar el precio para lo consumidores de dichos productos, lo que podría llegar a provocar una guerra comercial a nivel mundial, perjudicando a las empresas exportadores norteamericanos.

La guerra con China tendría su capítulo propio, y es que el candidato a ocupar el Despacho Oval tiene intención de eliminar "progresivamente todas las importaciones chinas” de productos electrónicos y otros bienes esenciales, imponiendo también nuevas normas con el fin de que empresas norteamericanas inviertan en el gigante asiático, un claro ataque a la otra potencia económica que rivaliza con EE.UU., pero que pondría ambos países en una guerra comercial abierta.

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