La secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, ha confirmado este lunes que el presidente, Joe Biden, "no tiene intención" de reunirse con el líder norcoreano, Kim Jong Un.
A pesar de que Biden se ha mostrado "preparado para un poco de diplomacia", su aproximación a Pyongyang será "bastante diferente", ha confirmado Psaki en una rueda de prensa.
Por su parte, la embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, ha explicado este lunes también durante una conferencia de prensa que Washington trabaja junto a Tokio y Seúl para emprender "acciones adicionales" ante las nuevas pruebas con misiles balísticos que ha llevado a cabo Pyongyang.
También el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha participado en la rueda de prensa virtual organizada por el Centro de Prensa Extranjera de Nueva York para confirmar esta coordinación con Japón y Corea del Norte.
"Lo que estamos viendo desde Pyongyang en términos de estas provocaciones impide la determinación de nuestros tres países, junto con aliados y socios de todo el mundo, de acercarse a Corea del Norte desde una posición de fuerza con el fin de disminuir la amenaza que supone para la región y más allá", ha precisado, según recoge Yonhap.
"Acciones adicionales" contra Corea del Sur
Thomas-Greenfield ha confirmado que Washington está estudiando "acciones adicionales" en respuesta a los recientes lanzamientos, una afirmación que se produce un día antes de que el Consejo de Seguridad discuta estas pruebas balísticas norcoreanas a puerta cerrada el martes.
Los lanzamientos de misiles balísticos por parte de Pyongyang tuvieron lugar el jueves pasado y se trata de misiles "recientemente desarrollados" que consisten en "un sistema de armas que mejora el peso de su ojiva a 2,5 toneladas mientras utiliza la tecnología central de los desarrollados hasta el momento".
Las resoluciones de la ONU prohíben a Corea del Norte llevar a cabo pruebas con misiles balísticos y le han impuesto duras sanciones internacionales para disuadirlo de seguir desarrollando cohetes que puedan ser equipados con ojivas nucleares. Tanto Corea del Sur como Japón y Estados Unidos mostraron su preocupación ante esta nueva ronda de pruebas balísticas.
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