Las elecciones presidenciales de este martes 3 de noviembre en Estados Unidos son las más importantes de las últimas décadas. En ellas se decidirá si el magnate y actual presidente del país norteamericano, Donald Trump, continúa liderando la primera potencia mundial cuatro años más o si el demócrata Joe Biden acaba con su mandato.
En un principio, los escenarios son dos: que gane el líder republicano y revalide su título o que, por el contrario, Biden llegue al despacho Oval. No obstante, el resultado parece que se demorará e, incluso, puede que haya más opciones que las dos anteriores.
Si se cumplen las previsiones y la tendencia sigue siendo la que ha protagonizado hasta ahora el recuento, Biden ganaría las elecciones. En ese caso, el escenario más sencillo habría sido que el demócrata se hiciese con los 270 compromisarios del Colegio Electoral necesarios para liderar sin problemas.
Trump se ha autoproclamado vencedor cuando aún no había terminado el recuento y cuando Biden le sobrepasaba en votos electorales
En esa situación, si hubiese logrado ese número de apoyos de manera rápida, no sería necesario ni conocer los resultados de todos los estados, ni siquiera de aquellos llamados 'estados bisagra' o 'pendulares', en los que el voto es más indeciso y puede caer de cualquier lado.
Si esto ocurre, lo normal y democrático sería que Trump reconociese su derrota y asumiese que ya no sería presidente. Llamaría a Biden para felicitarle. Sin embargo, parece que el actual presidente no está por la labor de reconocer ninguna derrota ni hacerlo, evidentemente, de manera rápida -ya ha asegurado que recurrirá ante el Tribunal Supremo-.
Trump ya se ha autoproclamado vencedor
Lo cierto es que, con la situación actual, ese resultado rápido de los estados que permitan una victoria rápida y clara no va a ser posible. Además, a ello se suma que Trump se ha autoproclamado vencedor de las elecciones cuando aún no había terminado el recuento y cuando Biden le sobrepasaba en sufragios y votos electorales.
Otro de los puntos importantes es que casi 100 millones de personas han votado por adelantado -voto por correo-, un dato que representa el 72,3% de los que votaron en el año 2016.
El principal problema de estos millones de votos se encuentra en que en muchos estados no se puede iniciar su escrutinio hasta la misma jornada electoral y, en otros, el voto por correo se admite hasta varios días después del 3 de noviembre. Algo que Trump considera "fraude" y "vergonzoso".
Así pues, cabe la posibilidad de que aunque en algunos estados en las primeras horas el color que se muestre sea el rojo de los republicanos, se produzca un cambio al azul de los demócratas a medida que empiecen a computarse los votos por correo y por adelantado.
Igualmente, el resultado podría demorarse algunos días, lo cual, en caso de que ninguno de los dos candidatos haya obtenido ya la mayoría necesaria en el Colegio Electoral, dejaría en un limbo el resultado final.
¿Y si Trump recurre?
La posibilidad de resultados ajustados en algunos estados, como ocurrió en 2000 en Florida, y las declaraciones de Trump poniendo en tela de juicio el voto por correo y tildando el proceso de "fraude", hacen temer que el republicano emprenda una batalla legal para impugnar el resultado que arrojen las urnas que se prolongue durante semanas o incluso meses.
En este caso, tal y como detalla Europa Press, el problema radica en que la Constitución estadounidense estipula claramente que el mandato del presidente arranca el 20 de enero de 2021. Pero para que esto sea posible, hay que cumplir con una serie de pasos previos.
Aunque la legislación parezca tener cualquier escenario posible en cuenta, no había contado con un actor impredecible: Donald Trump
Según la legislación, los estados tienen que haber dirimido cualquier eventual controversia o problema con el resultado antes del 8 de diciembre ya que el Colegio Electoral se reunirá el 14 de diciembre -en realidad lo hacen los compromisarios en cada estado- para emitir su voto.
En las elecciones de 2000, no se agotó el plazo y el Tribunal Supremo dio la victoria a George W. Bush por 537 votos sobre Al Gore en Florida y con ello la mayoría en el Colegio Electoral antes de la fecha prevista. Pero, ¿qué ocurriría si aún hubiera algún litigio pendiente en algún estado?
Ya en el pasado, se han dado casos en los que un estado ha enviado dos votos diferentes para que sean contados en la sesión conjunta del Congreso el 6 de enero. En general, esto sucede cuando el legislativo estatal está dominado por un partido y el gobernador pertenece al otro.
Trump, actor impredecible
Para evitar esta dicotomía, existe una ley que prevé que si la Cámara de Representantes y el Senado no se pueden poner de acuerdo respecto a qué voto es el legítimo, entonces el que prevalecerá será el remitido por el gobernador.
Así pues, de producirse una situación como la descrita y haber emitido todos los votos los distintos estados, el 6 de enero se procedería al recuento de los mismos, con el anuncio oficial del ganador por parte del vicepresidente, Mike Pence, en su calidad de presidente del Senado.
Sin embargo, aunque la legislación parezca tener cualquier escenario posible en cuenta, no había contado, hasta el momento, con un actor impredecible: Donald Trump.
La probabilidad de que el mandatario no acepte públicamente su derrota y se niegue a pasar el testigo a Biden sumiría a Estados Unidos en un territorio intransitado, de incertidumbre y absolutamente desconocido.
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