Una visita sorpresa de Donald Trump a un hospital militar ha renovado las especulaciones sobre la salud del presidente de Estados Unidos, un septuagenario obeso y amante de la comida rápida cuyo historial de exageraciones sobre su estado físico ha provocado que algunos no se crean ni al médico de la Casa Blanca.
Durante la campaña electoral de 2016, el médico personal de Trump proclamó de forma memorable que, si su paciente llegaba al poder, se convertiría en "el individuo más sano jamás elegido para la Presidencia".
La hipérbole continuó en la Casa Blanca, donde el primer médico asignado al presidente desató burlas al sentenciar que Trump tenía "unos genes increíblemente buenos" y "podría vivir hasta los 200 años" si mejoraba su dieta.
Ninguno de esos doctores mantuvo su prestigio: el primero, Harold Bornstein, aseguró que Trump le había dictado lo que debía decir; y el segundo, Ronny Jackson, tuvo que renunciar tras ser acusado de beber en el trabajo y recetar medicamentos sin control.
Por eso, cuando Trump se desplazó el sábado al hospital militar Walter Reed, cerca de Washington, para hacerse unas pruebas que no estaban previstas en su agenda pública, las teorías sobre un posible problema de salud se multiplicaron en las redes sociales.
Dime un doctor de Trump que no haya mentido por él, y entonces creeré al actual", escribió un columnista
Y lo más revelador: cuando el médico actual de Trump en la Casa Blanca, Sean Conley, aseguró este lunes que la visita fue preventiva y descartó cualquier problema de salud del presidente, muchos reaccionaron con escepticismo.
"Dime un doctor de Trump que no haya mentido por él, y entonces creeré al actual", escribió en su cuenta de Twitter un columnista de la revista Newsweek, Seth Abramson.
Un "cheque rutinario"
En una carta oficial, el médico presidencial definió la escapada de Trump al hospital como un "chequeo rutinario" que se mantuvo en secreto hasta el último momento porque no estaba claro si la "agenda" del mandatario le permitiría ir.
El examen médico anual de Trump no estaba previsto hasta el próximo febrero, pero la portavoz de la Casa Blanca, Stephanie Grisham, aseguró que el presidente quería "adelantar algunas partes" de su chequeo porque es probable que a comienzos de 2020 esté muy ocupado y quizá incluso inmerso en un juicio político.
La noticia de que se había desplazado a Walter Reed llegó acompañada de rumores de que el presidente había experimentado "dolores en el pecho", pero Conley negó el lunes esa posibilidad y afirmó que Trump no se sometió a "evaluaciones cardíacas ni neurológicas".
Hasta Melania dudó
Trump reaccionó este martes con rabia a las especulaciones sobre su estado físico, al afirmar que incluso su esposa Melania le había preguntado por los rumores sobre su salud cardíaca.
"Fui a hacerme un chequeo, y al volver, mi esposa me dijo, 'Cariño, ¿estás bien? Están diciendo que podrías haber sufrido un ataque al corazón'", relató Trump durante una reunión de gabinete.
El presidente culpó de esas especulaciones a la prensa, de la que dijo que está "enferma" y es "peligrosa", e insistió en que su visita al hospital fue "rápida" y "rutinaria".
Varios medios de comunicación recordaron que es legítimo hacer preguntas sobre la salud de Trump, porque no sería el primer presidente estadounidense que oculta problemas médicos.
"La Casa Blanca no puede ser la fuente de información sobre la salud del presidente, porque aniquiló su propia credibilidad" con las exageraciones de Jackson en su primera evaluación médica de Trump, indicó en un editorial el diario The Texas Star-Tribune.
Hamburguesas, refrescos y golf
Trump tiene 73 años, y ya hace tres que se convirtió en la persona más anciana elegida presidente en la historia de Estados Unidos.
Su conocida afición a comer hamburguesas, el rumor de que es capaz de beber doce latas de Coca Cola al día y una aparente alergia al ejercicio físico -con la excepción del golf- le han dado mala fama, pero por ahora el presidente solo ha dado muestras de vigor.
En febrero, el último examen médico de Trump le situó en la categoría de obeso, con 110 kilos y un índice de masa corporal de 30,4, aunque su médico asegura que su colesterol ha bajado desde entonces y ahora está en el rango normal, con un total de 165.
Fuera anecdótico o no el episodio de este fin de semana, dejó claro que la salud será un tema de debate en las elecciones de 2020, porque tanto Trump como tres de los favoritos en la carrera demócrata -Joe Biden, Bernie Sanders y Elizabeth Warren- rozan o superan los 70.
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