Internacional

Los españoles que liberaron París hace 80 años: borrados en Francia, ignorados en España

“La Nueve”, la compañía de choque del general Leclerc formada por 160 hombres de los cuales 146 eran españoles, antiguos combatientes de la República

París conmemora este fin de semana el 80 aniversario de su Liberación, con un homenaje especial al grupo de soldados españoles que formaron parte de “La Nueve”, la compañía de choque del general Leclerc formada por 160 hombres de los cuales 146 eran españoles, antiguos combatientes de la República.
A las seis de esta tarde de hoy, tendrá lugar en la plaza “Arènes de Lutéce”, en pleno barrio latino, el homenaje a la columna dirigida por el capitán francés, Raymon Dronne y su adjunto, el valenciano Amado Granell.
El 24 de agosto de 1944 la capital francesa cumple cinco días de insurrección contra la ocupación nazi que dura ya cuatro años. A la caída de la tarde, un todoterreno Opel incautado al ejército alemán llega a la plaza del Ayuntamiento de París con el primer militar del ejército francés libre. Es el símbolo del comienzo de la liberación; es el primer soldado aclamado por los ciudadanos que desafían a los francotiradores alemanes. Es Amado Granell Mesado, español nacido en Burriana (Castellón), que forma parte de “La Nueve”, la compañía de la II División Blindada del general Philippe Leclerc, elegida por Charles De Gaulle para ser la primera en entrar en la capital de Francia.
Pocas horas antes, un grupo de vehículos blindados semiorugas (half-tracks) y tres tanques Sherman habían penetrado en la capital francesa por sorpresa. Los parisinos creen en un principio que son parte de las tropas alemanas instaladas en la ciudad, pero se percatan de que visten uniformes del ejército de Estados Unidos y que son la avanzadilla de las tropas que devolverán la libertad a París y, por consiguiente, a toda Francia.
La confusión aumenta cuando varios vehículos en los que se desplazan esos oficiales y soldados llevan inscrito en el morro un nombre en español. Bautizados “España cañí'”, “Guernica”, “Madrid”, “Brunete”, “Guadalajara” o “Ebro”, entre otros, son conducidos por militares que portan una bandera roja, amarilla y violeta cosida a sus uniformes. Son los miembros de “La Nueve”. Se la conocía así, La Nueve, en español, porque 146 de sus 160 componentes eran republicanos españoles, alistados en las tropas de la “Francia libre”.

El extremeño Gutiérrez y el reloj de Von Choltitz

“La Nueve” estaba comandada por el capitán francés Raymond Dronne, que tenía como mano derecha al teniente Amado Granell, el valenciano que fue el primer militar “francés” en entrar ese día en el Ayuntamiento de París, ya en manos de la resistencia parisina en la que, por cierto, habían participado otros miles de españoles exiliados. En la noche del 24 de agosto del 44, canciones como "Ay, Carmela" y otras pertenecientes al cancionero español sonaron hasta la madrugada en los lugares “asegurados”. Pero la liberación de París no había terminado.

Los españoles de “La Nueve” hicieron frente dentro de la capital a los contraataques y emboscadas de los alemanes que todavía ocupaban la ciudad. El 25 de agosto, el gobernador alemán, atrincherado en el Hotel Meurice con sus tropas de élite, se rindió por fin. Un extremeño, Antonio Gutiérrez, se encargó de mantener encañonado a la máxima autoridad nazi en la capital francesa mientras esperaba que un militar del rango del alemán se hiciera cargo de él. El general Dietrich Von Choltitz le regaló a Gutiérrez su reloj, en agradecimiento por haber respetado las convenciones militares internacionales.


París estaba ya casi limpia de nazis y colaboradores franceses para que el general Charles De Gaulle pudiera hacer su entrada en la ciudad y simbolizar con su imagen la liberación de la capital, “de la Francia que se ponía de nuevo en pie”, como escribió Leclerc. El 26 de agosto, el militar que se había exiliado a Londres y que había desafiado a su excompañero, Philippe Petain, recorría a pie las calles de París, desde el Arco de Triunfo y la Tumba al Soldado Desconocido, hasta la catedral de Notre Dame. Cuatro de los vehículos de “La Nueve” fueron los elegidos para abrir el desfile de De Gaulle. Amado Granell encabezaba el cortejo, que recibía los vítores de una ciudadanía en júbilo. Quedaba claro el homenaje militar de De Gaulle a “La Nueve” y a los españoles que la componían. Pero a partir de ahí, la historia de estos republicanos que habían participado en la guerra civil con apenas 20 años y que se convirtieron en héroes bajo mando francés se silenció y se enterró en Francia con una losa de propaganda que disminuyera el papel de “La Nueve”, donde además de españoles había representantes de varias nacionalidades, como el chófer amenio del capitán Dronne.

“Fake news” histórica

Ya el día 25, el diario “Libération” abre en primera con una gran foto del interior del Ayuntamiento, en la que se ve a Amado Granell con el líder de la resistencia parisina. El nombre de Granell no es mencionado, nada se dice sobre los españoles; el periódico habla de "soldados americanos". Los periodistas “se equivocaron” porque los soldados vestían uniformes del ejército de EEUU, ya que formaban parte de las tropas francesas comandadas por el general Patton.
Hay palabras que quedan grabadas para la historia y pasan a formar parte de la memoria política de los pueblos. De Gaulle sabía lo que tenía que decir cuando lanzó su famosa proclama: "París, ultrajada, París, rota, París, martirizada, pero París liberada. Liberada por ella misma, liberada por su pueblo con el concurso de los ejércitos de Francia, con el apoyo y la contribución de Francia entera. Es decir, de la única Francia, de la verdadera Francia, de la Francia eterna".
Ni una palabra sobre los liberadores españoles. Poco importantes para el futuro, según De Gaulle, que debía enterrar la imagen de la Francia colaboracionista, ensalzar a una Resistencia en la que participaron muy pocos franceses y hacer frente a los norteamericanos, por una parte, y a los comunistas locales, por otra. Gaullistas y comunistas decidieron, pues, que toda Francia había sido resistente y que sus soldados liberaron París. De esa propaganda edificada sobre el silencio forma parte también la película “¿Arde París?” (1966), de René Clement, con guión de Gore Vidal y Francis Ford Coppola, y actores como Orson Welles y Alain Delon, entre otros.
Los historiadores franceses, los militares o los periodistas han ignorado el papel jugado por los republicanos españoles en la liberación de Francia. Un silencio de décadas que pocas obras escritas han intentado romper. Entre ellas, destaca el libro de la periodista española, Evelyn Mesquida, “La Nueve, ces republicains espagnols qui ont liberé Paris” (2011), publicado en español por Ediciones B bajo el título “La Nueve, los españoles que liberaron París”. La obra de Mesquida, que fue durante más de 30 años corresponsal de la revista del grupo Z, “Tiempo”, en la capital francesa, recoge la historia de “La Nueve” y, en especial, las entrevistas que la periodista hizo a algunos de los entonces supervivientes de la compañía. El testimonio de esos veteranos – todos ya fallecidos - es una de las páginas más emocionantes y tristes de la historia de Francia. Es, también, parte de la memoria de la trágica guerra civil española.
Mesquida recorrió durante años los archivos de Francia buscando el papel de los españoles en la liberación del país. En la mayoría de las ocasiones, se topó con el silencio y la animosidad de los altos mandos militares.

La historia francesa de los españoles que participaron en “La Nueve” no empezó en París. Comienza tras la derrota republicana y el comienzo del exilio. Cientos de miles de españoles, muchos de ellos combatientes republicanos, pasan la frontera de los Pirineos. Otros huyen en barco hacia las colonias francesas del otro lado del Mediterráneo. En una y otra parte, son encerrados en campos de concentración (por primera vez se les llamó así), donde son apaleados, pasan hambre, frío y sufren enfermedades. A los hombres se les ofrece dos soluciones: ser devueltos a España. o alistarse en la Legión francesa.

Anarquistas, defendiendo del Sagrado Corazón

Una vez que Petain se alía con Hitler, los españoles intentan por todos los medios pasarse al ejército de De Gaulle, el ejército de la “Francia libre”. Muchos participaron en las batallas que han marcado la historia militar francesa en África: Cufra, El Alamein, Bir Hakeim…
Los 146 que formaban parte de “La Nueve” fueron entrenados en Gran Bretaña antes de desembarcar en Normandía, el 1 de agosto de1944. Pero su lucha no acabó en París. Los miembros de “La Nueve” que quedaban con vida tras duros combates en Alsacia y Lorena fueron de los primeros, también, en llegar al último refugio de Hitler, el “Nido del Águila”, en Berchtesgaden.
Que Francia “nacionalizara” su Historia es injusto, pero políticamente comprensible. Como lo es también que la falta de apoyo a estos soldados exiliados se debe en parte a que eran en su mayoría anarquistas. Anarquistas “comecuras”, ateos o anticlericales que no dudaron en contribuir a la compra de una nueva estatua del Sagrado Corazón para la iglesia de la localidad de Ecouché, en Normandía. La vieja escultura fue destruida en las feroces batallas que libró “La Nueve” contra las tropas alemanas.
Ese grupo de anarquistas enseñó un poco de dignidad también a los exaltados franceses que intentaban robar las botas a los soldados alemanes vencidos, o a los que maltrataban a las mujeres francesas que supuestamente habían confraternizado con el invasor. Para los soldados de “La Nueve”, esos que perseguían a las mujeres, cortándoles el pelo al cero, insultándolas o golpeándolas deberían haber luchado contra los alemanes y no quedarse esperando a que los liberaran.

"España es mi madre; Francia, mi novia"

El único reconocimiento oficial para algunos miembros de “La Nueve” fueron las medallas y otros honores militares por su labor en el campo de batalla. Amado Granell, el teniente y segundo en el mando de la compañía, recibió del general Leclerc la Legión de Honor con estas palabras: "Si es cierto que Napoleón creó esta distinción para recompensar a los valientes, nadie la merece más que usted". De Gaulle ofreció a Granell un puesto de comandante en el ejército francés si abandonaba su nacionalidad. Granell le respondió negativamente, arguyendo que "amaba a España como una madre y a Francia como una novia". Agotado y enfermo, el ejército francés le concedió el retiro el 27 de noviembre de 1944.


Granell comenzaba otro capítulo especial en su vida. Retornó clandestinamente a España donde seguía empeñado en batallar por la libertad. Su lucha se convertía ahora en política. Su intención, ayudar a la unión de toda la oposición a Franco —derecha e izquierda—, actuando de emisario entre socialistas y monárquicos. Fue entrevistado por primera vez en España en 1970 por el periodista Vicente Talón para el diario “Pueblo”. Murió en un accidente de tráfico en la localidad de Sueca, en 1972. Cuando en 2015 se propuso a la alcaldesa de esa ciudad dar el nombre de Granell a una calle, la regidora, perteneciente al partido “Compromis”, se negó argumentando que "en Sueca hay cosas más bonitas a las que dedicar una calle". El libro de Rafael Torres, "El hombre que liberó París " (2007) era el único dedicado a Amado Granell hasta que en 2016 un historiador francés de origen español, Cyril García, publicó "Amado Granell, libérateur de Paris".
Granell fue el oficial español de mayor grado en “La Nueve”, pero eso no puede hacer olvidar los nombres de los 146 españoles de la compañía que dejaron su vida desde su desembarco en Normandía el primero de agosto del 44, hasta la capitulación alemana. El libro de Evelyn Mesquida es un homenaje a todos ellos. A los 146 que salieron de Gran Bretaña para "liberar a Europa del fascismo": entre ellos, el barcelonés Luis Royo, el almeriense Rafael Gómez, el asturiano Manuel Fernández, los gallegos Víctor Lantes y Cariño López, el valenciano Germán Arrúe, el santanderino Faustino Solana, los barceloneses hermanos Pujol, el madrileño Antonio Van Baunberghen, formado en el Instituto Libre de Enseñanza o el aragonés Martín Bernal, torero conocido como “Larita II” antes de la guerra de España; todos pensaron, hasta el último momento, como el resto de la compañía, que tras la victoria en Francia y Alemania los aliados les ayudarían a combatir en España.
Desde que cruzaron la frontera en el 39 no tenían otro objetivo. Rafael Gómez, que conducía el half-track “Don Quijote” recordaba que la noche de su entrada en París todos durmieron pensando que "la liberación de España estaba próxima". Luis Royo, que guiaba el “Madrid”, reconocía que él nunca pensó que luchaba por Francia, sino por la libertad. Ambos tuvieron que renunciar a su sueño e integrarse en la sociedad francesa de posguerra. Ni sus compañeros de trabajo ni sus vecinos franceses supieron nunca que esos dos españoles habían arriesgado la vida por Francia.

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