A medida que se van conociendo los resultados de las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos, es evidente que la “ola roja” republicana que muchos expertos preveían no se ha materializado. Las primeras cifras indican que es probable que los republicanos recuperen la Cámara de Representantes, pero por un número menor de lo esperado, mientras que el Senado de EEUU sigue siendo un cara o cruz. Aunque podría ser más una onda que una ola, Washington parece seguir preparándose para un gobierno dividido.
En el Congreso estadounidense, los republicanos se centrarán en mantener un frente unido frente a los demócratas y en intentar que el presidente Joe Biden solo cumpla un mandato. Es probable que el bloqueo político y legislativo sea la consigna en Washington durante los próximos dos años.
Aunque Biden puede tener cierto poder para nombrar jueces federales y posiblemente incluso del Tribunal Supremo si los demócratas mantienen el control del Senado, otras prioridades clave de la Casa Blanca –entre ellas, el medio ambiente, la sanidad y los derechos reproductivos– se paralizarán. He aquí otros cinco puntos clave:
1. Recortes del gasto
Si hay un ámbito concreto en el que los republicanos de la Cámara de Representantes aprovecharán su renovada influencia es en el ámbito del gasto público. Los gastos federales, que se han disparado bajo la administración Biden, probablemente serán fiscalizados.
Los líderes republicanos intentarán obligar a los demócratas a reformar la seguridad social y Medicare a cambio de permitir un aumento del techo de la deuda, el límite de endeudamiento del Tesoro estadounidense que mantiene al gobierno federal en funcionamiento.
El alcance y la escala de los recortes del gasto dependerán en gran medida de la capacidad de los republicanos para mantenerse unidos. La reforma de la asistencia social se conoce como el “tercer raíl de la política estadounidense” por su potencial para perjudicar a los representantes públicos que se dediquen a quitarles las ayudas económicas a los estadounidenses. Mientras que los halcones fiscales, como el congresista republicano Jim Jordan de Ohio, cofundador del Freedom Caucus, han expresado su interés en impulsar lo más posible los recortes del gasto, los populistas del partido parecen ser más cautelosos.
2. Impulsar investigaciones
Sin embargo, donde el Capitolio verá más acción es en una serie de nuevas investigaciones dirigidas al poder ejecutivo, una picazón que los republicanos han estado anhelando rascarse desde que Biden asumió el cargo. En parte como venganza por los dos 'impeachments' de Trump y en parte debido al enfado por la agenda de la Casa Blanca, los republicanos aprovecharán cualquier oportunidad para acorralar a Biden, incluso sobre el covid-19, el portátil de Hunter Biden, las acusaciones de un departamento de justicia políticamente motivado y la retirada de Afganistán.
Algunos republicanos de línea dura en la Cámara de Representantes han llegado a plantear la idea de impugnar a Biden, pero esa probabilidad parece remota. Los partidarios de Trump, como Marjorie Taylor Greene, una congresista republicana de Georgia, seguirán presionando para que se adopte cualquier medida que cree espectáculo político en beneficio propio.
Sin embargo, los republicanos más convencionales se dan cuenta de que ese camino está plagado de baches. El riesgo es que se perciba que se ignoran los asuntos relevantes, como la inflación, mientras se lleva a cabo una venganza partidista contra Biden.
3. Actitudes hacia China y Ucrania
A nivel internacional, es probable que las elecciones de mitad de mandato tengan un impacto limitado en la modificación de políticas concretas. A muchos aliados de EEUU les preocupa que si los republicanos se hacen con el control del Congreso, endurezcan su postura y pongan en peligro los compromisos de EEUU en el extranjero.
En particular, se especuló con la posibilidad de retirar el apoyo a Ucrania después de que el líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, declarara el mes pasado que un Congreso republicano no estaría dispuesto a extender un “cheque en blanco” para el esfuerzo bélico.
Sin embargo, es improbable que se produzca un alejamiento radical de Kiev, incluso en medio de un conflicto que no tiene un final previsible. A pesar de un ala aislacionista dentro del partido republicano, existe un amplio apoyo en Washington para respaldar las defensa militar de Ucrania. Esto está en consonancia con la opinión pública para contrarrestar la guerra de Putin, ya que aproximadamente tres cuartas partes de los estadounidenses están de acuerdo en que Estados Unidos debería seguir ofreciendo ayuda financiera y militar a Kiev.
Asimismo, la política exterior hacia China es un área en la que republicanos y demócratas permanecen unidos. Biden se ha desmarcado de la retórica de Trump hacia Pekín, pero sigue sosteniendo la posición de su predecesor de librar una “guerra económica de baja intensidad”.
4. Implicaciones para la democracia estadounidense
Aunque las elecciones de mitad de mandato son importantes por sí mismas –y no deberían considerarse sólo como un calentamiento para 2024– hay una razón por la que todas las miradas se dirigirán ahora hacia las próximas elecciones presidenciales. Los demócratas interpretaron las elecciones intermedias no sólo como una votación sobre políticas, sino como un referéndum sobre el futuro de la propia democracia estadounidense.
Con más de 300 candidatos de derechas que sostienen que el triunfo de Biden en 2020 fue amañado, a muchos les preocupa de que se puedan sentar las bases para unas elecciones en 2024 aún más turbulentas de las que el país superó en 2020.
Los datos, sin embargo, indican que los estadounidenses están haciendo retroceder a muchos negacionistas electorales extremos, especialmente a nivel estatal. Los votantes de Pensilvania y Michigan han rechazado a los candidatos a gobernador respaldados por Trump que habrían tenido una influencia considerable en la certificación de los votos electorales.
5. El futuro papel de Trump
Mientras tanto, el control de Trump sobre el partido puede verse cada vez más cuestionado por su rival Ron DeSantis, que se alzó con la victoria en las elecciones a gobernador de Florida por un margen de dos dígitos, dando la vuelta a distritos en los que solían ganar los demócratas con contundencia y ganando grandes franjas del voto hispano/latino. Aunque los resultados de los candidatos apoyados por Trump han sido dispares, está claro que la bendición de Trump no era una garantía segura de victoria, y que la calidad del candidato sigue siendo importante.
Todo esto no asegura que no haya amenazas a los resultados electorales, ni en este ciclo ni en el de 2024. El azote del negacionismo electoral se ha convertido en algo más grande que Trump o sus aliados más fervorosos, transformándose en un movimiento total que puede resultar difícil de contener. Aun así, el aparente rechazo a los candidatos más extremos sugiere que muchos estadounidenses –de ambos partidos– quieren recuperar la estabilidad, especialmente en la institución central en unas elecciones libres y justas.
Thomas Gift, Associate Professor and Director of the Centre on US Politics, UCL y Julie M Norman, Associate Professor in Politics & International Relations, UCL
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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