Llegar hasta donde las tropas oficiales no pueden hacerlo. Actuar al margen de la ley. Morir sin tumba, porque oficialmente no existe la compañía para la que trabajas. Ese es el día a día de los combatientes del grupo Wagner, los mercenarios rusos que los informes de inteligencia occidentales vinculan al Kremlin. Y ahora, uno de sus miembros ya retirados, desvela las miserias y el modo de actuar de la compañía en los lugares más convulsos del planeta. Se llama Marat Gabidullin. Su memoria viaja hasta Siria, donde se desempeñó en primera línea de combate. Actualmente se relaciona a Wagner con operaciones encubiertas en Ucrania como apoyo a las tropas de Vladimir Putin.
“Sin Wagner, el ejército ruso no podría lograr el éxito en Ucrania”. Marat sostiene en Die Welt que el éxito de las intervenciones militares proyectadas desde Moscú no se sostendría de no ser por este brazo armado y oculto a la opinión pública. Las empresas de mercenarios están prohibidas en Rusia. Al menos, sobre el papel. Porque la inteligencia europea ha detectado su presencia en escenarios como Libia, Mali, Mozambique, Siria o Ucrania, actuando como elemento desestabilizador a favor de los intereses de Putin.
Marat vive en Francia en un lugar discreto, siempre alerta ante posibles envenenamientos. Sabe que la publicación de sus memorias en un libro puede tener consecuencias directas para su seguridad. Ronda los 55 años y su existencia vital relata acontecimientos llenos de violencia y de tropiezos personales. Fue soldado de las tropas aerotransportadas rusas, trabajó en seguridad, ingresó en prisión por asesinato, vivió en el desempleo y “se cruzó con el demonio del alcohol”, detalla Le Figaro.
Hasta que Wagner se cruzó en su camino. Como contó Vozpópuli, los detalles relacionados con este grupo de mercenarios se mueven en una nebulosa compuesta de duda, leyenda y desinformación. Sólo así se puede actuar en la sombra y al margen de la ley para una compañía que salta de avispero en avispero.
¿Qué es Wagner?
Pero, ¿qué es Wagner? Los primeros informes sobre sus movimientos datan de 2014, en plena invasión rusa de Crimea. Su fundación se atribuye a Dmitri Valérievich Utkin, miembro de las Fuerzas Especiales rusas con tendencias pronazis, según The New York Times. El nombre de la empresa de mercenarios -más que una compañía se considera una amalgama de grupos y sociedades encubiertas- provendría del compositor Richard Wagner, favorito de Adolf Hitler.
Nosotros, en Rusia, preferimos no hablar de nuestros mercenarios. No se ajusta a la narrativa oficial
Algunos informes consideran que el empresario ruso Yevgeny Prigozhin, estrechamente vinculado a Vladimir Putin, financia sus actividades. Pero desde Moscú siempre se ha atribuido todo relato sobre Wagner a “leyendas” y “mentiras”. Fuentes de inteligencia consultadas por este diario aseguran que la compañía de mercenarios no tendría acceso a algunas de sus capacidades militares más potentes de no ser por el apoyo directo de un Estado.
“Nosotros, en Rusia, preferimos no hablar de nuestros mercenarios. No se ajusta a la narrativa oficial”, declara Marat Gabidullin en una entrevista en The Guardian. Él se unió en 2015 a Wagner. Era una salida a su frágil situación económica y en la que podía desempeñar algunas de las destrezas que había adquirido como soldado. El sueldo era de unos 3.000 euros al mes; muy superior a la media salarial en Rusia, acicate para otros combatientes que, como Marat, visten el uniforme de contratista militar.
Actividades encubiertas
3.000 euros para ir a la guerra, a primera línea de fuego en los escenarios más convulsos. Marat detalla en sus memorias que a él le tocó ir a Siria en 2015, en apoyo al presidente Bachar al Asad. El excombatiente de Wagner considera que los avances de las tropas oficiales rusas fueron posibles gracias a las actividades encubiertas de los mercenarios. Y lamenta que las condecoraciones se las llevaran los “mediocres” oficiales rusos que se beneficiaron de las operaciones encubiertas.
Avances en los que Marat perdió a muchos de sus compañeros. Él mismo resultó herido tras estallar una granada a sus espaldas. Recuerda los sucesos de Khasham, en 2018, tras un bombardeo de la fuerza aérea estadounidense sobre las posiciones del régimen de Bachar al Asad. Según algunas estimaciones, cientos de mercenarios rusos perdieron la vida en el ataque. Pero como sobre el papel no existen y ni mucho menos podía admitir su presencia sobre el terreno, Moscú no pudo arremeter contra Washington por su acción. “Nunca debimos haber estado allí, los estadounidenses sabían exactamente dónde estábamos”, lamenta el excombatiente de Wagner.
Marat fue escalando posiciones dentro de la compañía hasta mandar sobre una unidad de 95 efectivos. Adaptó sus destrezas a las exigencias de Wagner: “Tenemos habilidades especializadas de las que carece un ejército normal”. No faltan las acusaciones contra los mercenarios rusos: saqueos, violaciones o matanzas indiscriminadas.
El comandante hacía la vista gorda ante muchas cosas. No había instrucciones, formación ni entrenamiento sobre las reglas
“En otras divisiones hubo algunas indulgencias”, aunque asegura que él nunca cometió crímenes de guerra. “El comandante hacía la vista gorda ante muchas cosas. No había instrucciones, formación ni entrenamiento sobre las reglas”. En 2019, después de cuatro años en las filas de Wagner, dio un paso a un lado.
Mali, Libia, Mozambique... y Ucrania
Durante ese periodo de tiempo, Wagner se desplegó en otras guerras o escenarios de conflicto. En Mozambique sufrieron cuantiosas bajas. También libraron un papel clave en Libia. Y recientemente -como contó este diario- se desplegaron en Mali y República Centroafricana, donde hay participación directa de las tropas españolas en sendas misiones de la Unión Europea.
Fuentes de seguridad consideran “altamente probable” que Wagner esté retirando sus fuerzas en África para reforzar sus posiciones en Ucrania. Putin no ha alcanzado el objetivo de doblegar a las tropas ucranianas mediante una guerra relámpago y los expertos coinciden en que no hay un horizonte cercano para el fin de las hostilidades.
Según las estimaciones del Estado Mayor de Ucrania 39.000 soldados rusos han perdido la vida desde que comenzó la invasión. En foros relacionados con la seguridad se especula con que Wagner ha lanzado una nueva campaña de reclutamiento para hacer frente a las exigencias inesperadas en esta guerra.
Marat Gabidullin vaticinó en cierta medida el devenir de las acciones auspiciadas por Putin, cuando la invasión comenzaba a tomar forma pero sin haber llegado a concretarse: "Creo que la guerra entre Ucrania y Rusia será un completo desastre para Rusia. Bajo ninguna circunstancia se debe permitir esto. Ucrania es nuestro hermano".
Por eso no fue a Ucrania. Por eso, quizá, puede contarlo.
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