Los pechos femeninos como argumentos o como gancho publicitario. Lo que antes criticaban las feministas ahora se ha convertido en su último recurso para difundir sus mensajes en sociedades saturadas de información y fragmentadas por la crisis. La hasta ahora detestada por las feministas Brigitte Bardot, ¿se convertirá en una adelantada? Paradójicamente, la desnudez como medio de protesta llega en un momento en que las jóvenes francesas rechazan el top-less en las playas.
El miércoles 9 de octubre tres miembros (o miembras) del grupo Femen se desnudaron de cintura para arriba en el Congreso de los Diputados y gritaron “El aborto es sagrado”. El destape, la única aportación conocida de las Femen al debate político, contó con el apoyo y la aprobación de varios diputados de izquierdas. En un país donde se registran en torno a 120.000 abortos anuales cabe preguntarse por el sentido de su reivindicación.
De las tres activistas, una era francesa, otra ucraniana y la tercera española, Lara Alcázar. Ésta consiguió que El País le sacase en junio pasado en una entrevista en la última página un domingo, el día con más venta de la prensa de papel de pago. Ella misma reconocía que su grupo sólo lo formaban siete mujeres en España. Pocas veces una asociación tan reducida e inactiva, a la vez que discriminatoria por motivos sexuales, ha gozado de tanta publicidad.
Horas después de que el acontecimiento circulase por Internet y las redes sociales, en la Asamblea Nacional de Ecuador, en Quito, una media docena de feministas también se desnudó parcialmente en la tribuna pública, mientras se discutía un nuevo Código Penal con la despenalización del aborto incluida. En esta ocasión, la presidenta de la Asamblea, del partido PAIS, de Rafael Correa, prohibió a los funcionarios sacarlas de los asientos que ocupaban, con lo que las feministas realizaron su destape con absoluta tranquilidad y pudieron ser fotografiadas a placer y para placer.
Protocolos de actuación
Como las activistas de Femen fueron puestas en libertad por el juez Ramiro García de Dios Ferreiro sin fianza y con la única obligación de fijar un domicilio en España a efectos de notificaciones, la impunidad puede animar a nuevos destetes.
Por ahora en España las Femen no han irrumpido en iglesias (no se sabe de que ninguna de ellas se haya desnudado en el interior de una mezquita) ni museos, como han hecho en Francia. Alguna de las asociaciones civiles y religiosas que pueden ser objetivo de la manera de protestar de estas peculiares feministas, entre las que nunca hay mujeres de peso excesivo ni edad avanzada, están elaborando un protocolo para el caso de que ellas y sus novios, los fotógrafos, aparezcan ante sus puertas.
En otra coincidencia, Lara Alcázar afirmó que a ella y a sus camaradas se les había tratado con “bastante brutalidad”; lo mismo dijeron las activistas que fueron detenidas en febrero por desnudarse y gritar en la catedral de Notre-Dame de París de los guardias que las detuvieron.
Las Antígonas
Sobre Femen hay muchas sombras. Algunas fueron expuestas por el documental Ucrania no es un burdel, de la australiana Kitty Green, en el que se describe el interior del grupo, con denuncias de que sus activistas, seleccionadas entre chicas guapas y jóvenes, reciben pagos mínimos de mil euros mensuales. Otras fuentes aseguran que detrás de Femen se encuentran grandes financieros, medios de comunicación y Gobiernos que respaldan la ideología de género.
La reacción a las Femen son las Antígonas, grupo fundado en Francia bajo el nombre de la heroína de la tragedia de Sófocles. Se visten con túnicas blancas y reivindican la complementariedad entre los hombres y las mujeres, así como la importancia de la religión. Una de las antígonas se infiltró en las Femen y conoció sus métodos.
Sin embargo, las Antígonas no disponen de tanto apoyo político y mediático como las Femen. La supuesta fundadora de Femen, la ucraniana Inna Shevchenko, que huyó de su país después de derribar con una motosierra (y semidesnuda, como en una película porno) una cruz de madera erigida en Kiev a las víctimas de la represión soviética, obtuvo en julio pasado asilo político del Gobierno socialista francés. También se ha usado su rostro para elaborar el de la Marianne que aparece en los sellos oficiales del Estado, lo que ha causado protestas en Francia, entre ellas la de las Antígonas, que escribieron al presidente Hollande para reprocharle su política ideologizada.
Si hay femen españolas, quizás dentro de poco haya antígonas españolas. ¿Encontrarán éstas la misma acogida mediática?, ¿les sacará El País en su última?
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