Francia entregó este lunes a las Fuerzas Armadas de Mali (FAM) la base de Ménaka, en la que ha mantenido presencia militar en los últimos cuatro años para organizar la lucha contra los grupos yihadistas en el Sahel, con lo que se retira de la segunda de las tres instalacioness en ese país africano. Esa retirada concreta la decisión anunciada el pasado 17 de febrero por el presidente francés, Emmanuel Macron, y es consecuencia de las fricciones con la junta militar de Mali, que exigió la marcha de las tropas francesas.
El Ministerio francés de Defensa afirmó en un comunicado que la transferencia de la base de Ménaka se ha llevado a cabo "con orden, seguridad y con total transparencia" y eso a pesar de los "ataques" informativos "regulares" que dijo que la fuerza francesa Barkhane ha sufrido para intentar "manchar su acción y su credibilidad". Los militares de Barkhane, la fuerza antiterrorista francesa en el Sahel, ya habían puesto en manos de las FAM la base de Gossi el pasado 19 de abril y harán lo mismo con la última, la de Gao, "al final del verano", precisó el Ministerio.
El departamento de Defensa hizo notar que la "rearticulación" de su despliegue no significa que el ejército francés se vaya del Sahel, sino que "el compromiso en la lucha contra el terrorismo al lado de los Estados de la región a petición suya, en coordinación con el conjunto de los países y de las instituciones internacionales movilizadas en esta lucha sigue siendo una prioridad absoluta".
Según la versión francesa, la presencia de sus tropas en Ménaka estos últimos cuatro años ha servido para obstaculizar la libertad de acción de los grupos terroristas en la región e impedir la implantación del Estado Islámico en el Gran Sahara (EIGS).
Además, las operaciones coordinadas con las FAM contribuyeron en agosto de 2021 a que el jefe del EIGS, Adnan Abou Walid Al-Sahraoui, fuera abatido
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