Francia considera que la crisis diplomática desatada por la anulación de un contrato de submarinos que tenía que comprarle Australia debe servir para que otros países europeos se den cuenta de que no pueden confiar en que Estados Unidos seguirá protegiéndolos. "Nuestros socios europeos tienen que abrir los ojos. No podemos seguir contando con Estados Unidos para garantizar nuestra protección estratégica", subrayó este jueves el ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, peso pesado en el Gobierno del presidente Emmanuel Macron.
En una entrevista en la emisora Franceinfo, insistió en que "la primera lección que hay que sacar de este episodio es que la Unión Europea debe construir su independencia estratégica".
A su parecer, "es un error" creer como la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, que el país norteamericano va a seguir protegiendo a los europeos en cualquier circunstancia. "Si mañana hay un problema masivo de inmigración ilegal, si hay un problema de terrorismo que viene del continente africano, ¿quién nos protegerá? Solo nosotros. Solo podemos contar con nosotros mismos", añadió.
Según el análisis del responsable galo de Economía y Finanzas, EEUU "solo tiene una preocupación estratégica, que es China y contener la potencia creciente de China". En ese contexto, "sus aliados tienen que ser dóciles".
Contrato
Detrás de todo está la cancelación por Australia el pasado día 15 de la compra de doce submarinos convencionales franceses, un contrato valorado en 31.000 millones de euros en el momento de la firma en 2016 y ahora en unos 56.000, para sustituirlos por otros nucleares estadounidenses, lo que ha generado una crisis diplomática sin precedentes entre los tres países.
Macron habló este miércoles por teléfono con el mandatario norteamericano, Joe Biden, para rebajar la tensión y anunció la vuelta a Washington de su embajador, al que había llamado a consultas para manifestar su enfado. No obstante, Le Maire afirmó que, aunque se haya dado ese paso para la conciliación, este tipo de contenciosos "siempre deja trazas porque se tomó una decisión brutal".
Para Pierre Éric Pommellet, consejero delegado de la compañía estatal francesa Naval Group que fabrica los submarinos, el anuncio fue una sorpresa total ya que el mismo día 15 por la mañana habían recibido un correo en el que se les informaba de que el Ejecutivo australiano daba su visto bueno a una serie de cuestiones técnicas para pasar a una nueva fase del contrato.
En una entrevista publicada este jueves por el diario Le Figaro, Pommellet insiste en que la de Canberra fue "una decisión política y estratégica", y que Naval Group no tiene ahí ninguna responsabilidad. También explica que en unas semanas van a presentar la factura de lo que tendrá que abonar por los gastos que la empresa o sus socios industriales ya había hecho o habían comprometido, como estipulaba el contrato y advierte de que harán valer sus derechos. Esa venta suponía para ellos unos 500 millones al año durante los próximos ejercicios, en torno al 10% de su facturación. Eso afecta directamente a 650 de sus empleados en Francia y también a varias decenas en otras compañías asociadas, así como a 350 trabajadores de su filial en Australia.
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