Gabriel Attal nació el 16 de marzo de 1989 en Clamart, un hermoso municipio situado en las cercanías de París, que es célebre por sus guisantes y que está hermanado con la localidad madrileña de Majadahonda. Gabriel es el mayor y el único varón de los cuatro hijos de Yves Attal, productor cinematográfico fallecido en 2015, y de Marie de Couriss, que trabaja también en una sociedad de producción que elabora vídeos corporativos. La familia es judía y tiene sus raíces en Túnez (el padre) y en Ucrania (la madre). Una familia muy bien situada económica y socialmente.
Estamos ante lo que se suele llamar un niño prodigio. Un crío extremadamente inteligente e hiperactivo que siempre fue, en carácter y en intereses, por delante de su edad. Muchos dirían que siempre fue, desde chiquitín, un repipi como la copa de un pino. Seguramente no les falta razón.
El niño Gabriel estudió en la prestigiosa y carísima École Alsacienne, un centro privado de París. Cuando acabó los estudios secundarios se matriculó en Derecho y en Políticas en la universidad Paris-Panthéon-Assas. Se licenció en 2012, con 23 años, y luego estudió diversos posgrados, singularmente en ciencias políticas y en asuntos públicos. Lo que se dice un pitagorín, pero tenía la virtud –rara entre los pitagorines– de caer bien. Era guapo, sabía sonreír, sobre todo sabía hablar, transmitía una cierta dulzura, no le faltaba sentido del humor y tenía don de gentes. Un polluelo de líder.
Tenía la criatura trece años cuando sus padres lo llevaron a una enorme manifestación que se celebró en París contra la extrema derecha, que entonces (2002) aún lideraba el atrabiliario Jean-Marie Le Pen, quien optaba una vez más a la presidencia de la República. La manifestación tuvo éxito (Le Pen jamás fue presidente), pero a aquel crío vivaracho que se interesaba por todo le cambió la vida. Descubrió su vocación irresistible por la política, que ya no lo abandonaría.
Los partidos suelen fijarse en aquellos que saben generar votos, y esa era también una de las habilidades del joven Gabriel
Tuvo que esperar a cumplir la edad legal para afiliarse a su primer partido, el Socialista. Llamó inmediatamente la atención: los partidos suelen fijarse en aquellos que saben generar votos, y esa era también una de las habilidades del joven Gabriel. Pasó por las fases habituales que suelen cumplir los políticos que empiezan: lo primero, fue elegido concejal en el municipio de Vanves, prácticamente al lado de su casa familiar. Eso fue en 2014, cuando Gabriel tenía 25 años. Ya estaba trabajando desde hacía dos años en el gabinete de la nueva ministra de Sanidad y Asuntos Sociales, Marisol Touraine, en el gabinete que presidió Manuel Valls.
Pero a la joven promesa le pasaron dos cosas importantes en esa época. La primera, que se enamoró del abogado (y también político) Stéphane Séjourné, que es (o ha sido) su pareja desde hace casi nueve años. Attal pertenece a esa generación de franceses, y también de europeos occidentales, para quienes la orientación sexual no ha supuesto jamás un trauma ni un problema ni nada que convenga ocultar: simplemente es así. Esa es la generación que ahora mismo puebla las universidades españolas, por ejemplo. Sin embargo, Attal sufrió acoso escolar por ese motivo. Es cosa sabida que los niños de pocos años sueltos en el patio de un colegio son los seres vivos más crueles que existen.
La segunda cosa importante que le pasó a Gabriel Attal en aquellos años centrales de la década pasada fue que se desencantó del Partido Socialista y emigró, políticamente hablando, hacia el centro. Se afilió al partido que fundó en 2016 Emmanuel Macron, que primero se llamó ¡En Marcha!, luego ¡La República En Marcha! y por fin, y hasta ahora, Renacimiento, ya sin tantos signos de admiración. Macron se fijó inmediatamente en aquel chico listo que no se estaba quieto un segundo, que hablaba y sonreía con tanta convicción, que disfrutaba mucho con el cine y el teatro (llegó a salir en alguna película cuando era apenas un adolescente) y que sentía verdadera pasión por los animales: hoy es el día en que, en vez de tener un perro o un gato como mascota, que es lo que hace la mayoría de la gente, Attal tiene en casa un gallo que se llama Doudou y una gallina, Rosa.
Attal fue nombrado secretario de Estado de Educación. Tenía 29 años y era el miembro del gobierno más joven de toda la V República francesa, fundada por De Gaulle en 1958
Attal fue nombrado portavoz del partido en 2018 y lo metieron en el Comité Ejecutivo en 2021. Solo un poco antes, en 2017 fue elegido por primera vez diputado en la Asamblea Nacional, representando a la circunscripción en la que nació, los Altos del Sena. A partir de ahí su carrera política se disparó. Estaba muy claro que “le petit Gabriel” (pero de “petit”, nada: mide 1,75) era el delfín, el ojito derecho de Macron, que había logrado la presidencia de Francia en ese mismo año, 2017. En octubre del año siguiente, Attal fue nombrado secretario de Estado de Educación. Tenía 29 años y era el miembro del gobierno más joven de toda la V República francesa, fundada por De Gaulle en 1958.
Luego fue portavoz del gobierno presidido por Jean Castex (2020-2022), tercer gabinete bajo la presidencia de Macron; después, viceministro de las Cuentas Públicas; desde julio del año pasado hasta ahora mismo ha sido ministro de Educación, y ha conseguido expulsar de la escuela pública francesa tanto la “abaya” como el “qamis”, vestiduras que identifican a los radicales islámicos. Pudo ser ministro de Sanidad pero dijo que no, que no se podía saber de tantas cosas.
A sus 34 años, es el más joven también de toda la V República. Y el más popular, mucho más que el propio Macron: este anda ahora mismo por el 27%, mientras que Attal pasa del 40%
Y ahora su protector y padrino, el presidente Macron, le ha nombrado primer ministro. A sus 34 años, es el más joven también de toda la V República. Y el más popular, mucho más que el propio Macron: este anda ahora mismo por el 27%, mientras que Attal pasa del 40%. Sustituye en el cargo a la tecnócrata Élizabeth Borne, que tiene la edad para ser su madre.
Macron sabe bien lo que quiere encumbrando a Attal. Primero, recuperar impulso en la Asamblea y pararle los pies a la “Agrupación Nacional” de Marine Le Pen, la extrema derecha que crece en las encuestas. Segundo, fortalecer las relaciones con las formaciones (democráticas) más conservadoras, porque otra de las habilidades del “niño” Attal es que se lleva bien con todo el mundo, desde los socialistas que aún quedan hasta la gente de Sarkozy: su límite está en la ultraderecha. Tercero, sacar músculo en un año en el que se van a celebrar al menos una docena de elecciones importantes en Europa, entre ellas las del Parlamento europeo… sin olvidar las presidenciales de EE UU. Y, por último, preparar su propia sucesión, que aún está lejana (podría ser en 2027) pero para la que confía plenamente en este muchacho que ha nombrado ministro de Exteriores… a su pareja, Stéphane Séjourné. Aunque hay quien dice que se separaron hace algún tiempo. A quién le importará eso.
Falta por saber qué piensan de todo esto Doudou y Rosa, el gallo y la gallina que tiene Attal en casa.
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El gallo (Gallus gallus domesticus) es un ave galliforme de la familia de las faisánidas, que quién lo iba a decir, ¿verdad?, y que hay quien asegura que procede del sudeste asiático. Esto puede ser cierto o no serlo, pero es incuestionable que es el ave más numerosa del planeta: hay más de 16.000 millones, más que palomas, más que estorninos y más que cualquier otra clase de pájaro. También fue una de las primeras aves en ser domesticadas por los humanos.
De las utilidades y funciones del gallo de corral vamos a decir poco porque ustedes las conocen perfectamente. Están la carne, los huevos y hasta las plumas, que se usan para fabricar bellísimas y muy eficaces “moscas” de pescar con caña en pueblos como La Cándana, en la provincia de León, célebre en el mundo de la pesca por la belleza del plumaje de sus gallos. También son conocidos por sus funciones de despertador (suelen cantar al amanecer), pero esto es más discutible porque los gallos suelen desajustarse y cuesta mucho trabajo ponerlos en hora, como bien decía el artista y profesor emérito Paco Chamorro. La realidad es que los gallos cantan cuando les da la gana. Para eso son los reyes del corral.
Lo que nos interesa hoy es que el gallo, el airoso y elegante y achulado gallo, es el animal emblemático de Francia desde hace cientos de años (también de Portugal, pero eso no nos importa ahora). Y cualquiera sabe que el gallo, cuando es joven, se llama pollo. No “polluelo”, que es palabra horrible que solo usan los redactores de documentales de naturaleza; pollo, con todas las letras. Así es como se llama al gallo joven que un día, si se porta bien, heredará el mando del corral. Sobre todo si es francés.
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